06/05/2024

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Primer Festival de Cine Moderno de Taiwan

26/09/1985
El Instituto Sino-Chileno de Cultura invitó recientemente para asistir a la celebración del Primer Festival de Cine Moderno, que tuviera lugar en la Sala Espaciocal Lo Castillo y en donde el público de Chile aficionado al cine tuvo la oportunidad de ver las películas Yu-ching, El joven fugitivo, Tai Chi borracho y Ah-fei, producidas todas en nuestro país. Los principales diarios chilenos: La Tercera, El Mercurio, La Nación, La Segunda y Ultimas Noticias se refirieron ampliamente a dicho festival, escribiendo en este último el Sr. Rodolfo Gambetti: "Es un error común creer que las cámaras fotográficas se limitan a copiar la realidad. El hombre se las ha arreglado, en poco más de un siglo, para involucrarlas de tal forma que terminan por retratar lo que el fotógrafo ve. Y lo mismo ocurre con los equipos de cine: el reciente Festival de Cine Moderno de Taiwan, nos ha hecho pensar que quizás, esas cámaras cinematográficas tienen también los lentes rasgados, como ojo oriental. Más que buscar en alardes de trucaje, hay que observar los detalles. En 'Yu-ching', la protagonista guarda unos billetes en un pañuelo. Esa forma de plegar el pañuelo, de enrollarlo, de doblarlo, es un manual de otra forma de vivir, que nos resulta exótica... tanto como a ella le resultarían sorprendentes nuestras costumbres. Y más que los argumentos, o la expresión, esos detalles nos asoman a mundos insospechados. Esas manos de mujer china, de largos dedos, sensitivas. Como muchas manos occidentales no han aprendido o ya han olvidado. Una suavidad eterna, sin sobresaltos. Que sólo se agitan por una vez, en una llamarada final, cuando el drama lo exige. No se trata de coleccionar detalles, sino de descubrir por ellos una identidad. ¿Alguien en Occidente se tomaría la molestia de hacer una jaula de pájaros finamente lacada? ¿O de construir prolijos, pacientes, perfectos adornos, para quemarlos ruidosamente en la fiesta de su Año Nuevo? ¿Alguien llenaría de rituales la vida doméstica diaria, convirtiendo en ceremonia hasta la taza de té? Deleitoso encuentro de una identidad diferente a la nuestra. Cortesía conservada durante tantos siglos, que ya resulta casi genética. Una cortesía que no se limita a las atenciones, sino que se adelanta a cualquier deseo. Y que, más que eso, se cuida de contaminar la realidad con su propio sentir. Una tierra donde el arte de expresión más refinado evita pulcramente las emociones. Un contraste con nuestros occidentales quejumbrosos que diariamentes nos arruinan las solapas, de donde se cuelgan para lamentarse siempre de todo. Y en especial, en este país de plañideros. No pretendemos conocerlos, ni entenderlos. Pero en el otro extremo del mundo se ha desarrollado, entre sus propias guerras, cataclismos y eventuales bonanzas, una forma de vida capaz de ver y diferenciar sutilezas que nos pasan inadvertidas. ¿Será que las tareas escolares, dibujando y memorizando complejos caracteres de escritura, ayudan a cultivar la notable virtud de la paciencia, que arraiga tan poco entre nosotros? El cine de Taiwan, más allá de argumentos, nos deja pensando. En esa cultura, sensitiva y cortés, que tiene la fuerza suficiente para sobrevivir, en medio de la devastadora civilización de hoy."

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