03/05/2024

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Dando vida a la madera muerta

06/12/2009
La obra Sol, luna, estrellas, de A-Sun Wu, surgió de entre la abatida madera de un árbol caído para representar la relación entre el ser humano y la Naturaleza que lo rodea en esta muestra de arte.
Uno de los testimonios más evidentes de la destrucción ocurrida durante el tifón Morakot que azotó Taiwan sin misericordia en agosto pasado fue la cantidad nunca antes vista de madera flotante. Las labores en los puertos pesqueros, las salidas de pesca de botes pequeños, las excursiones entre las islas por medio de trasbordadores; en fin, todo tipo de actividades acuáticas, principalmente en la costa sudeste de la isla, fue suspendido por varias semanas después del cataclismo.

El cálculo oficial cita la conservadora cifra de 980 mil toneladas de madera muerta a la deriva; o sea, 19 mil hectáreas de bosque o un 0,7 del área montañosa de la isla. La cantidad de madera fue tal que piezas de hasta 20 metros de largo alcanzaron las costas de las islas Kyushu en Japón, taponando puertos y poniendo en peligro barcos de pasajeros y buques pesqueros.

Esta tragedia sin precedentes también requirió una respuesta fuera de lo corriente. La tormenta arrancó de cuajo árboles inapreciables de maderas preciosas, cuyo valor resulta incalculable tanto ecológica como comercialmente. Normalmente, está terminantemente prohibido recolectar esta madera, considerada propiedad del Estado. Bajo circunstancias especiales, la autoridad competente, como la Administración de Guardacostas en el caso de la madera bloqueando los puertos, examina las piezas, las identifica y las marca con un sello en forma de flor de cerezo. Estas piezas son trasladadas a un depósito y vendidas en subasta para recolectar fondos con fines de reconstrucción y reforestación. Lo que no esté marcado puede ser recolectado por los residentes si así lo permiten las autoridades y solamente en el período designado para ello.

En esta ocasión, se integraron estos restos de la destrucción dentro del proceso integral de recuperación física y emocional de las víctimas del desastre. Por ejemplo, la Fundación Jardín de Esperanza ha dado capacitación a los damnificados que perdieron sus hogares y todavía habitan en bases militares en el sureño distrito de Kaohsiung para hacer manualidades con dicha madera flotante, tales como llaveros y otros artículos que puedan ser vendidos, generando ingresos muy bien recibidos.

Grupos de visitantes se agolpan para tomar fotografías a las obras de madera flotante expuestas en el parque costero.


Por su parte, los artistas locales e internacionales no se han quedado atrás. En el distrito de Taitung, en la parte este de Taiwan, docenas de artistas de Taiwan, Japón, Corea del Sur y Canadá, se congregaron en un parque paisajístico costero, para compartir su interés común de tallar la madera muerta y devolverle la vida con su arte. De su esfuerzo salieron obras desde majestuosas instalaciones hasta delicados artículos decorativos.

Solamente en el distrito de Taitung, se han recolectado hasta el cierre de edición más de 117 mil toneladas de madera a la deriva, en una labor que todavía no ha concluido.

El Buró de Silvicultura del Consejo de Agricultura (COA, siglas en inglés), ente responsable por las labores de cuidado y empleo de esta madera a la deriva, se vio en grandes dificultades para saber qué hacer con tanta disponibilidad de materia prima. Fue entonces cuando a Chang Pin, jefe de la Oficina Forestal del Distrito de Taitung, se le ocurrió la idea de invitar artistas para convertir “desechos en oro”.

Su idea se ganó de inmediato el apoyo de Lin Yung-fa, director del Centro Nacional de Arte Viviente de Taitung, quien accedió a ayudar en la organización de una serie de eventos para hacerla realidad. La cooperación entre diversas agencias; en particular, del COA y el Consejo para los Asuntos Culturales, permitió delinear los detalles de esta actividad.

El COA facilitó más de tres mil toneladas de madera hallada flotando para que los artistas nacionales y extranjeros “infundieran nueva vida a lo que fue cruelmente abatido por la naturaleza”.

Para Chang, la madera flotante en las aguas no es basura inútil, sino más bien está llena de valor cultural, artístico y ecológico.

Vista parcial de un puerto en Taitung taponado por la cantidad de madera muerta a la deriva.

“Sería lamentable desperdiciar esta madera a la deriva.... Al organizar este evento, esperamos que los artistas usen sus habilidades estéticas para infundir una nueva vitalidad a estos residuos de madera”, afirmó Chang en una entrevista. “Creemos que el trabajo creado para este evento simbolizará el resurgimiento de Taiwan de entre las cenizas de la catástrofe natural”.

Lin compartió su punto de vista, diciendo que la naturaleza es omnipotente y llena de posibilidades. “Es doloroso ver tantos hermosos árboles centenarios derribados por la tormenta... pero es alegre ver a la madera recobrar vida en las manos hábiles de los artistas.... Las creaciones artísticas ayudarán a sanar las heridas causadas por Morakot”, opinó Lin.

La talla de madera flotante comenzó con un ritual indígena puyuma el 21 del mes pasado y se extendió hasta el día 28. Una vez finalizadas, las obras se pondrán en exposición permanente en museos y galerías de todo el país.

Ocho grandes piezas de madera a la deriva se han erigido en el parque de la playa como símbolo de la crueldad del tifón Morakot, añadió Lin.

A-Sun Wu, reconocido pintor y escultor, fue invitado a tallar la pieza central para el evento, basada en un árbol de alcanfor de mil años de edad, arrancado de cuajo por el tifón. “Las retorcidas raíces e intrincados nudos del enorme árbol antiguo forman una masa misteriosa que se ve grandiosa, como un hoyo negro en el Universo”, declaró Wu en una entrevista reciente.

Denominada Sol, luna, estrellas, la obra de Wu personifica la inmensa energía del Universo, y consta de muchas imágenes que simbolizan la filosofía china del yin y el yang, así como el antílope tibetano, la víbora de nariz respingada o serpiente cien pasos que es sagrada para la tribu paiwan, el búfalo de agua y huesos de animales, para subrayar la importancia de la armonía entre los seres humanos y la naturaleza.

“El Universo es impresionante en cuanto a su extensión, orden, belleza y crueldad, y la Naturaleza es una gran escultora... estoy creando una obra con la interacción entre los seres humanos y la Madre Naturaleza.... Espero que mi trabajo inspire al público a mirar al Universo y la Naturaleza con piedad y reverencia”, reveló Wu.

Un árbol arrancado de la montaña y arrastrado a la playa por la fuerza del tifón Morakot evoca ahora la esperanza para la nación en esta obra de madera flotante. (Fotos de CNA)


Kim Dea Hyean, un artista de Corea del Sur, grabó tótems de deidades guardianes tradicionales coreanas en un pedazo grande de madera flotante de ciprés. Kim afirmó que le complace usar la madera muerta como su medio creativo. “La madera a la deriva es un bien natural y un material valioso para la creación artística”, opinó.

Tomokazu Hamamoto, tallador de madera japonés, inscribió el carácter chino zhou, o universo, sobre un trozo de palo de rosa para destacar el tema de su obra, que rinde homenaje al espíritu del cosmos: magnífico, prolífico e inexorable.

Como los pueblos indígenas constituyen la mayoría de la población en Taitung, muchos artistas aborígenes también tomaron parte en el evento. Raheizi Dalifu, artista de la tribu puyuma, señaló que desde hace mucho tiempo se ha dedicado a tallar la madera a la deriva porque este medio está estrechamente relacionado con su tribu y las laderas de la montaña en la que vive.

“Cada vez que recojo un trozo de madera, un sentimiento de nostalgia tiende a brotar en mi mente. Pienso para mí mismo: esta madera creció en las montañas altas. ¿Cuánto tiempo vivió allí? ¿Qué distancia flotó y cuánto tiempo estuvo ignorada en algún río de un valle o en la costa antes de que yo la encontrara? ¿La conocieron mis antepasados siglos atrás? Tales sentimientos suelen ayudar a enriquecer mi ingenio”, declaró Raheizi.

Su talla para el evento es una obra que presenta a los pueblos aborígenes cantando y bailando en una playa, bajo un cielo brillante, con el fin de celebrar el renacimiento después de un desastre natural.

“Estoy muy complacido de ver la respuesta entusiasta del público a este festival.... Ya que la talla de madera a la deriva y el arte de instalación con madera flotante han sido populares en el este de Taiwan por largo tiempo, espero que el evento ayudará a impulsar aún más el desarrollo de este arte y convertirá a Taitung en el centro de atención internacional como la meca del arte en madera a la deriva”, concluyó Lin.

Recopilado por Silvia Villalobos, con material de CNA

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