De acuerdo con el folklore chino, el primer día del séptimo mes es la época cuando se abre la puerta de la región de los espíritus. Es en este día cuando salen y deambulan por todas partes. Los monjes taoístas suelen usar sus poderes mágicos para consolar a los espíritus errabundos, por lo que para atraerlos, cuelgan faroles en los templos. Con el objeto de apaciguarlos, todas las familias colocan los alimentos fuera de sus casas y queman en sus puertas dinero de papel.
Amantes celestiales
En la noche del séptimo día, las mujeres solteras adoran a los dos dioses celestiales, la Tejedora Celestial y a su amante, el Pastor. De acuerdo con las creencias tradicionales, a través de todo el año, es solamente esta noche cuando pueden encontrarse. Todas las urracas del mundo, mostrando su compasión por dicha pareja, forman con sus alas "el gran puente de pájaros."
Por la tarde, las mujeres preparan altares con ofrendas de frutas, polvos cosméticos y muestras de bordados, con sus mejores deseos para la Tejedora.
La Joven Tejedora, llamada también Chi Niang Ma, es la santa patrona de los niños. Cuando uno de ellos está por cumplir un año de edad, su madre la adorará y le pondrá alrededor del cuello, una moneda o una pequeña pieza de oro, atada con una cinta roja y no se la quitará sino hasta que el niño crezca. Este día es también el aniversario de su nacimiento, por lo que el niño habrá de expresarle su gratitud por la protección recibida.
El objeto de los ritos
Los chinos consideran que es malo que los espíritus estén desprovistos del consuelo de la adoración de sus antepasados, por lo que podrían tratar de encontrar sus substitutos en los seres con vida, a menos que sean apaciguados por los alimentos. De esta forma les son ofrecidos sacrificios en el décimoquinto día de la séptima luna, para calmar su hambre y obtener su gratitud.
En los sacrificios anuales a los espíritus el lugar más animado es el parque Chung Cheng de Keelung y el mejor ejemplo del Festival de la Magnolia es en el pueblo de Hsinpu, en el municipio de Hsinchu.
El trigésimo día de la séptima luna es la fecha para el regreso de los espíritus al lugar al que pertenecen. Cada familia habrá de colocar nuevamente enfrente de sus hogares, ofrendas para los dioses y los faroles que colgaban de los templos habrán de ser bajados también, para volverlos a colgar hasta el año próximo.