04/05/2024

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Tradición y alegría en el Festival de los Faroles

26/02/1989
Como todos los años, el Festival de los Faroles, festejado en Taiwan por todos los estratos sociales, fue toda una larga va­riedad de actividades plenas de color y diversión. El Festival marcó el fin del Año Nuevo Chino y es uno de los más im­portantes que se celebran. Aunque los días feriados ofi­ciales del Año Nuevo son solamente cuatro o cinco, la gente realmente no siente que los fes­tejos han terminado hasta que culminan con el Festival de los Faroles, el décimoquinto día del primer mes del Calendario Lunar. Se le llama Festival de los Faroles porque la gente, y espe­cialmenten los niños, llevan por las calles farolillos de her­mosas formas, colores y varie­dad de tamaños, y los templos exhiben grandes faroles exquisi­tamente hechos y pintados, que atraen multitudes para admirarlos. Hay entre ellos dragones, serpientes, gallos, aviones, naves espaciales, personajes de historietas y películas, como Su­perman o Rambo, y cualquier otra cosa que se le pueda ocurrir a quien los haya creado, espe­cialmente si se trata de motivos que interesen a los niños. La ex­posición en los templos puede durar un mes. Tal como ocurre con todas las festividades chinas importantes, existen varias historias acerca de los orígenes del Festi­val de los Faroles, y una de ellas concierne, precisamente, a los niños. Según cuenta esta historia, los farolillos que originalmente llevaban los niños por las calles estaban destinados a iluminar el cielo oscuro, para que las gentes de aquellas lejana épocas pudiera observar y retener las imágenes de los dioses y diosas danzando en su palacio celestial, en esa noche en particular. Para los mayores existen dos explicaciones que son, sin duda alguna, más razonables. Una dice que la costumbre de los fa­roles data del reinado del empe­rador Hsuan Tzun, (713-756 D.C.), de la Dinastía Tang, en la que China disfrutó de una de sus épocas más esclarecidas, prósperas y pacíficas. La historia dice que para re­cordar su glorioso reinado, se encienden los faroles en las calles de las ciudades en la noche del décimoquinto día de la primera luna, para crear un espectáculo luminoso que sim­bolice el poderío de la nación. La otra explicación atribuye la costumbre de llevar los faroles a las pequeñas escuelas privadas de las aldeas, en el pasado. Cuando las escuelas se reabrían, el décimoquinto día de la primera luna, después de la prolongada vacación del Año Nuevo Chino, los estudiantes llevaban farolillos a las escuelas para que los encendieran los maestros. La práctica simboli­zaba que se alumbraba así un brillante futuro para los estudiantes. Las tres explicaciones, aunque diferentes, indican a los faroles como tema central del Festival y éstos son, sin duda alguna, la mayor diversión de la jornada. Otras actividades caracterís­ticas del Festival son las grandes reuniones, en las que los concurrentes tratan de resol­ver acertijos y en las cuales, los que aciertan, reciben premios en dinero o regalos. Esas reu­niones suelen congregar desde centenares a millares de per­sonas y en ellas culmina el clima de alegría del Festival. Entre la mayoría de la pobla­ción, la celebración es conocida como Festival del Yuanhsiao, por las bolas de arroz glutinoso que tienen ese nombre, usual­mente rellenas de dulces, frutas o carnes, y que son populares entre todos los chinos, cualquiera sea su origen. Aunque también se come yuanhsiao en otras fiestas, como la del solsti­cio de invierno, es más bien un manjar característico del Festi­val de los Faroles, en el que las familias se reúnen para festejar. Esa noche, los faroles que dan su nombre al festejo y que fueron preparados durante se­manas y semanas antes, son encendidos y bajo la luz de la Luna, millares de chinos se diri­gen hacia los lugares donde se efectuarán los concursos de acertijos. En Yenshui, en el Distrito de Tainan, los residentes observan una tradición que se ha venido respetando por más de 180 años. Allí se concentran tu­ristas llegados desde lugares y países distantes para unirse con los pobladores locales - previa colocación de un casco protec­tor - y presenciar el encendido de los "feng pao", término que podría traducirse por "col­menas de cohetes" . Una "colmena" consiste en una armazón de madera cu­bierta por una especie de red de acero en la que se acomodan innumerables cohetes como si fueran, precisamente, abejas en una colmena. Las mechas de los artificios están unidas a una mecha central que asciende desde el fondo de la colmena en forma de espiral. Al encen­derse, se disparan capa tras capa de cohetes en forma vertiginosa y en diferentes direcciones, brindando un espectáculo inolvidable. Los habitantes de toda la isla no vacilan, cada año, en "quemar" literalmente mi­llones de Nuevos Dólares de Taiwan (NTD) en cohetes y fuegos de artificio, ya que es creencia generalizada que cuantos más cohetes se queman mayor es la prosperidad que se logra. Y así, con un ruido atro­nador y un derroche sin igual de luces y colores brindado por el arte pirotécnico sin par de los chinos, se llega a una jubilosa conclusión del Año Nuevo lunar.

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