Taiwan Today

Las esculturas en madera de Chang Ching-cheng, esculpidas con un apacible temperamento, una rústica simplicidad y unas manos muy vigorosas, fueron presentadas en reciente exposición en la galería Spring, del 13 al 22 dejunio. Chang Ching-cheng podría haber heredado su talento de su familia; sin embargo es indudable que sin sus grandes esfuerzos y positiva actitud para el trabajo, nunca se hubiese podido convertir en un prestigioso miembro del club de escultores fundado por su tío, el también famoso escultor Chu Ming. Chang creció en Holi, Taichung, otro famoso centro de escultura del país, además de Shan Yi, Miaoli. Casi todos en su pueblo natal se han dedicado a la producción y exportación de esculturas en madera y él y sus tres hermanos, quienes recibieron clases con otro tío, el hermano mayor de Chu Ming, no han sido la excepción. Empezó a esculpir cuando tenía aproximadamente 14 años, dedicándose a la escultura como la profesión de su vida. En sus primeros años estuvo apegado a los estilos tradicionales. Posteriormente empezó a usar líneas muy simples y colores brillantes. Actualmente ha mezclado estos dos estilos en otro totalmente nuevo, más libre y que constituye una forma de expresión más enérgica. Después de haberse sentido atraído por la religión, empezó a leer obras de Taoísmo y Budismo, ejerciendo este interés una fuerte influencia en sus esculturas. Hace dos años empezó a crear un amplio campo de personalidades espirituales. La mayoría de personas -dice- no tienen idea de la multiplicidad de dioses, semidioses y otros seres celestiales, así como de la gran cantidad de poderosas expresiones artísticas que pueden inspirar. Las obras de Chang captan los rasgos especiales de personalidad y los manerismos que cada deidad ejemplifica o representa. Al humanizar lo que de otra forma podría ser un arquetipo estático, consigue revivir estas antiguas imágenes, a través de una forma personal y única. A propósito deja de lado la solemnidad y gravedad, así como la formal disposición de la mayoría de imágenes religiosas, creando en su lugar, esculturas con cabezas grandes y desproporcionadas, como si fuera un niño ingenuo, inocente y desinhibido. Lo más interesante de Chang, es que rehusa resueltamente esculpir bustos de personas vivas, ya sean personalidades famosas del campo militar, político o artístico, prefiriendo evitar el gamour, el renombre y el clima de competitividad que tales personas suelen atraer.