Aquí, al otro lado del mundo, para un hondureño acostumbrado a movilizarse dentro de espacios cortos en su ciudad centroamericana, el discurso poético personal adquiere una dimensión extraña e inquietante. La búsqueda de un punto de referencia que desvanezca la sensación subjetiva de lo nuevo como único motivo de asombro, hasta sustituirla por la certeza objetiva de encontrarnos en un pueblo de interés universal verdadero, comienza a surgir desde los detalles comunes. El desconocimiento transitorio del idioma, es abstrayéndonos de prejuicios, la base de la primera experiencia unificadora, pués la necesidad de comunicación reactiva la codificación universal de un lenguaje común a toda la humanidad: el idioma del gesto; todo ese poema lúdico que se usa con características propias de pequeñas comunidades, pero que, al convocarse para el entendimiento de individuos pertenecientes a culturas diferentes, nos lleva a las actitudes corporales primarias y nos acerca a los orígenes del hombre, del pensamiento y de la voz, cuando aún no existían fronteras ni distancias.
Una vez asumida la faz de este pueblo que habita la isla llamada 'Hermosa' por los portugueses, se comienza a entender el murmullo constante que emana de la ciudad de Taipei; estamos en un lugar en donde se trabaja contra el reloj por lograr una personalidad propia dentro de la cultura universal, sacrificando quizá su denominación anterior de pueblo exótico, y sustituyendo su tradición cerrada y conservadora por una apertura intelectual ideológica que acerca el rostro de Oriente al perfil occidental de la economía y la filosofía capitalistas. Para lograr este cambio radical de costumbres y usos que ya se observa en los detalles arquitectónicos, en el sistema vial, en el vestuario, en las comidas, en el tipo de comercio, etc., y en el mismo aspecto fisico del habitante de las ciudades, no se cuenta con mucho tiempo; la República de China que conocemos hoy, surge a través de tres actitudes históricas determinantes. La base de estas actitudes se encuentra en el gran desarrollo agrícola a que se ve forzada la isla por el dominio japonés. Aún después del año 1945, se continúa sustentando una política agraria terrateniente, que se modifica en forma positiva ya cuando los efectos de la Reforma Agraria hacen posible la política de la Industrialización Sustitutiva de las Importaciones (ISI), que se extiende hasta los años 60, época cuando se comienza a aplicar la Industrialización Orientada a la Exportación (IOE), que marca el fortalecimiento económico de la República de China y la define como una pequeña potencia que crece aceleradamente dentro del Mercado Mundial. El resultado inmediato de estas tres instancias históricas se comprueba en las calles de las ciudades y en la campiña. Estamos en un pueblo que no ha perdido aún el contacto con la naturaleza; un pueblo joven que disfruta de las comodidades que trae consigo la modernidad, y que posee los recursos materiales y humanos para continuar con este desarrollo.
El aspecto intelectual, entonces, debe ir a la par de este auge económico, y como la meta ideológica del Estado Chino es el beneficio de todo el pueblo, surge aquí una clase media activa, lista, natural; orgullosa de su estirpe; aún en contacto con su pasado ancestral, pero despierta ante todo lo que ofrecen el futuro y el desarrollo industrial de Occidente, y de todo aquello que beneficie a su pueblo, a su Nación y a su Estado.
Por Alexis Ramírez