08/05/2024

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VI. CUENTOS DE HOMBRES El bienhechor insatisfecho (final)

06/01/1988
Detrás de su casa había un pozo, del cual en otra ocasión, una doncella estaba sacando agua, cuando se acercó el hombre rico que le dijo jocosamente: "Qué agradable sería que el agua del pozo fuese vino y que no se acabara nunca, como el agua". La próxima vez que la muchacha fue a sacar agua, descubrió sorprendida, que su color era amarillento. Al primer sorbo supo que se había convertido en vino. Se lo dijo a su dueño, quien se maravilló aún más que ella. Desde ese día se dedicaron a vender vino y mucho más barato que en las tiendas del pueblo. Un día llegó un hombre a comprar licor. "No tenemos", respondieron. "¿Cómo es, le preguntó al hombre rico, que no tenéis licores si tenéis vino blanco?" De modo que después que el cliente se hubo marchado, el hombre rico pensó para sus adentros: "i Qué agradable sería si el agua del cubo se convirtiera en licor! Podríamos venderlo". Mientras lo pensaba, el agua del cubo cambió repentinamente. Empezaron a vender licor de arroz y se enriquecieron todavía más que antes. Un día, un hombre les pidió algunos pellejos de uva, pero el hombre rico respondió que no sabía donde los podría conse¬ guir. El comprador le dijo: "Si tenéis vino, ¿cómo es que no tenéis pellejos de uva? Me gustaría comprar algunos". El hombre se fue, dejando al hombre rico meditando acerca de la cuestión. "Es realmente estúpido tener vino y no tener pellejos de uva. Sería bueno tener también algunos". De repente aparecieron los dos hombres que una vez habían peleado frente a su casa y después comido y comportado de aquella manera tan grosera. Se quedó grandemente sorprendido al oírlos decir: "Es verdad que eres amable y caritativo, pero eres demasiado acaparador. Primero tuviste vino, luego quisiste licores y ahora deseas pellejos de uva. Pocos hombres hay que se conformen en este mundo. Desde este día, el vino y los licores desaparecerán y tampoco podrás conseguir pellejos de uva". Justo en el momento en que el hombre se disponía a responder, los dos mendigos desaparecieron. Corrió hacia su casa pero el licor del cubo se había convertido otra vez en agua y el pozo dejó de serlo de vino. Miraguano Ediciones Hermosilla 104, 28009 Madrid

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