19/05/2024

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III. CUENTOS FANTASTICOS - Mono y el rey de la muerte (I)

26/08/1986
Un día que el Mono había dado un gran banquete a los reyes de las fieras de las cercanías, después de despedirles dándoles regalos, se echó a dormir bajo un pino junto al puente. En su sueño vio venir hacia él a dos hombres, trayendo un documento en el que estaba escrito su nombre y sin darle tiempo a decir palabra lo ataron, llevándolo hasta las afueras de una ciudad amurallada. Volviendo en sí se fijó que en los muros de la ciudad había un cartel de hierro que decía "Tierra de las tinieblas". ¡Aja! exclamó el Mono, comprendieneto con un temblor dónde tenía que ir. Aquí es donde vive Yama, el Rey de la Muerte. ¿Cómo es que he venido hasta aquí? Se ha concluido tu estancia en el Mundo de la Luz, le dijeron los que le conducían y hemos sido enviados para aprisionarte. Yo estoy libre de todo eso: no consto de los cinco Elementos, soy inmortal y no puedo morir, pero los guardias, sin hacerle caso, seguían conduciéndolo. Entonces furioso, el Mono cogió una aguja que llevaba detrás de la oreja, la cambió en un arma de tamaño formidable y golpeó a los enviados hasta pulverizarlos. Entonces se desató y blandiendo su garrote entró en la ciudad. Los demonios con cara de toro y otros con cara de caballo huían aterrorizados ante él. Una turba de fantasmas entró en Palacio anunciando que un dios de las Tormentas venia a atacarlos. Consternados los diez Jueces de la Muerte se aderezaron para salir a su encuentro. Al ver el feroz aspecto del Mono le preguntaron en alta voz: ¿ Tendréis la amabilidad de decirnos vuestro nombre? Pues si no sabéis quién soy yo, ¿para qué enviáis dos hombres para arrestarme? ¿Cómo nos podéis acusar de tal cosa?, dijeron ellos. Seguramente nuestros emisarios se han equivocado. Yo soy el Sabio de la cueva de la Cortina de Agua -dijo el mono- ¿y vosotros? Somos los diez Jueces del Emperador de la Muerte. En tal caso sois los que os debéis ocupar de los premios y castigos y no debéis dejar que sucedan estas cosas. Debíais saber que por mis prácticas he logrado la Inmortalidad y ya no estoy sujeto a vosotros. No perdáis la paciencia -dijeron-. Sin duda se trata de un caso de identificación equivocada. El mundo es muy grande y son varios los que llevan el mismo nombre. Tonterías -dijo el mono-. Traed los registros de los vivos y los muertos y saldremos de dudas.

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