06/05/2024

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La gente de la sal

26/11/1991

Cuando los primeros rayos de sol atraviesan las nubes y golpean con fuerza el blanco cristalino de las salinas del condado de Chiayi, los hombres y mujeres que allí trabajan están por terminar su jornada. Los canastos llenos aguardan sobre los estanques poco profundos donde se pone a evaporar la sal. A las nueve o diez, los trabajadores guardan sus herramientas en las pequeñas cabañas que también les sirven de albergue durante los días de lluvia.


En un día típico, ellos se levantan a las cuatro de la madrugada - quizás antes - para preparar los estanques de cristalización, rastrillar, juntar y acarrear la sal. Es imperativo terminar antes de que el sol se encumbre en el cielo, porque la luminosidad de los embalses abiertos es insoportable, especialmente durante el verano. "El agua en las piscinas está lo suficientemente caliente como para quemarle a uno los pies. Nos ganamos el dinero con un trabajo duro", dice Tsai, un obrero que ha trabajado en la salina de Putai por más de 30 años.


De alrededor de 50 años de edad, Tsai es uno de los "jóvenes" en esta faena. "Pertenezco a la última generación de trabajadores de la sal. Cuando me jubile, ya no quedará nadie", dice. Su piel es oscura y arrugada por el sol. Como la mayoría de sus colegas, es muy delgado, debido a las largas horas de esfuerzo físico. Trabaja en una de las cinco salinas estatales de Taiwan.


La edad promedio de los trabajadores de la sal es de 56 años. En Taiwan, esta dura ocupación está muriendo y, probablemente, desaparecerá en la próxima década.


Gustos de un oficial


El origen de la industria de la sal en la isla se remonta a mediados del siglo XVII, cuando el general Koxinga llegó a Taiwan para formar un bastión de resistencia contra los manchúes. A uno de sus oficiales, Chen Yung-hua, no le gustaba el sabor de la sal producida mediante el método de hervir agua de mar hasta que no queda nada más que un residuo de sal. Gracias a su preferencia por el sistema de evaporación, en 1665 se construyeron los primeros estanques en lo que ahora es Laikou, condado de Tainan, en el sur de la isla.


Después se abrieron otras seis salinas. La industria adquirió gran importancia a fines del siglo pasado, durante la gobernación de Liu Ming-chuan, quien estableció la oficina gubernamental de la sal en Taipei.


Los japoneses ocuparon Taiwan en 1895 y terminaron con el monopolio estatal. Como resultado, el trabajo se deterioró y se produjo sal de mala calidad. Emergió luego un monopolio privado, afectando gravemente los precios. Los japoneses volvieron a nacionalizar la industria en 1899. En esos días, los estanques ocupaban más de 161 mil hectáreas de terreno. La producción bruta alcanzó 460 mil toneladas en 1943.


Los trabajadores jubilados que se reúnen en el Templo de la Diosa de la Misericordia de la salina Chiku dicen que los nipones eran muy estrictos. "Teníamos que aguardar pacientemente en una fila hasta que nuestra sal fuera pesada. Ni siquiera nos atrevíamos a ir al baño", dice uno de ellos.


La industria moderna de Taiwan fue construida sobre lo que quedó del período japonés. No obstante, muchos estanques fueron desatendidos y varios tifones causaron más daños. La producción ha caído dramáticamente. Dos de las seis salinas recuperadas de manos niponas han sido abandonadas y sólo quedan cuatro funcionando. Una quinta, la salina de Hsiyuan, fue construida posteriormente en la isla de Kinmen. Taiwan produce hoy unas 100 mil toneladas anuales.


En manos del cielo


La mayoría de los embalses están apiñados en la costa de Tainan, donde la tierra es baja y plana, y el clima es relativamente constante durante todo el año. El trabajo también es posible donde la planicie de Chiayi se une al mar.


No obstante, con monzones y tifones cada verano, la isla no posee un clima apropiado para producir sal por evaporación. Los días soleados son sinónimo de sal, pero la lluvia es sinónimo de nada. La temperatura, la dirección del viento, la salinidad del agua y el tipo de estanque de cristalización también afectan la calidad y cantidad de sal producida. "El hacer sal por evaporación queda en manos del cielo", dice un jubilado de 63 años de edad que vuelve a la faena ocasionalmente.


Aunque los estanques permanecen vacíos durante la temporada de tifones, los obreros no pueden descansar. "Incluso en la estación muerta tenemos que cuidar los embalses; de otro modo, los gusanos pueden hacerles agujeros y los tifones pueden derribar las separaciones entre ellos. Mantener los estanques consume tanto tiempo como recoger la sal", dice Hsiao Kung-chung.


El tipo de estanque de cristalización también tiene un papel importante. En Taiwan, las primeras piscinas fueron cubiertas con baldosas de Fukien, provincia costera de China continental. Hoy, el proveedor de ellas es la Oficina del Monopolio de Tabaco y Alcohol de Taiwan. Durante la ocupación japonesa, las baldosas eran escasas, por lo que muchos embalses fueron cubiertos con arcilla.


El obrero Tsai, que antes trabajaba con estanques de arcilla reclama que sus ingresos se han menguado después de ser asignado a otros de baldosas, aunque trabaja la misma cantidad de horas. Hay ventajas en cada tipo. Un estanque de baldosas saca una producción cada diez días, en tanto que el de arcilla requiere entre diez y doce días. Después de que se saca la sal, el primero sólo necesita un lavado con agua fresca, mientras que el segundo debe ser nivelado y suavizado cada vez. Aunque los embalses de baldosas son más pequeños, requieren más gastos en dinero y mano de obra para producir sal, la cual es inferior en calidad que la producida en los de arcilla.


Siempre pobres


Cada salina tiene contratos con sus trabajadores, según los cuales se asigna una cantidad de estanques. Todas las herramientas son proporcionadas por la
empresa. Sus ingresos dependen directamente del volumen de su producción. Por eso, los empleados pueden trabajar con su familia o subcontratar a otras personas.


Ellos dicen que trabajan 24 horas por cada dólar estadounidense que ganan. Al parecer, siempre han sido pobres. Un informe gubernamental de 1957 señala: "Los opreros de la sal trabajan muy duro, pero son más pobres que los pescadores. No tienen abastecimiento de verduras ni aceite para sus comidas; su escasa alimentación consiste en batatas secas con arroz y sal. Excepto en Chiku y Wushulin, sus viviendas son pobres, y las peores están en Peimen y Tainan, donde los techos gotean cada vez que llueve. Familias enteras viven en casas pequeñas y húmedas, con las condiciones ideales para la propagación de enfermedades. Sus ropas están hechas harapos. El único lugar donde los niños pueden jugar son los saladares".


Hoy, los trabajadores viven bastante mejor que sus antecesores. Algunos han organizado cooperativas para la compra de bienes de primera necesidad. Y la Asociación de Trabajadores de la Sal de Chiku consiguió establecer una pensión para los obreros jubilados, cosa impensable en los viejos tiempos.


No obstante, cada vez hay menos gente que se dedique a este trabajo. En parte por la automatización y, en parte, porque los jóvenes se niegan rotundamente a seguir los pasos de sus padres.


Pronto, los hombres y mujeres que trabajan con la luz de la luna serán cosa del pasado. Pero la producción de sal continuará, con métodos nuevos y modernos. Y sin tantos sacrificios. Porque, como dice un viejo obrero, "La gente necesita sal. Las cosas simples son las más indispensables" .


(Versión resumida y traducida de "Los últimos trabajadores de la sal", publicado por la revista "La Tierra", en Taipei, julio de 1991).

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