02/05/2024

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V. CUENTOS DE ESPIRITUS - La gruta de los duendes (I)

26/12/1986
Hace muchos años, vivieron dos muchachos que eran primos, llamados Liu Chen y Yuan Chao. Un día se adentraron en las montañas Tien Tai* en búsqueda de caza. Era en plena primavera, por lo que las colinas estaban alfombradas con toda clase de flores rojas y verdes. Los muchachos se sintieron tan transportados por la belleza del escenario, que dejaron sus armas cerca de un arroyo y decidieron sin más, dar un paseo. Los campos fuéronse haciendo cada vez más y más solitarios a medida que avanzaban de colina en colina, hasta que el sendero que seguían llegó a su final y se encontraron ante la entrada de una cueva, con una enorme piedra a cada lado, sobre las cuales estaban sentados dos duendes jugando al ajedrez. Los dos muchachos permanecieron sorprendidos a la entrada de la cueva y observaron el juego sin decir una sola palabra. A los pies de los duendes, una liebre blanca daba incesantes saltos arriba y abajo. Con gran asombro de su parte, los dos muchachos notaron que cada vez que saltaba hacia arriba, las plantas a la entrada de la cueva, florecían y que cada vez que bajaba, se marchitaban. Cuando la partida hubo terminado, los duendes miraron a su alrededor y descubrieron a los muchachos, a los que preguntaron cuándo habían llegado. "Hace unas pocas horas", contestaron a dúo, dando la vuelta para marcharse. Pero los duendes les dijeron: "Quedáos aquí, en nuestra gruta y no os vayáis a casa". Al ver que no podían persuadirles a quedarse, los duendes le dieron a cada uno un pedazo de caña, diciéndoles: "Si al llegar a casa lo encontráis todo cambiado, regresad aquí y señalad con la vuestra la caña que hay en la cueva y ésta se abrira". Tomaron las cañas y volvieron al arroyo junto al cual habían dejado sus armas y morrades, pero todo lo que encontraron fue tierra marchita y pinos altos que cubrían el sol a cada lado del arroyo donde poco antes se extendía el campo abierto.

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