07/05/2024

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VI. CUENTOS DE HOMBRES

16/09/1987

Yama pronto se inquietó, pues el espíritu de una pierna también tardaba en volver, así que montando en su caballo veterano en mil batallas, se encaminó hacia la casa de Chu, junto con Cabeza de Buey y Cara de Caballo. Chu supo de su llegada con antelación y le dio órdenes concretas a su mujer sobre lo que debía hacer. Con una sonrisa en el rostro, la esposa salió a recibir a Yama y lo invitó a cenar.


Después de la comida, Chu sacó del establo a un búfalo de agua. Mientras montaba al animal con la intención de cabalgar hacia el mundo subterráneo, tal como le había ordenado Yama, su mujer clavó dos flechas resplandecientes en el lomo del animal, de tal manera que el carabao enloquecido por el repentino dolor, salió disparada tan veloz que ni el famoso caballo de Yama pudo alcanzarle.


Yama le gritaba a Chu que se detuviese, al tiempo que le preguntaba: "¿Qué clase de búfalo es ese? No sabía que pudieran correr tan rápido." A lo que Chu respondía sin darse vuelta ni un milímetro: "Es un carabao veterano en mil batallas." Yama estaba muy sorprendido y le suplicó a Chu que le permitiera probarlo. Chu accedió, pero advirtiéndole: "Mi búfalo sólo obedece a su amo. Sólo corre rápido conmigo." Yama le preguntó entonces: "¿Qué podemos hacer para que el caballo crea que yo soy tú?" Chu respondió: "Quizás lo engañemos si te pones mi ropa." Le dio su ropa a Yama, éste se la puso y montó sobre el carabao, que rehusó dar un solo paso. Sin embargo, Chu estaba sentado en el caballo veterano en mil batallas del Dios del Infierno y vestido con su ropa.


Espoleó entonces al caballo y pronto llegó al infierno; allí se sentó en el trono, gritándole a los demonios y demás pequeños espíritus sirvientes: "Chu, el Bribón, me sigue montado en un búfalo de agua; cuando llegue, golpeadlo."


Los espíritus no sabían que el hombre que montaba el carabao era en realidad el rey del infierno. Sin ni siquiera preguntarle su nombre, lo desmontaron y apalearon, hasta que Cabeza de Buey y Cara de Caballo llegaron, y explicaron lo que había ocurrido. Loco de ira, el rey del infiernb recuperó su trono y les ordenó a los pequeños espíritus que calentaran una caldera de aceite para hervir en él a Chu.

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