02/05/2024

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Destacado exponente del arte aborígen

16/10/1986
A la edad de 14 años, cuando salió de su pueblo natal en el centro de Taiwan, Chen Chung-hui no llevaba en los bolsillos más que el equivalente a US$0.50, habiendo decidido no ser un agricultor como su padre. El boleto del tren para Taipei le costó US$0.33 y luego US$0.12, pagar el transporte hasta la vivienda de un profesor amigo. Pero la decisión ya estaba tomada y dicho viaje habría de cambiar el curso de su vida, convirtiéndolo en un sobresaliente escultor y en un artista que ha ayudado a que el arte aborígen de Taiwan adquiriera fama y aceptación. Cuando Chen llegó por primera vez a la gran ciudad, los trabajos más variados le ofrecieron un ingreso básico. Sin embargo, un encuentro casual con un amigo de su hermano que era escultor, le ofreció un instante de fascinación para la escultura en madera, mucho antes de que el joven artista estuviera esculpiendo toscas cabezas africanas y figuras Maorí de Nueva Zelanda, como los primeros pasos dentro del mundo de la escultura. Fue entonces cuando Chen se encontró con un proveedor cuyo trabajo era viajar dentro de las montañas para comprar cualquier escultura que encontrara, de los mejores escultores de de la isla. Lo que despertó su interés por el arte aborígen, fueron las obras de los miembros de las tribus Paiwan que viven al sur de Taiwan, por lo que decidió trasladarse hacia allí y trabajar en forma más estrecha con ellos, por lo que viajó a Chaochou, que ha llegado a ser un centro de provisión para sus esculturas. Chen trabajó allí durante un año durante el cual estuvo ganando el equivalente a US$375 mensuales, cuando los salarios locales eran solamente una fracción de esta cantidad. Sin embargo, sintiéndose millonario, con su relativamente enorme salario, se internó dentro de las montañas para poder apreciar las tribus manufactureras aborígenes Paiwan en su arte. "Al principio fue muy dificil, sin conocer a nadie y tan miedoso como si fuese mudo y sordo, sin saber su idioma, sin embargo, pronto aprendí que todos los jóvenes al menos hablaban mandarín y yo estaba capacitado para usarlo como una lengua franca para hablar" , afirma Chen. Inmerso totalmente en sí mismo dentro del estilo de vida aborígen, empezó a comprender por qué los Paiwan esculpen como lo hacen y con el respeto que tenían por una víbora cien pasos, a quien no mataban, sino que mas bien incorporaban en sus esculturas, porque la consideraban como un antepasado espiritual. Chen fue invitado a unirse a la caza de osos y venados, así como a los festivales y ceremonias tribales. Existen muchas aldeas Paiwan y así Chen se fue a vivir a la mayoría de ellas. El profesor de Antropología de la Universidad de Taiwan, Caen Chi-hu, que por mucho tiempo ha estado estudiando 10 tribus de Taiwan, ha estimulado a su tocayo en su trabajo, afirmando que los 50.000 miembros de las tribus Paiwan han estado esculpiendo por solamente aproximadamente 500 años y que sus esculturas fueron talladas solamente por los jefes de familias o propietarios.

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