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Arte científico y ciencia artística

16/09/2009
Tempranos bosquejos del bulbul chino hechos por el pionero ilustrador taiwanés Lin Yu-shan.

El Museo de Taiwan es una estructura impresionante. El edificio centenario fue renovado años atrás, respetando su elegante arquitectura. Sus amplios salones y cómodas escalerillas, así como sus enormes y bien planificados ventanales, le imprimen una cualidad artística. Dedicado a las ciencias naturales, no es un museo duro y estéril, sino que guarda la cadencia de una mansión acogedora. Tampoco es un frío conducto científico, porque no es ajeno a las últimas tecnologías que hacen la visita más educativa y placentera. Además, sin olvidar su función de preservación y difusión, presenta sus tesoros con belleza. En resumen, combina en palabra y acción elementos científicos y artísticos.

Este aspecto es explorado más rigurosamente en dos de sus recientes exposiciones. La primera de ellas, Cantos de la naturaleza: arte ecológico en Taiwan, presenta una mirada al vuelo de pájaro de la evolución del registro de la historia ecológica en la isla, desde los primeros exploradores europeos y japoneses hasta los locales en nuestros días. La segunda es más ambiciosa aún, ya que Estudios y artes de insectos: exhibición especial de artefactos relacionados a los insectos, trata de partir del ámbito científico y abarcar las diversas posibilidades artísticas en las que los insectos son los protagonistas o el medio para cristalizar la imaginación.

El fresco mezzanine en el tercer piso alberga Cantos de la naturaleza. Los primeros ejemplares están guardados celosamente tras vidrios especiales, que contienen ambientes controlados por computadoras. Pocos registros existen de las ilustraciones antes del siglo XIX. Las imágenes más tempranas corresponden a Grabados de panoramas de Taiwan, de Liu Shi-qi, que data de la dinastía Ching. De este se guarda una copia de una reimpresión posterior en la Biblioteca Nacional Central. Aparte de los paisajes y la cultura en la isla, contiene 12 dibujos llamados Vistas de Taiwan, con flores, frutas, verduras, peces e insectos propios de la isla. El valor de este texto como referencia en la investigación botánica, zoológica y agrícola es incalculable. Otro texto valiosísimo es Retrato de los aborígenes formosanos de las planicies, por su contenido antropológico y de las artes tradicionales. Extractos de estos textos son reproducidos en la muestra.

Los dibujos científicos de los primeros exploradores buscaban primeramente capturar las imágenes de los exóticos ejemplares de la flora y fauna de Taiwan para darlos a conocer al mundo. Los aportes de Robert Swinhoe durante el siglo XIX son los más sobresalientes entre los exploradores europeos de esa época. Durante su breve estadía en la isla, de 1856 a 1866, Swinhoe mantuvo una activa correspondencia con los editores de la revista de ciencias naturales Ibis; así como con el naturalista y ornitólogo John Gould, a quienes facilitó muchos ejemplares que sirvieron de modelo para las ilustraciones. No sólo fue la primera vez en que Europa pudo ver imágenes de las especies únicas de Taiwan, sino que también fue cuando se comenzaron a presentar dichas representaciones como obras de arte. Su aporte es tal que, de las más de 400 especies de aves de la isla, Swinhoe documentó 201, y muchos de los nombres científicos que asignó se siguen empleando.

Durante la época bajo el régimen japonés, las exhibiciones organizadas por el gobierno debían conformarse a los dictados de Tokio, por lo que se exigía “fidelidad a la escena” y que se mostraran los paisajes y personajes únicos de Taiwan. De este período destacan las obras de Lu Tieh-chou (1899-1942), y Lin Yu-shan (1907-2004). Ambos dominaron el arte de la observación y las técnicas necesarias para plasmar la naturaleza en todos sus detalles, como se aprecia en la exhibición.

Cuando el Gobierno del Kuomintang se trasladó a Taiwan, pocos artistas dedicados a representar la naturaleza llegaron con ellos. Destacaron artistas locales como Wang Jen-li (1909-1988) y Chen Chien-chu, quienes con sus obras que combinaban arte y ciencia, permitieron a los investigadores contar con datos históricos de primera mano.

En la época contemporánea, la década de los años ochenta vio el nacimiento de los artistas ecológicos profesionales, ya que la preocupación sobre el medio ambiente atrajo a muchos al campo del arte ecológico. Ya no era suficiente sólo retratar un animal o planta, sino que había que presentar la vida en el entorno con el que se convive en ese momento. Para los noventa, diversas entidades privadas organizaron diferentes exhibiciones de arte ecológico, impulsando esta tendencia artística a un arte establecido. Eco-artistas como Ho Hua-jen, Lai Chi-jen, Chen Yi-ming y Anderson Yang han liderado el cambio de meras ilustraciones a complejas obras llenas de significado, incursionando en diversas formas de expresión artística, como fotografía, escultura o documentales de video. Por ejemplo, una hermosa escultura del ritual de apareamiento del salmón formosano de tierra cercada, por Rolando Lee, es tan vívida y veraz que parece saltar hacia nosotros.

Por su parte, la exhibición sobre los insectos se divide en tres partes integradas: la ciencia, las creaciones y el ocio. La parte científica nos habla de la variedad de sus especies, su biología y su importancia económica al convivir con los seres humanos.

Es en la parte dedicada a los insectos en las artes y la cultura que vemos el impacto que su presencia ha tenido durante los siglos. Muchas canciones y leyendas tradicionales tienen a los insectos como protagonistas. En la pintura china, se incluyen frecuentemente mariposas, abejas, libélulas, grillos, mantis, avispas, gusanos de seda, esperanzas, y hasta humildes polillas o mariposas nocturnas.

Entre ellas, destaca el simbolismo de las mariposas, cuyo nombre en mandarín refleja felicidad y muchos descendientes, por lo que se considera un insecto auspicioso. Por ello, la delicada joyería de jade y ámbar en forma de mariposa es muy apreciada en el mundo chino. La representación de dos mariposas entrelazadas era un regalo tradicional en las bodas antiguas, como símbolo de amor. La imagen de la mariposa es capturada en tallas de madera, tejidos de seda, bordados y pinturas con tinta china. En esta exposición inclusive se cuenta con una reproducción del cuadro Las Espigadoras, de Jean-François Millet, hecho con alas de mariposas. Este delicado insecto también fue inmortalizado en la legendaria ópera Los Amantes Mariposa, una versión clásica china de Romeo y Julieta.

Otro insecto que acarrea gran simbolismo en la cultura china es la cigarra. De hecho, uno de los hallazgos arqueológicos más comunes son los artefactos de jade en forma de cigarra. Parte de la tradición funeraria consistía en poner uno de ellos en la boca de las personas fallecidas al enterrarlas, ya que la cigarra se asociaba con la inmortalidad del alma y la vida después de la muerte. Aparte de las representaciones en jade, las de bronce y marfil son también muy codiciadas en los mercados de antigüedades. Además, en la literatura antigua, se le menciona en el Libro de las Odas, destacando su canto y los meses en que aparece. En el Libro de los Ritos, se le llama una “delicia culinaria del Emperador”. En el Compendio de Materia Médica China, se le consideraba una panacea.

Por miles de años, los chinos han compartido el placer por los “insectos acústicos”, o “cantadores”, como grillos, esperanzas y cigarras. La cultura popular en China continental y Taiwan no sólo abarca sus cantos y el arte de las calabazas decoradas donde se guardan estos animalitos como mascotas, sino también su crianza con fines bélicos; o sea, para enfrentarlos en combate. La sección sobre ocio incluye hasta un video recientemente hecho en Taiwan acerca de las peleas de grillos negros.

Muchos museos cuentan con extensas colecciones naturalistas, pero no es frecuente poder disfrutar de tan diversa composición de obras artísticas y artefactos relacionados con la naturaleza como en estas dos exposiciones. En particular, llama la atención la representación de los insectos en el arte, con un conocimiento y apreciación de los mismos que van más allá de lo material, para descubrir su belleza e importancia en la historia. El atractivo del arte ecológico no sólo alienta a conservar la naturaleza para el futuro, sino que enriquece nuestras vidas con una nueva perspectiva en los detalles especiales del mundo natural que nos rodea.

Texto y fotos de Silvia Villalobos

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