28/04/2024

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Nuevas ideas para calles viejas

16/12/1993
No es fácil el equilibrio en el momento de preservar. Es necesario mantener la calidez y la belleza que buscan los turistas, pero al mismo tiempo ajustarse a las necesidades modernas de los residentes. Abajo, fachadas de la calle Tihua, en Taipei. (Foto de Huang Chung-hsin)
En la sociedad china, el hacer reparaciones importantes a una casa antigua ha sido un modo de honrar a los antepasados que vivieron en ella. Pero la especulación inmobiliaria de hoy atenta contra la preservación de varias reliquias históricas. ¿Hay vías de solución? En Taiwan, las construcciones antiguas no abundan. Con la presión del desarrollo, los remanentes del pasado han ido desapareciendo paulatinamente, quedando sólo algunas muestras aisladas de lo que fue la vida en otras épocas. Los pocos lugares que aún conservan su sabor histórico son ahora objeto de una polémica entre los preservacionistas, los propietarios de casas en ruinas y los interesados en sacar provecho de los altos precios que tienen los terrenos en la isla. La historia de la calle Minchuan, arteria principal de Sanshia, un pueblo situado 30 kilómetros al suroeste de Taipei, es una de las más agitadas. Sanshia fue un re­ducto rebelde durante la ocupación japonesa y muchos de sus sectores fueron destruidos. En 1919, las autori­dades niponas reconstruyeron la calle Minchuan, creando un centenar de casas de ladrillos rojos con ras­gos peculiares: tiendas en el frente y residencias en el interior, según el estilo arquitectónico hoklo del sur de Fukien, provincia continental. Las fachadas combinan elementos barrocos con diseños japoneses. En 1991, el Ministerio del Interior otorgó a esta calle la categoría de monumento histórico, después de que los residentes se opusieran a un plan de las autoridades locales de demoler sus casas para ampliar la calzada. Derrumbe y desencanto Pero la opinión de varios propietarios cambió una mañana de mayo de este año cuando, después de al­gunos días de lluvia, una de las paredes se vino abajo. Por un lado, argumentaron que ningún organismo estatal había tomado medidas efectivas para proteger el lugar y que arriesgaban sus vidas de seguir habitando en edifi­cios a punto de sucumbir. Por otra parte, indicaron que estaban perdiendo dinero, ya que el valor de los terrenos en el área ha aumentado considerablemente debido a la construcción de una carretera y una universidad. Con tasaciones diez veces mayores que las de hace tres años, sumado a que las compañías constructoras de edificios de altura ofrecen la mitad de las ganancias a quien entrega el terreno, los residentes de la calle Minchuan se habían convertido -de la noche a la mañana- en millonarios potenciales que reclamaban sus derechos. El 27 de agosto último, el Ministerio revocó su ante­rior decisión no sin levantar airadas protestas de los preservacionistas históricos. Estos dijeron que su desencanto provenía del hecho de que el Gobierno no hubiese hecho nada para mantener y reparar las casas desde su designación como reliquias. "La conservación de sitios antiguos y la moderniza­ción deberían ser capaces de coexistir si la planificación urbana tomase en consideración la importancia de preservar", dice el profesor de arquitectura de la Universidad de Cultura China, Wu Kuang-ting. Actualmente, los propietarios de estructuras designadas como sitios históricos están exentos de pagar impuestos a la renta y de bie­nes raíces. Además, existen subsi­dios para los costos de manteni­miento, informan especialistas del Consejo para la Planificación y el Desarrollo Cultural. Sin embargo esto no es conside­rado suficiente. Wu sugiere que el Gobierno financie la restauración de sitios claves y ofrezca mejores incen­tivos monetarios para el mantenimiento de reliquias arquitectónicas. La calle Tihua, en Taipei, es otro dolor de cabeza para los interesados en el tema. Situada en el antiguo distrito comercial de la ciudad, llegó a ser una "franja dorada" donde sólo los ricos podían darse el lujo de vivir. Ahora, en el sector están instaladas farmacias tradicionales y negocios de telas y alimentos secos. En los días previos al Año Nuevo Chino va mucha gente a comprar ingredientes para las comidas típicas y el tránsito se hace prácticamente imposible en los siete u ocho metros de ancho que tiene la calzada. En 1986, la Munici­palidad de Taipei de­signó a la calle Tihua como distrito especial, con la esperanza de que se mantuviera el sabor local en la planificación urbana general. Pero, al igual que en Sanshia, los propietarios quieren echar abajo las reliquias para construir rascacielos. Debido a diferen­cias de opinión, la licencia para esto último aún no ha sido otorgada. ¿Cuál es el valor de preservar antigüedades? ¿Por qué el desarrollo debe ser sacrificado para mantener reliquias?, se pregunta una y otra parte en esta disputa. "En sus raíces, el problema es que uno no puede aplicar el concepto de congelar los lugares históri­cos en una comunidad viva. La característica que define a una comunidad es el cambio", ex­plica el profesor asociado de la Universidad Chung Yuan, Yu Chao-ching. En este sentido, algunos grupos interesados están trabajando en crear ejemplos de una tercera vía, la de los complejos turísticos. Tamsui, una pequeña ciudad-puerto al norte de Taipei, es famosa por su an­tigua calle Chung-cheng, desde donde se ve la magnífica puesta de sol. El puerto fue centro comercial de la isla a fines de la Dinastía Ching y muchas construcciones an­tiguas aún se mantienen en pie. Decididos a no dejarse llevar por la fiebre de la especulación inmobiliaria y con la ayuda de la Universidad de Tamkang, los residentes se han organizado y están tomando medidas como ampliar y her­mosear la calle. Los negocios que rodeaban el Templo Fuyou están siendo reubicados, de modo que quede despejada la vista de la Montaña Kuanyin, como antes. De este modo, la comunidad espera asegurarse la visita de los turistas en los fines de semana. También digno de destacarse es el ejemplo de Lukang, una antigua ciudad del centro de la isla, famosa por su artesanía, sus templos y la forma en que las tradi­ciones taiwanesas son mantenidas. Cuando los turistas llegan a las estrechísimas y singulares calles Putou y Yaolin, se sorprenden del buen estado con que se con­servan algunas viviendas de hasta 300 años de antigüedad. Es que alrededor de 80 de ellas fueron restauradas mediante un programa gubernamental ini­ciado en 1986, el primero de su tipo. Todo partió en 1973, con la reparación del bicentenario Templo Lungshan. Por recomendación de exper­tos, el proyecto se extendió a un plan global, tomando en cuenta las calles antiguas. Por supuesto que hubo problemas y los hay todavía. Por ejemplo, algunos residentes se quejan de que no tienen autonomía sobre sus propias viviendas y deben elevar peticiones a las autoridades si quieren instalar un aparato de aire acondicionado. Otros expresan la moles­tia que causan muchos turistas que entran a sus hogares sin siquiera pedir permiso. Como solución, algunos especialistas recomiendan dar mayores facilidades a los propietarios para que puedan llevar una vida cómoda en sus casas antiguas y aprendan a sacar provecho de los atractivos del sitio donde viven. El profesor de historia Hung Min-lin, tam­bién de la Universidad Tunghai, propone crear tempo­radas en que las casas estén abiertas al público y que los residentes se organicen para abrir tiendas atractivas que les brinden beneficios. Toda una nueva forma de con­vivir con el pasado.

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