03/05/2024

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Sutiles lazos que atan a los chinos

06/12/1993

La predeterminación de encuentros y separaciones marca las relaciones humanas de los chinos desde tiempos muy antiguos.

Entre los chinos de hoy, aún algo misterioso envuelve a la relación que une a una persona con su futuro cónyuge, con las cosas e incluso con su perrito regalón. En mandarín lo llaman yuen.

Desde tiempos muy antiguos, la gente acepta esta suerte de predeterminación, superior a las fuerzas humanas, que controla la unión entre las personas. De ello han quedado muchas historias y relatos que traen hasta hoy su fuerza en el pasado.

Uno de ellos es el que sigue: El joven Wei Ku quería casarse. Un día, en las escalinatas del templo oyó decir a un anciano que las personas están predestinadas y que los futuros marido y mujer están atados por una cinta invisible.

Curioso, Wei preguntó cuál sería la mujer que tenía destinada.

El anciano indicó una niñita de dos años de edad dormida en los brazos de una verdulera y dijo: "Ella será tu esposa. Está destinada a ser rica; si te casas con ella, podrás escalar muy alto".

Nada le hubiera parecido peor. Wei, que soñaba casarse con una mujer de familia noble, ¿casarse con la hija de una verdulera? ¡Jamás! Mandó a un sirviente a matar a la niñita, pero éste sólo consiguió herirla entre las dos cejas.

Después de muchos años de búsqueda, por fin llegó el gran día en que Wei pudo contraer el matrimonio de sus sueños: se casó con la hija del gobernador provincial.

La verdad

La hermosa mujer se adornaba la frente con una flor de papel y no le gustaba hablar del porqué lo hacía. Hasta que, después de mucho preguntarle, Wei consiguió saber la verdad: "Mis padres eran funcionarios de gobierno en otras provincias; como yo era muy pequeña, decidieron dejarme en casa de mi nana. Cuando yo tenía dos años de edad un maleante entró en la casa y me hirió. Desde entonces tengo una cicatriz entre las cejas", dijo la mujer entre sollozos.

Las raíces del yuen se enclavan en el budismo, religión de gran influencia en China introducida en la época de la Dinastía Tang (618-907). El destino del ser humano está referido a circunstancias exteriores. Si uno sabe "seguir el flujo" de aquello que lo rodea podrá vivir contento en este incesante cambio que experimenta el mundo.

Pero, ¿qué sucede en la actualidad? ¿Qué piensan del "matrimonio predestinado" los jóvenes y las muchachas que han recibido una educación contemporánea?

Por de pronto, en su investigación "El papel del yuen en la vida social: Análisis de una realidad y un concepto", los profesores de psicología de la Universidad Nacional de Taiwan, Yang Kuo-shu, y de la Universidad de Hong Kong, David Ho, comprobaron la increíble actualidad y presencia de ese concepto. Ellos analizaron 1.008 canciones de última moda en un período de cuatro años y encontraron que la palabra yuen aparecía en el 9% de ellas. Con ello demostraron que éste se encuentra presente en los sentimientos de la gente joven.

Un ejemplo más tenemos en la escritora Chang Man-chuen, quien, a través de los personajes de sus novelas, demuestra ser de carácter romántico. Chang dice que en su vida "el yuen aún no se ha cumplido". "Si el señor o la señorita 'designada' aún no ha llegado, de nada sirve que uno empeñe todas sus fuerzas para lograr el ansiado matrimonio", agrega.

Según el concepto chino del yuen, con sus orígenes en el budismo, para vivir feliz hay que seguir el cam­biante flujo de los acontecimientos que nos rodean. (Fotos de Huang Chung-hsin)

En realidad ésta es la explicación de siempre cuando habla del futuro una persona que ya está en edad de matrimonio, pero que aún no se ha casado o parece no haber recibido los flechazos de Cupido.

No cabe duda de que el destino que gobierna los matrimonios es el que se gana los corazones de los taiwaneses. De acuerdo con las leyendas, éste es controlado por el "Libro del yuen de los matrimonios" que tiene en sus manos el "Anciano bajo la Luna". Este personaje con hilos de seda ata los pies de niñas y niños destinados a ser marido y mujer a fin de que un día puedan encontrarse.

Aparte del amor, los taiwaneses de hoy aplican ese concepto a todo tipo de relaciones entre las personas: los vínculos de sangre que los unen a sus padres y familiares, los lazos que atan a los amigos e, incluso, la atadura que une a los vivos con el mundo de ultratumba. O sea, es una especie de relación humana predeterminada.

Este lazo también puede ser aplicado a las cosas y a las circunstancias. Al ser referido a las cosas, implica la relación entre la gente y los objetos físicos tales como antigüedades, muebles de la casa e, incluso, animales pequeños como perros y gatos.

Cuando el concepto va unido a los acontecimientos, envuelve el tipo de relación que existe entre personas y hechos acaecidos como inversiones en la bolsa de valores y empleos.

En resumidas cuentas, basta invocar ese nombre en la vida diaria para tener una razón simple con que explicarse los encuentros y las partidas, las uniones y las separaciones y la atracción y el rechazo que ocurren entre todo lo que existe. Si a alguien le gusta leer, se dice que tiene "yuen con los libros" y si le gusta el teatro, que tiene "yuen con el teatro". Todo tiene su yuen.

Esta actitud de atribuir todo al destino puede ser descrito en lenguaje técnico como un "pan-fatalismo".

El profesor de psicología de la Universidad Nacional de Taiwan, Yang Kuo-shu, aclara que usar el destino como modo de explicación para la armoniosa relación entre las personas, las cosas y los acontecimientos es una manera muy simple de describir una especie de simpatía difícil de explicar. "Pareciera que con el solo hecho de llamarlo yuen, se puede llegar a comprender lo inexplicable en una forma intuitiva común a todos".

Sin embargo, no todo es tan bonito. Esos lazos también incluyen aspectos de conflicto y de sufrimiento. El hecho de que unan a dos personas para casarse no les asegura que todo sea armonía. En efecto, no faltan las parejas que no logran pasar el duro examen de la vida y se convierten en matrimonios desavenidos. Es que el destino sólo garantiza que las personas se encuentren con otras personas, cosas o circunstancias; pero, la plenitud y armonía o el desacuerdo con que se desarrolle la relación después de tal encuentro depende solamente de los esfuerzos de cada uno.

Proceso de atribución

¿Por qué importa tanto el destino en la sociedad china? En el pasado, con una sociedad agrícola centrada en el rígido esquema de clan familiar, los chinos se afanaban por mantener la armonía y la solidaridad y el "qué dirán" importaba mucho. Allí, el destino sostenía la armonía entre las personas, dice el profesor Yang Kuo-shu.

Los psicólogos dicen que responsabilizar al destino, por ejemplo, de un buen matrimonio y una fluida relación padre-hijo, es un proceso de atribución que protege a uno mismo y a los demás. Por conveniencia, se evitan las comparaciones y auto-recriminaciones por éxitos o fracasos, atribuyendo todo al destino. Esto permite tolerar mejor las circunstancias y mantener la estabilidad del clan, lo cual es esencial para que sus miembros acepten las estructuras sociales sin protestar.

Una fórmula para vivir feliz es dejarse llevar por ese flujo de acontecimientos y quehaceres ya que, como expresa el dicho "El yuen no funciona si no se lo quiere. Sólo si se lo fomenta llegará a su plenitud". El hecho es que no podemos predecir ni controlar pesares ni dichas, encuentros ni separaciones habidos en el diario vivir. Por lo tanto, reflexionar en ellos y aceptarlos, tal vez, será la mejor forma de enfrentar cada "período de destino" que la vida nos trae.

El pueblo chino lleva este concepto metido muy en lo profundo de su corazón. La vida es tan simple: basta aceptar el destino y lo que traiga para vivir contentos.

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