27/04/2024

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Introducción al pensamiento chino (I)

06/09/1987
Por Ricardo Blizquez Martinez

El pensamiento y lenguaje de Occidente parece como si quisiese acabar con lo poco que queda de elementos autóctonos ajenos al mismo.

Sin embargo, quien haya visitado algún territorio chino, no le será dificil todavía imaginarse que se encuentra dentro de la China antigua; por ejemplo, la dinastía Sung (960-1279 d. C.), que se distinguió de las demás por el notable aumento en la demanda de diversiones por parte del pueblo. En ciudades como Kaifeng, durante las festividades las calles se llenaban de pequeños puestos de comida, flores, peces, pájaros, hierbas, incontables variedades de sedas, caligrafias y frutas exóticas. En los rincones más tranquilos de la ciudad, se levantaban pequeños escenarios, nada suntuosos, frente a los que se agolpaba la población para escuchar cuentos, los que eran recitados por un narrador, acompañado casi siempre por alguna joven bella y de modales refinados, que lo acompañaba en la recitación con algún instrumento musical, haciendo que su voz se elevase como el vuelo de una grulla o cayese como el agua de una cascada. Hubo narradores tan sagaces, capaces de relatar historias ininterrumpidamente, durante horas y horas, enlazando cuento tras cuento, los cuales generalmente hacían referencia a sucesos sobrenaturales y espíritus diabólicos, historias de mujeres fantasmales y enamoradizas, de justicia y amor, de amor filial, de inmortales, de magos y de magia.


Fue así como los innumerables cuentos que en cierta época se transmitieron oralmente en China, fueron después escritos, editándose posteriormente por los eruditos.


La mayoría de personajes de los cuentos se convirtieron en protagonistas de óperas chinas, novelas y además durante este siglo, en protagonistas de películas y series televisivas. La tradición china es tan rica e inagotable, que además de inspirar a aquellos profesionales "de la lengua" en las antiguas dinastías imperiales, ha servido también de fuente de inspiración de los profesionales de "los medios de comunicación" del siglo XX.


Además, para una primera aproximación a la cultura china, será necesario anotar su gigantismo geográfico.


Los griegos conocieron ya la existencia de este país, ál que llamaron Serica o país de la seda. En la Edad Media se acuñó el nombre de Catay, debido a una tribu mongol denominada Khilan, en el siglo X. Además, los chinos han tenido muchas otras afinidades con los griegos: como ellos, se consideraban el centro del mundo y conceptuaban como bárbaros a sus vecinos. Esta creencia centralista es la que le ha dado los nombres por los que se conoce al país entre sus habitantes: Imperio Medio (Chung-kwo) y Tierra Luciente del Medio (Chung-hwa). Ambas denominaciones continúan aún vigentes, por lo que para los chinos el nombre de China suena extraño e importado.


Actualmente China ya no constituye el centro del mundo, pero puede que el futuro decida que vuelva a serlo, debido a su gigantismo demográfico: más de 1.000 millones de habitantes. Sus dimensiones (9 millones y medio de kilómetros cuadrados) que equivalen al 6,5 por ciento de las tierras emergidas del planeta, ocupando el tercer puesto en el mundo en cuanto a tamaño se refiere. Sus dimensiones son semejantes a las distancias que separan de norte a sur, el estrecho de Gibraltar del norte de Laponia y de este a oeste, el espacio comprendido entre Lisboa y los Urales. El grupo étnico de los Han, constituye el 94 por ciento de la población, viviendo en el centro de China propiamente dicha. Este es el grupo que más ha contribuido al desarrollo de la civilización china, en los campos de la literatura, ciencias, filosofia, medicina y astrología. Les debemos inventos tan importantes como la brújula, la pólvora; el papel, las técnicas de la imprenta, la imprenta de tipos movibles y la acupuntura. El restante 6 por ciento, está compuesto por un grupo heterogéneo, compuesto de más de medio centenar de minorías raciales de origen muy variado.

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