29/04/2024

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El mes de los espíritus (final)

16/08/1986
Mientras que los archivos se encuentras dispersos e incompletos, resulta claro que la tradición del Señor Yama llegó a China con la introducción del Budismo, durante el siglo III al VI d. C. Al mismo tiempo, los reyes del infierno se multiplicaron en diez, dividiéndose éste en 18 niveles.

¿Por qué 18? El Budismo sostiene que las raíces del deseo descansan en los seis órganos de los ojos, los oídos, la naríz,la lengua, el cuerpa y la mente, mientras que cada deseo puede pervertirse en tres formas: codicia, ira o locura. Existen así, 18 formas de crear un mal karma, teniendo señalado cada uno un nivel en el infierno.

Una de las más remotas y detalladas descripciones de los Diez Reinos del Infierno y de los Dieciocho Niveles, aparece en los primeros capítulos de la novela del siglo XV Viaje al Occidente, de Wu Cheng-en. Las historias de Wei Cheng matando en su sueño al dragón, el descenso a los infiernos del emperador Tai Tsung de la dinastía Tang, el juez Tsui, alterando los Archivos de la Vida y la Muerte y el retorno de Tai Tsung al mundo de los vivos, ha tenido una influencia perdurable y muy difundida en la concepción popular del infierno.

Hablando en términos generales, todos estos diez reyes son llamados comúnmente Rey Yen-lo; sin embargo él es realmente un rey sólo en la quinta de las diez cortes del infierno; todos los demás tienen sus nombres respectivos.

El primero es Chin-kuang, quien cuida las almas de los virtuosos y nombra guardianes para escoltarlos a través del Puente Dorado hacia el Paraíso Occidental.

El segundo reyes Chu-chiang. En su corte existen tres niveles. En uno de ellos se le corta la lengua a los calumniadores y litigantes. En el otro se le cortan los dedos a quienes incitan a las viudas a casarse nuevamente. En el tercero, se encuentra un árbol de hierro, del cual se cuelga a quienes han sembrado discordias.

La tercera corte pertenece al rey Sung-ti y tiene dos niveles. En uno de ellos se encuentra un espejo que refleja de una ojeada, los pecados de quienes han hecho daño a los demás y se han mostrado renuentes a confesarlo. En el otro, los chismosos y calumniadores son sumergidos dentro de horribles vapores.

Los tres niveles de la cuarta corte son presididos por el rey Wu-kuan. En el primero, los asesinos y bandoleros son atados a un poste de bronce relleno de fuego. En el segundo se encuentra la Montaña de la Espada, en la que los que blasfemaron de Buda o mataron caprichosamente a las criaturas vivientes, son forzados a ascender desnudos a la montaña de innumerables y filudas espadas. Los que sufren castigos en el último nivel, el infierno del frío glacial, son los asesinos de esposos, adúlteros, infieles y aquellos que han incitado al juego a los demás.

El rey Yen-lo vigila la quinta corte y su caldera de aceite hirviendo en la que son sumergidos los ladrones, bandidos, tramposos, acusadores falsos, seductores y sus cómplices de! mal.

La sexta corte, la del rey Pien-cheng, tiene dos niveles. En uno, aquellos que han estrangulado a las personas o asesinado a los niños, son enviados a la muerte debajo de un gigantesco canto rodado. En el otro, aquellos que han desperdiciado los granos o se han quejado de sus alimentos, son aplastados por un enorme mortero.

El rey Tai-shan supervisa los tres niveles de la séptima corte. Sumergidos dentro del Charco de Sangre, se encuentran las monjas que rompieron sus votos, las jóvenes que han sido infieles con sus suegras o las impúdicas, así como las que han empujado a las mujeres buenas a la prostitución o maltratado a los hijos adoptivos. En el segundo nivel, la Ciudad de la Muerte Ilegal, se castiga a los suicidas.

La octava corte del rey Ping-ten, tiene dos niveles. La Montaña del Fuego consume a los sacerdotes budistas y taoístas que bebieron licor, los malversadores de fondos públicos y quienes prendieron fuego a las faldas de las montañas. En el otro nivel, los sacerdotes que se convirtieron en ladrones o bandidos, mientras que los que mataron animales son molidos en salchichas de carne.

El rey Tu-shin gobierna la novena corte, el Infierno de los Cuchillos y las Sierras. Aquí son cortados y reducidos a pedazos los secuestradores y mercaderes deshonestos, mientras que los cazadores son devorados por los tigres.

La última corte pertenece al rey Chuan-lun o Rey de la Rueda de la Transmigración. Aquí se reencarnan ellos mismos en animales, quienes le hayan hecho algún daño a éstos, en tanto que los asesinos son privados del derecho a renacer.

Algunos de los castigos podrían parecer demasiado excesivos en proporción a los pecados, como por ejemplo los inflingidos a los desperdiciadores de granos o incitadores al juego o de quienes se quejan a la hora de las comidas; sin embargo, de acuerdo con los archivos, el mismo rey Yen-lo no tiene un corazón tan duro y trata de consolar a las almas del infierno, cantándoles ocasionalmente un gatha fortificante:

Les fue dado un cuerpo humano, pero no pudieron cultivarlo correctamente;

Como si entrasen a la Montaña del Tesoro, regresando con las manos vacías.

Ahora están sufriendo las consecuencias,

¿Por que lloran y se quejan de sus infortunios?

Y una historia de una de las epopeyas hindúes lo ha remitido a él personalmente para ir en busqueda del agonizante príncipe Satyavan, explicándole a su viuda que había escuchado que éste era un buen hombre, por lo que había venido él mismo en persona, en lugar de enviar a un subordinado.

Lo que no está registrado, es cuan conmovida quedó la viuda ante esta muestra de respeto.

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