03/05/2024

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IV. CUENTOS MAGICOS - Discute el precio, antes de que el cerdo esté muerto

06/11/1986
El proverbio "Discute primero el precio, antes de que el cerdo esté muerto", es muy conocido en todo el sur de Fukien. Se aplica a la gente que no piensa bien las cosas previamente, sino que discute después, cuando todo está decidido. Alrededor de esto existe una antigua historia: Hace tiempo, vivieron en Chuan Chu los señores Chin y Yi, siendo tan buenos amigos que se convirtieron en hermanos de sangre. Desafortunadamente, Chin cayó enfermo y murió, lo cual entristeció tanto a Yi que permaneció llorando bastantes días junto al ataúd de su amigo y decidió acabar con su propia vida. Desde entonces no pensaba más que en su amigo; sin embargo, no podía hacer nada. Aunque parezca increíble, el relato de su infortunio llegó hasta el mundo inferior y una noche, Chin se le apareció en un sueño y le habló, contándole que había adquirido un alto cargo en el infierno, lo cual facilitaría sus encuentros; para ello, le dijo, Yi sólo necesitaba pronunciar unas cuantas fórmulas mágicas y después irse a dormir: su alma encontraría el camino hacia el mundo inferior, donde podría hablar con su amigo. Chin le dijo las palabras mágicas y desapareció. A poco despertó Yi con las palabras todavía frescas en la mente. Realmente estaba tan encantado por la devoción del espíritu de su amigo, que a la tarde siguiente siguió sus instrucciones con absoluta exactitud. Se tendió en la cama, pronunció la fórmula mágica y al poco rato se encontró a sí mismo en el mundo inferior, en donde su amigo lo estaba esperando para darle la bienvenida. Ahora que Yi había descubierto un medio de llegar a los infiernos, su afecto por Chin aumentaba diariamente y cada día, después de reposar, se dirigía al encuentro del espíritu de su amigo. Un día, el nieto preferido de Yi estaba durmiendo la siesta con él. Este niño, de siete u ocho años, era un gran imitador y cuando escuchó las palabras de su abuelo, las repitió con tal exactitud que su espíritu viajó también al mundo subterráneo. Yi estaba tan ocupado con su amigo, que no le prestó atención a su nieto, que vagaba atónito por los salones infernales. Al niño le encantaba jugar, por lo que cuando los vio, corrió a unirse a una multitud de niños que estaban jugando con unas cabezas de cerdo que estaban en una pared, para luego ponérselas y saltar con ellas. El cogió también una y echó a correr por allí hasta que desapareció ¡quién sabe dónde! Durante la conversación con su amigo, Yi se olvidó completamente de que su nieto estaba con él y a su vuelta al mundo superior, le llamó insistentemente pero no pudo despertarlo. El niño parecía muerto. De repente, Yi recordó que se había llevado a su nieto con él al mundo inferior, poco después del mediodía; era pues, demasiado tarde para volver por él. No es necesario explicar en qué estado se encontraba el pobre abuelo. Yi hubo de esperar hasta la tarde siguiente para poder tenderse en su cama y visitar de nuevo a Chin. En seguida le preguntó por su nieto, pero Chin tuvo que consultar las listas de los vivos y de los muertos, antes de tener idea alguna del paradero del muchacho. En esos libros descubrió que había vuelto a nacer bajo la forma de un cerdo. El muchacho evidentemente no había entendido lo que los otros niños estaban haciendo con las cabezas de los cerdos y pensando que sólo jugaban con ellas, se había puesto una sobre la cabeza. Como consecuencia, había renacido en forma de cerdo en casa del Sr. Tien, en Fukien. Yi se sintió horrorizado por la noticia, por lo que le suplicó a Chin su ayuda. Este, tras pensarlo largo rato, le dijo: "Debes regresar al mundo superior y acudir rápidamente a Hsing-hua fu. Allí debes encontrar la casa donde una cerda acaba de dar a luz trece cerditos; debes coger el que tiene en la frente una estrella blanca y matarle. Tu nieto podrá entonces volver nuevamente a la tierra como un hombre". A su vuelta a casa, Yi dio orden de que nadie tocara el cuerpo de su nieto. Durante la noche fue a Hsing-hua fu, en donde encontró la casa en que habían nacido los trece cerditos. Cuando encontró al que tenía la estrella blanca, manifestó en seguida su deseo de comprarlo y lo mató sin pensarlo más. Su comportamiento sorprendió al campesino, pero Yi arregló pronto un buen precio con él, por lo que no dijo nada. Cuando regresó a casa, su nieto había vuelto a la vida y no recordaba nada de lo pasado. (c) Miraguano Ediciones Hermosilla 104, 28009 Madrid.

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