08/05/2024

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El Taoísmo o la armonía

26/08/1988
Durante más de dos mil años, una gran parte de la población mundial se ha visto altamente influenciada por una filosofía de gran vitalidad denominada Taoísmo.
El Taoísmo fue creado en China durante la dinastía Chou, alrededor del siglo III o IV a. C., por Lao Tzu, quien escribió un corto ensayo menor de seis mil palabras titulado "El Tao" (La Filosofía). Posteriormente su filosofia fue expandida e interpretada por el genial filósofo y poeta Chuang Tzu, durante la segunda parte del siglo IV a. C.
El objetivo primordial de la filosofía taoísta consiste en alcanzar integración y armonía interna en cada ser humano. Como tal, el taoísmo es una forma de inconformismo. Dice que el hombre sólo puede lograr una completa humanidad personal a través del proceso de desaparición de lo que hemos aprendido, a fin de tener la oportunidad de volver en armonía con todas las cosas como si fuera el comienzo.
La filosofía del ego es la raíz de la desarmonía y por consiguiente, es el factor principal causal del sufrimiento humano. Por esta razón, el hombre debe olvidar su ego. Con la eliminación de los deseos del ego, el hombre se libra también de los conflictos internos.
Lao Tzu opina que las per. sobas que funcionan en plenitud tienen, por consiguiente, menos deseos y se apegan menos a personas o cosas. Viven en función de su propia estimación a sí mismos y no de los demás. Luchan por una sencillez natural y por una vida espontánea y se alejan de lo artificial y de los impulsos.
Los verdaderos taoístas no están sujetos a sus emociones. Se perciben a sí mismos en términos de sus propias fuerzas y debilidades visibles. Se consideran como seres únicos y, de esta forma, no están en competencia con nadie.Practican la "no-acción".
Para los taoístas, la "noacción" no representa una condición pasiva, sino más bien, una forma sutil de acción. Para referirse a este punto, se emplea el agua como una metáfora común. En las palabras de Lao Tzu:
"Como el agua cede suavemente al arrimarse a las rocas obstinadas.
Cuando uno cede en la vida, resuelve lo insoluble:
Ceder, he aprendido, es regresar otra vez.
Pero, esta lección sin palabras, Este simple ejemplo,
Está perdido entre los hombres".
El taoísta reconoce el poder de la moralidad y, por consiguiente, es sensible a la sociedad y a los sentimientos de las personas. No juzga nada y reacciona más a las actitudes que a las acciones de la gente. Rechaza la violencia, la opresión y el poder. Rehusa hacerse partícipe a la conquista de la naturaleza y a explotar a los demás. Más aún, lucha por ser amigo tanto del hombre, como de la naturaleza. Su meta es tener armonía con todas las cosas, dejando que las cosas sucedan según su propio destino. Los taoístas consideran esa forma de vida como la esencia de la madurez.
Lao Tzu y en especial Chuang Tzu, enfatizan que el taoísta que funciona en plenitud debe estar siempre comprometido con la trascendencia personal. Este es el proceso por el cual se pueden observar todas las cosas en términos, tanto de su propio ser como de una completa totalidad no diferenciada. Al romper con esa totalidad, surgen el dolor y la desesperación. La forma de llegar a "una buena vida" es por medio de la superación o la eliminación de todas las diferencias y deseos, puesto que éstos sólo traen rompimientos que causan debilidad o impotencia. Los taoístas consideran que la oposición del rompimiento son la unidad, la aceptación y el amor universal. En el corazón del amor taoísta está la habilidad de unir y formar parte de todas las cosas.
Los taoístas que funcionan en plenitud están convencidos que la bondad y la rectitud natural son innatas. Por consiguiente, tratan de vivir naturalmente y, de tal forma, que alientan la paz en momentos conflictivos, la unidad en separaciones, el amor y la trascendencia en el caos.

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