Taiwan Today

El hombre dio una vuelta por el depósito, llegó a cierto lugar donde colgaban cestas cilíndricas hechas con tiras de bambú y pensó: "Con este utensilio, no tendré qué preocuparme por dónde guardar los camarones y peces que atrape". Entonces quitó uno de esos objetos, ni grande ni pequeño y lo sujetó al cinturón. Dio otra vuelta y llegó a donde había capas para lluvia. Reflexionó: "Con la capa, puedo ir a pescar a la playa aun en días de lluvia y de viento". Y diciendo esto, tomó una capa ni larga ni corta. Con estos dos regalos, el hombre salió de allí acompañado por el hijo del dragón, que le preguntó: ¿Por qué has escogido estas cosas tan sencillas entre montones de oro y plata, perlas y piedras preciosas? El maestro le respondió con una sonrisa: El oro y la plata no son las cosas mejores. Se gastan y se van. Ahora tengo esta cesta cilíndrica de bambú y la capa de lluvia, puedo ir de pesca todos los días y nunca sufriré hambre con los camarones y peces que atrape. Volvió a su casa. Estaba convencido que el utensilio servía tan sólo para guardar peces y camarones y la capa de lluvia, para guardarse del viento y del agua. Ni se le cruzó por la mente que constituyeran dos tesoros. Desde entonces, cada vez que sentía hambre, cuando volvía de la pesca, encontraba que la cesta de bambú estaba llena de cosas buenas para comer y cuando iba al Mar del Sur para atrapar peces y camarones, la capa lo llevaba volando hasta donde se propusiera. Llevando el objeto de bambú y la capa de lluvia, el hombre llegó volando a las montañas Cinco Dedos. Tan pronto como tocó su flauta, el sonido repercutió por el firmamento. Desde ese entonces, el mundo humano empezó a rebosar de incesante júbilo. (c) Miraguano Ediciones Hermosilla 104,28009 Madrid