Pronto amaneció; los gallos empezaron a cantar y el gobernador llamó ante su presencia a los ayudantes que se encontraban de guardia. "Durante la noche, dos bueyes de hierro han salido del Monte Hua-yang -le anunciaron- pero como no se dedican a andar de acá para allá, no creemos que hagan mucho daño."
El gobernador quedó muy sorprendido por la noticia, porque coincidía exactamente con su sueño. Contóles a sus funcionarios su experiencia, ordenándoles que prepararan, en el plazo de dos días, la lista de todos los habitantes del distrito. Al recibir la mala noticia, éstos trabajaron día y noche y en el plazo acordado, enviaron las listas al gobernador.
Al tercer día se produjo una terrible explosión en el monte Hua-yang. Dos enormes dragones de agua escaparon de sus entrañas y los bueyes de hierro empezaron a pelear con ellos, al tiempo que el agua sobrepasaba los diques y cubría la tierra bajo una inundación de varios metros de altura. Los pueblos y campos del norte, fueron los primeros en sumergirse bajo las olas y al mediodía, el agua había llegado ya a los pies de los muros de la ciudad. Entonces el gobernador Chen subió a ellos y a la vista del agua amenazante, atenazó el libro con una mano y dando un grito; saltó entre las olas. Ante el asombro de todos, un momento después, la marea pareció calmarse, desapareciendo el batallar de los bueyes de hierro y de los dragones de agua.
Cuando por fin la inundación hubo terminado, los habitantes de Hsuan-cheng construyeron un templo en honor del gobernador Chen, quien había ofrendado su vida por ellos. Para difundir su fama le ofrecieron numerosos sacrificios. Los bueyes de hierro, que habían caído en el combate, fueron transportados a la ciudad, erigiéndoseles estatuas en conmemoración eterna. Todavía hoy en día, pueden verse tanto el templo, como los bueyes.
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