06/05/2024

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El bienamado Dios de la Riqueza

16/02/1989
El Dios de la Riqueza es pro­bablemente uno de los que más atención reciben durante el Año Nuevo Chino. Se le cree capaz de hacer rica a la gente y, de hecho, es uno de los más adorados entre los dioses chinos. Los creyentes hacen abun­dantes ofrendas, queman in­cienso y hacen estallar cohetes para dar la bienvenida al Dios de la Riqueza al amanecer del Día de Año Nuevo o en el quinto día de la primera luna, que el que generalmente se considera como el "cumpleaños" del dios. Ese quinto día de la pri­mera luna es también el día en que muchos negocios y alma­cenes reanudan sus operaciones después de las vacaciones del Año Nuevo Chino. Hace unos veinticinco años, cuando todavía había mendigos - mendigos reales y hara­pientos, no como los falsos mendigos jóvenes y fuertes que uno algunas veces puede ver hoy - mendigos que iban de puerta en puerta llevando imágenes de papel del Dios de la Ri­queza, y recibiendo en cambio un hung pao (un sobre rojo que contenía dinero). A veces, los pordioseros solamente llevaban un gong, que hacían sonar mientras murmuraban versos auspiciosos deseando prosperi­dad a la gente. El Dios de la Riqueza real­mente hacía un buen trabajo en favor de los mendigos, quienes jamás dejaban de recolectar una hermosa cantidad por ese medio. Nadie se hubiera atrevido a rechazar una imagen del dios. Hoy, la práctica de la recolección de dinero por los pordio­seros es reemplazada por las danzas del dragón o del león en nombre del Dios de la Riqueza. La danza es ejecutada usual­mente por un número no menor de diez hombres con el acompañamiento de una pe­queña banda de gongs y tam­bores, y simultáneamente se hace detonar gran cantidad de cohetes. Desde luego, también gran cantidad de dinero es en­tregada por la actuación, por parte de aquellos que desean ganar más en el nuevo año. Pero, ¿quién es el Dios de la Riqueza? Dentro de la cultura china muchas figuras históricas han sido deificadas y adoradas como Dios de la Riqueza, entre las cuales dos de las más popu­lares son Chao Kung-ming y Kuan Yu. De Chao se dice que vivió durante la Dinastía Shang (1800-1400 A.C.). Buen amigo del maestro del último empera­dor Shang, Chao dejó la mon­taña en la que había estado practicando el Taoísmo durante treinta años y acudió en ayuda del maestro real, al producirse una guerra de invasión contra un enemigo de los Shang. Con su ayuda, los Shang pronto lograron predominar y habrían podido eliminar a su enemigo si éste último no hubiera recurrido finalmente a la brujería, lo que a la postre pro­dujo la muerte de Chao. Después de ser asesinado Chao, según se dijo, fue deificado por orden del Emperador de Jade, gobernante supremo de la religión china. Original­mente sus favores divinos in­cluían la salvaguardia contra malos espíritus e influencias y la facultad de curar a los en­fermos. Sin embargo, de acuerdo con la leyenda, dado que también concedía los deseos de los comerciantes de realizar buenos negocios, pasó a ser adorado como Dios de la Riqueza. Kuan Yu, el famoso general del Período de los Tres Reinos (225-265 D.C.), es general­mente reverenciado como Dios de la Guerra por sus excelentes logros militares. Además de haber sido consagrado como la encarnación de la lealtad y del coraje, Kuan Yu, según se dice, fue muy bueno como tenedor de libros. Se afirma que esa fue la razón principal por la cual también fue deificado y respe­tado como Dios de la Riqueza por los comerciantes, después de su muerte. Otra razón fue que Kuan Yu continuó siendo fiel durante toda su vida a Liu Pei, hermano suyo por juramento, quién más tarde fundó el Reino de Shu, una de las naciones del Período de los Tres Reinos. La fidelidad, o la característica de vivir según las propias promesas, es vista por los chinos como uno de los factores más importantes para efectuar transacciones comer­ciales exitosas. En muchos templos dedi­cados a ellos, tanto Chao como Kuan Yu son adorados uno al lado del otro, junto con otras figuras históricas o legendarias deificadas como Dios de la Ri­queza. Así, en tanto desean riqueza y prosperidad en los ne­gocios, los creyentes no olvidan algunas de las más queridas y respetadas virtudes chinas.

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