03/05/2024

Taiwan Today

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Acrobacia en las calles

06/11/1991

Los golpes de tambor se oyen cada vez más nítidos y fuertes. Comienza a notarse el ritmo marcado también por platillos y, mientras los bailarines practican los primeros pasos para entrar en calor, los curiosos se van acercando y forman un círculo a su alrededor. Contorsiones, piruetas, saltos. Luego vienen los aplausos y ... una voluntaria cooperación monetaria del público.


No, no es una imitación china del breakdance que los jóvenes negros norteamericanos popularizaron en las calles, y que se hizo conocido en el mundo a través de discos y películas. Es una tradición muy propia de Taiwan, cuyos orígenes se remontan al siglo XVII.


Hay más de cuarenta grupos de baile con tambores en Taiwan, entre aficionados y profesionales. Y es muy fácil saber si el que uno está viendo actuar es de los primeros o los segundos. Los pasos rígidos, simples y vigorosos de conjuntos generalmente masculinos son señal de que se trata de aficionados. Los grupos de mujeres, que combinan gráciles movimientos con atrevidas proezas, tienden a ser profesionales. Los tiempos cambian, y esta tradición folclórica ha evolucionado junto con el papel de la mujer en la sociedad china.


Gladiadores chinos


Según versiones populares, la danza con tambores se originó cuando el general Koxinga, un leal a la Dinastía Ming, llegó a Taiwan en 1661 para formar un bastión de resistencia contra los manchúes. Con el fin de adiestrar nuevos soldados, el general organizaba concursos de destreza en la lucha, a los que acudían valientes de toda la isla. Estos gladiadores chinos combatían acompañados por uno o dos "asistentes" que, junto con tocar tambores, saltaban y hacían cabriolas al unísono con los luchadores.


Cuando el almirante manchú Shih Lang atacó Taiwan, los soldados tuvieron que ocultarse y volver a ser simples campesinos. Pero no olvidaron los viejos tiempos. Durante las estaciones en que no había que plantar ni cosechar, empezaron a reunirse para practicar sus talentos, como una forma de recreación y ejercicio.


Lentamente fueron apareciendo pasos y coreografías, algunos de los cuales siguen aún vigentes. Cada grupo tiene ocho integrantes. Uno de ellos lleva un tambor bien atado al cuerpo. Cuando éste empieza a tocar, los otros lo rodean en círculo. El que lleva la bandera del conjunto es quien encabeza la actuación. Luego vienen los bailarines con quitasoles y los que tocan los címbalos. En forma coordinada hacen saltos, piruetas en el suelo y contorsiones que componen docenas de cuadros con nombres sugerentes como "Abriendo las cuatro puertas". Los movimientos rápidos y ágiles, el sonido de los címbalos y los gritos de los ejecutantes llenan la calle con una atmósfera circense, a la que es difícil resistirse.


Los orígenes militares y la exigencia física de esta práctica, junto con la segregación social de la mujer en el pasado, fueron razones casi naturales para que los primeros grupos, tanto de aficionados como de profesionales, estuvieran integrados sólo por hombres. "Hace treinta años, ¿quién habría pensado en ver a una mujer bailando en la calle?", exclama Chen Wan-yu, jefa del Grupo Femenino de Danza con Tambores Chia Hsien, ganador del premio Hsin Chuan 1988.


¿Cómo se produjo el cambio? Además del relajamiento en las normas sociales, fue por la simple razón de que las mujeres tienen mayor atractivo físico ante el público de la calle. Ahora, son estas "amazonas" las que predominan en el mercado profesional de este arte popular.


Más por más


La competencia es fuerte. Y, para atraer una muchedumbre que valga la pena, los grupos incluyen acrobacias cada vez más osadas, mientras los pasos tradicionales van perdiendo importancia. Entre los actos más frecuentes están las pirámides humanas y el del acróbata que, subido en un banquillo, tuerce su espalda hacia atrás hasta alcanzar y levantar un billete desde el suelo. Por supuesto que el espectáculo difiere mucho del que practicaban los abuelos. Pero lo importante es que los espectadores no puedan cerrar la boca, dicen los ejecutantes.


"Las buenas proezas son bien pagadas con billetes de NT$ 500 o NT$ 1.000 (18,5 Y 37 dólares estadounidenses respectivamente). A veces uno puede ganar hasta NT$ 10.000 (370 dólares) en un día", dice Chen Wan-yu. "Incluso si no dan dinero, los aplausos también nos vienen bien".


Su grupo sabe muy bien lo que significa satisfacer al público, un rasgo importante de las modificaciones por las que ha pasado el baile con tambores. "Cuando nos llega una invitación de un centro cultural o del gobierno, hacemos la actuación tradicional; si no, ¡ mostramos nuestro nuevo estilo para ganar dinero!"


Favorito de estudiantes


A pesar de que esta expresión popular se ha comercializado y ha adquirido características de circo, cada vez hay más interés por las clases que las escuelas ofrecen de este arte como actividad anexa al programa de estudios. Los ganadores del primer premio del concurso realizado durante la Primera Competición Anual de Artes Taiwanesas eran estudiantes del Colegio Normal de Taitung. Su entrenador, el profesor de Educación Física Wu Teng-ta explica: "Los instrumentos para este baile son muy simples. Además, los movimientos son vivos y tienen una composición hermosa. Esto hace que este tipo de baile sea perfecto para los estudiantes de primaria y secundaria que aprenden danzas folclóricas tradicionales".


Los alumnos del Colegio Normal de Taitung pueden tomar cursos electivos en este arte, de modo que algún día podrán pasar esos conocimientos a sus propios estudiantes.


En otra parte de Taiwan, el Festival de Artes de Hsi Chih incluyó una sorprendente actuación de pequeños entusiastas, alumnos de la Escuela Primaria Chang An.


Para que sobrevivan, a veces las artes folclóricas tienen que cambiar un poco. Que se callen los tambores y no haya baile sino únicamente piruetas a algunos les parece demasiado, y dicen que el espectáculo de muchos grupos va contra la verdadera esencia de esta antigua práctica. Pero el ritmo y el espíritu todavían están presentes en la mayoría de los conjuntos. Así es que vengan los aplausos ... y la contribución voluntaria.

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