06/05/2024

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V. CUENTOS DE DRAGONES La Madre del Agua

26/02/1987

Hace muchos años -tantos de hecho, que se ha olvidado hasta su nombre- vivía en una humilde choza, pequeña y solitaria, una mujer pobre, con su anciana suegra y su pequeña hija. Como era sumamente respetuosa, siempre obedecía a su suegra, mostrándose cariñosa y amable con ella y con su hijita. Pero la anciana la odiaba y constantemente solía decirle que era perezosa y perversa.


Un día, muy enfadada, le dijo: "Todo el agua que utilizamos en esta casa nos es traída por los aguadores, lo cual es demasiado caro para nosotras. De ahora en adelante, tú tendrás que acarrear el agua o no te daré nada de comer."


La pobre mujer tuvo que hacer lo que se le ordenaba y así cada día, además de alimentar a los cerdos y a los perros, preparar la comida y remendar la ropa, tenía que hacer también esa dura faena. Tan pronto como amanecia, iba en búsqueda de agua a un pozo distante. Si no traía la suficiente, tenía que volver dos, tres, o incluso más veces. No existía mujer alguna lo suficientemente fuerte como para hacer diariamente esta labor. Pero aunque careciese de la fuerza necesaria, tenía que hacer lo que su suegra le ordenaba; de lo contrario no recibía comida alguna y además era castigada.


Un día, no pudo soportar su esclavitud por más tiempo. Dejó los cubos cerca del pozo; se sentó al borde de él y al frotarse les pies doloridos y ardientes, exclamó: "¡ Oh cielos, qué desdichada soy! Tengo que trabajar todo el santo día, sin descanso y al final ni siquiera puedo comer lo suficiente. Sería preferible la muerte que esta clase de vida". Mientras la idea del suicidio cruzaba por su mente, se levantó en ademán de arrojarse al pozo.


De repente, apareció una anciana de blancos cabellos que la sujetó por la espalda y le preguntó: "¿ Por qué quieres morir?" La mujer quedó aterrorizada, pues no sabía de dónde había salido la anciana, pero al ver la expresión bondadosa y agradable de su rostro, perdió el miedo y le contó todos sus problemas.


"No tienes por qué preocuparte -le dijo la anciana- y sacando una pequeña varita, continuó: Te daré un tesoro. Todo lo que tendrás que hacer por las mañanas es golpear el cubo con esta varita mágica y en seguida se ílenará de agua. Pero cuídate de golpearla dos veces y no le cuentes a nadie lo sucedido".


La pobre mujer no creía en la existencia de varitas mágicas, pero la anciana le ofreció aquella con tanta sinceridad, que empezó a creerlo y decidió probarla. Dándole las gracias a su benefactora, regresó a su casa y cuando a hurtadillas golpeó el cubo, éste se llenó de aguli en un iastante. Entonces se puso muy contenta porque ya no tendría que ir más a buscar agua; pero se cuidó de esconder bien la varita, para que nadie la viera.


Todo fue bien, hasta que un día su suegra empezó a sospechar. Sabía que su nuera tenia que transportar agua varias veces al día para llenar los cubos, pero durante mucho tiempo no la había visto dirigirse al pozo, aunque los cubos siempre estaban llenos. Esto aumentó sus sospechas, por lo que a escondidas, observó a su nuera, hasta que descubrió que, en lugar de ir en búsqueda de agua, golpeaba el cubo con un extraño palo. La suegra esperó a que la mujer se distrajera y le robó la pequeña vara. Ignorando sus poderes mágicos, empezó a golpear el cubo una y otra vez.


Una, dos, tres, en pocos momentos salió tal cantidad de agua del cuba, que cubrió toda la casa, así como todas las demás del pueblo cercano. Todos los campos se convirtieron en un lago.


Cuando la pobre mujer comprendió lo que había pasado, no pudo hacer nada, porque la anciana del pozo no le había dicho lo que tenía que hacer para que, el agua dejara de manar y de esta forma se ahogó en la inundación. El agua todavia está saliendo del cubo, que se convirtió en un enorme manantial artesiano.


Posteriormente, los habitantes construyeron un templo en honor a la pobre mujer a quien llamaron la Madre del Agua.


(e) Miraguano Ediciones Hermosilla 104, 28009 Madrid

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