Hace 20 años, cuando el expresidente Chiang Kai-shek emprendió el Movimiento del Renacimiento Cultural Chino, su objetivo fue no solamente contrarrestar el intento de los comunistas chinos por exterminar la cultura china tradicional, sino que perseguía también continuar la misión que el Dr. Sun Yat-sen, fundador de la República de China, le dejó a la nación: combinar lo mejor de la cultura china, con la democracia y la ciencia moderna.
China es la más antigua civilización existente. La nación ha experimentado incontables tribulaciones en sus 5000 años de historia, pero ha sobrevivido de todas ellas. Sólo ésto constituye suficiente evidencia de que nuestra cultura es valiosa y que merece preservarse.
Dentro del corazón de la cultura china está el Confucianismo, formulado por Confucio y complementado por Mencio y otros grandes maestros. El Budismo y el Taoísmo han desempeñado también importantes papeles en la formación del pensamiento y conducta chinos.
Confucio fue uno de los sabios más grandes de la humanidad. Sus enseñanzas son universalmente válidas y aplicables no solamente a su época, sino que también a los tiempos actuales. Enseñó a las personas a amarse y respetarse unas a otras y por encima de cualquier otra realización, colocó el cultivo de la excelencia moral.
Mencio aceptó los conceptos establecidos por Confucio, pero le dio énfasis a la importancia de un gobierno eficiente, sosteniendo que la última meta de la política, es la promoción del bienestar de la humanidad. Por eso se opuso al régimen totalitario y acentuó que las políticas gubernamentales deben basarse en las necesidades del pueblo. Sostuvo también que el pueblo puede sublevarse y derrocar a un gobernante que desatienda a sus intereses.
Ni Confucio, ni Mencio, lograron hacer que sus ideas fueras aceptadas por los gobernantes de su época, pero el sistema de pensamiento que establecieron ha tenido una tremenda influencia sobre los valores chinos. El énfasis que nuestra cultura tradicional ha puesto en la paz, la armonía, la benevolencia, la misericordia, la modestia, la diligencia y la frugalidad, han sido debidos a las enseñanzas de Confucio y sus seguidores.
Abogar por la preservación de la cultura china tradicional no quiere decir que debamos retrasar el tiempo y detener nuestros esfuerzos de modernización. Como expresó cierta vez el Dr. Sun Yat-sen, activo partidario de la modernización china: fracasaremos en todo lo que hagamos, si en nuestros intentos por modernizar a la nación, abandonamos nuestra herencia cultural.