El mundo puede dividirse en dos grupos de personas: los chinos y los no chinos (hay un grupo que tiene la suerte, la belleza y el misterio de ser ambas cosas). Entre los no chinos están los que viven en China y los que viven fuera de China. Además estamos los que vivimos en China, pero todavía no la conocemos lo suficiente.
Cuando una persona vive durante un año en un país extranjero, puede escribir un libro muy grueso sobre este país; pero cuando pasa la mitad de su vida en el mismo país, le cuesta mucho más trabajo escribir una simple página. Esto es porque se da cuenta que las cosas comunes entre lo países son más numerosas que las diferencias. Escribir sobre éstas es sólo un reflejo del mundo de las impresiones; sin embargo, escribir sobre los puntos comunes, es escribir sobre la vida y esto último siempre es dificil y sólo pueden hacerlo los grandes genios.
A menudo suelen aparecer en revistas extranjeras artículos sobre Taiwan. La mayoría de autores sólo han permanecido acá un par de semanas; sin embargo son capaces de escribir no sólo artículos, sino hasta libros, pero todo ello no son más que impresiones.
Cuando escriben que los hoteles en Taiwan son cómodos y modernos, pienso que indudablemente durante su estancia en Taiwan, se han hospedado en un hotel como el Hilton. No se dan cuenta que el Hilton de Taipei es igual que el Hilton de Roma y éstos a su vez son iguales que el Hilton de Nueva York y que los Hilton de todo el planeta: desde la sonrisa de los camareros, hasta la cara de los clientes, pasando por los retretes, son iguales en todas estas cadenas hoteleras del mundo. Estas personas nunca han sentido la poesía de hospedarse en un hotel barato; de vislumbrar tras una puerta entornada a la familia del patrón cenando e incluso la simpática impresión de desvelarse a media noche, por el ronquido de alguno que otro huésped.
Cuando añaden en sus artículos que en Taiwan puede comprarse joyería de coral y jade, supongo que las únicas tiendas que han visitado son las del propio hotel internacional o las que están a su alrededor. Estas personas nunca han ido a comprar arroz o una cerveza a una tienda pequeña de barrio, donde junto al saquito del arroz se puede observar a una abuela cuidar de su nieto o a un estudiante hacer sus deberes escolares. Observar ésto es vislumbrar la mejor joya: la vida.
Estos autores pasean por las céntricas y anchas avenidas y no se arriesgan a pasar por una calle estrecha y mal pavimentada de las afueras de la ciudad. Nunca visitan una fábrica para ver en qué condiciones trabajan las personas; nunca visitan un mercado para ver cómo compran las amas de casa y qué productos comen. Si lo hiciesen así, podrían escribir sobre la inteligencia del pueblo chino, que ha sabido sobrevivir en un medio dificil y super-poblado. Bajo circunstancisa en que otras culturas apenas hubiesen podido sobrevivir varias generaciones, los chinos lo llevan haciendo miles de años y prosperando cada día más.
Observando al pueblo chino, puede vislumbrarse la sombra de sus cinco mil años de cultura, pero bajo el chorro de aire acondicionado de un hotel internacional y servido por camareros hechos en serie: ¡ jamás!