08/05/2024

Taiwan Today

Noticias de Taiwán

Cheng Huang, el Dios de la Ciudad

16/06/1986
El sistema de creencias reli­giosas chino, tiene un Dios guardian casi para cada aspecto de la vida humana. No es de sorprender entonces, que en­contremos protegidas las ciu­dades de la República de China, por Cheng Huang, el Dios de la Ciudad. La selección de una ciudad para Cheng Huang es hecha por los habitantes de las mismas; por lo general la hace algún ex­perimentado guerrero local o un funcionario oficial. Han exis­tido varios Cheng Huang que han recibido homenaje por parte de los emperadores, bajo los títulos de Wang (Rey), Kung (Duque), Hou (Marqués) y Po (Conde). Las atribuciones del Dios de la Ciudad son muy numerosas y se le encuentra trabajando muy estrechamente con el magis­trado de la tierra. Protege del peligro a la ciudad, resguardán­dola de los enemigos y puede, si es necesario, alterar el clima para evitar desastres naturales. Actúa como juez y gobernador espiritual y es el enlace entre la humanidad y los dioses más altos, intercediendo en repre­sentación de los habitantes que residen en su ciudad. Según los conceptos de "Yin" (el mundo infernal) y "Yang" (el mundo de los seres vivos), el Dios de la Ciudad re­presenta al "Yin" y el magis­trado humano, al "Yang". Ambos tienen igual rango, ofre­ciendo el magistrado incienso al Dios, más como muestra de cortesía que como una obligación. Los festivales de Cheng Huan se celebran anualmente con motivo del aniversario de su nacimiento, el decimotercer día de la quinta luna del calen­dario lunar. En algunas ciudades, los festivales se celebran en fechas diferentes. Es adorado especialmente para Año Nuevo y para los días lo. y 15 de cada mes. Tres veces al año tienen salen procesiones en su honor, en ocasión de los festivales anuales más importantes. Existen en la isla 54 templos. El de Tainan, el más antiguo, se remonta a la dinastía Ming (1386-1644). Sin em­bargo, el templo más popular, es el Hsia Hai de Taipei, famoso por las celebraciones que han tenido lugar durante más de cien años. Existen otros dos templos bastante conocidos: uno en Hsinchu y el otro en Makung, capital de las Islas Penghu (Pescadores), teniendo cada uno, una fascinante historia. La historia del templo de Hsinchu se remonta a la dinastía Ching (1644-1911). Un día, un niño que era realmente un prín­cipe, así como su niñera, esta­ban en un barco en el mar. El bote se encontró con un tifón y fue impulsado por la corriente, desde el Continente hasta Taiwan. El niño y su niñera bus­caron refugio en el templo Hsiang Shang de Hsinchu. Cuando el príncipe hubo cre­cido, al escuchar un día el sonido de unos gongs, supo que era hora de regresar a Pekín. La noche anterior, el magistrado del municipio soñó que el Dios del Templo le dijo que el joven era realmente un príncipe y que tenía que acompañarlo en su viaje de regreso a Pekín. En relación al otro templo en Makung: durante el reinado del emperador Kuang Hsu (1875-1908) en la dinastía Ching, se había desencadenado una guerra entre Francia y China. En Makung, los habi­tantes fueron a la isla Paisha(Arena Blanca), para escapar de los estragos de la guerra; implo­raron el nombre de Cheng Huang, suplicándole su protección. De pronto, se produjo una tormenta que extinguió el esta­ llido de las bombas del ene­migo. Los habitantes de Makung atribuyeron este hecho afortunado a Cheng Huan, reverenciándolo en lo su­cesivo en forma muy especial. La más importante de las procesiones en honor del Dios de la Ciudad, el día decimotercero de la quinta luna, que este año cáe el 19 de junio, sale del templo a Cheng Huang en Taipei. Personas de todas edades participan en esta proce­sión, desempeñando los papeles de los diferentes asistentes de Cheng Huang. Se visten con tú­nicas de pitón y con ropa pare­cida a antiguos uniformes de po­licía, pintándose los rostros de color rojo y verde, en honor al dios. Encabezando la procesión puede verse el anda que lleva a la imagen del Dios. Tras de él algunas personas llevan una larga cuerda de galletas que son ofrecidas por las mujeres que se alínean en la ruta seguida por el desfile. Se cree que al comer estas galletas, los niños crecerán altos e inteligentes, en tanto que los ancianos gozarán de buena salud. Incorporadas tam­bién al séquito del Dios, van también algunas personas ejecu­tando danzas del dragón, así como adoradores llevando pe­queños faroles o incensarios El desfile finaliza en medio del atronador estallido de pe­tardos o cohetillos. Cuando el humo provocado por ellos se extingue finalmente, los partici­pantes son homenajeados con un gran banquete que fácil­mente podría prolongarse hasta bien entrada la noche, consistente en cerdos y vacas enteros, platos de vegetales y suficiente vino, para satisfacer incluso hasta al más glotón.

Popular

Más reciente