28/04/2024

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El Padre Druetto, el Santa Claus de Kinmen

16/12/1985
Con su amable sonrisa y su larga barba blanca, este sacerdote septuagenario parece ser el vivo retrato de Santa Claus. Si apareciera en vísperas de Navidad, seguramente los niños le gritarían "¡ Hola, Santa Claus!" que es exactamente como lo llaman los residentes en Kinmen (Quemoy), bastión de la República de China. El padre Bernard Druetto, es un sacerdote católico, patriarca, doctor, buen pastor y un padre de buen corazón para todos los habitantes de este islote. Al igual que el famoso ídolo de los niños, con quien tiene mucho parecido, les lleva también regalos y juguetes en Navidad. Ya sea en el día o durante la noche, el padre Druetto permanece en Kinmen, disponible para todos, espiritual, física y psicológicamente. "Si desea escuchar la palabra de Dios, ser bautizado, confesarse; sea porque se encuentre enfermo o simplemente porque está triste, el padre Druetto lo confortará y animará en un santiamén", atestiguó un feligrés. "En todos los países, Santa Claus llega una vez al año, en vísperas de Navidad; sin embargo, el nuestro permanece con nosotros todo el año" , agregó un oficial de alto rango de Kinmen. Su amor por China y especialmente por este lugar, es evidente, puesto que de los 53 años que tiene de vivir en ella, 32 ha permanecido en Kinmen. "China fue mi primer amor y lo ha continuado siendo durante todos estos años", expresó con profundo sentimiento, agregando: "moriré en esta isla junto con las personas que amo. Lo único que me sacaría de aquí sería la oportunidad de regresar al continente chino, pero, puesto que ahora no puedo hacerlo, me quedaré aquí a sólo 8 kilómetros de distancia. "Cuando hace buen día -agrega- puedo verlo todo al otro lado del Estrecho y me entristece. Quisiera que Kinmen fuese como un trampolín por medio del cual pudiera trasladarme hacia allá." Siendo miembro de la orden franciscana, el padre Druetto llegó a China a los 23 años, emocionado porque los sueños de su infancia se habían convertido en realidad. Changsha, en la provincia de Hunan, fue el sitio de su primera misión. Allí trabajó infatigablemente, predicando el Evangelio y ayudando a todas las personas (aproximadamente 4000 de ellas se convirtieron al cristianismo) y construyó un hospital, tanto para ellos, como para quienes no profesaban dicha fe. "A través de la experiencia personal,mi amor por China y por el pueblo chino fue aumentando cada vez más" , recuerda. En 1953 llegó a la República de China, luego de haber sido expulsado del continente chino por los comunistas, haciendo de Kinmen su hogar, construyendo allí dos iglesias y una clínica y ayudando a incontables enfermos, en particular a los pobres. Nacido en Marsella e hijo de padre italiano y madre francesa, el padre Druetto habla con bastante fluidez los dos idiomas, además -por supuesto- del mandarín. Su madre murió cuando él sólo tenía siete años y su hermano gemelo, 20 días más tarde. El joven Bernardo entró a la orden franciscana a la edad de 15 años, completando luego estudios de filosofía y teología en la Universidad de San Antonio de Roma. En esa ciudad recibió adiestramiento médico durante un año, que ha sido muy valioso en sus trabajos posteriores. Hoy en día las instalaciones médicas de Kinmen están completamente modernizadas; sin embargo, muchos de sus residentes, cuando se enferman, prefieren acudir con él, cuyo afecto por ellos es genuinamente paterno. El 30 de agosto de 1984 fue oficiada una solemne misa para celebrar sus bodas de oro sacerdotales y el quíncuagesimosegundo de su llegada a China. Al escuchar los mensajes congratulatorios recibidos, incluyendo uno del Papa Juan Paulo II, el padre Druetto parecía ser el patriarca Moisés: de pie, ante el altar, con su penetrante mirada dirigida hacia el Estrecho de Taiwan y a su amado continente chino.

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