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Tras la cortina de bambú: Crímenes de los comunistas chinos en la narcotización del mundo - Chang Tse-min

16/06/1984
El problema del tráfico de narcóticos y estupefacientes lo sufren actualmente los países de todos los continentes. China comunista se ha convertido en uno de los principales productores mundiales de éstos y a la vez en una gran amenaza para el llamado mundo libre. En su libro "Crímenes de los comunistas chinos en la narcotización del mundo", Chang Tse-min presenta una amplia documentación sobre las actividades de los comunistas chinos, con el propósito de "narcotizar al mundo antes de comunizarlo". Según el autor, los comunistas chinos iniciaron el cultivo de adormideras hacia 1928 y luego de conquistar el Continente chino confirmaron su política de narcóticos, con la que pretenden usarlos como arma destructora contra sus adversarios, emprendiendo tres intrigas: una, política, desde el momento en que los fondos obtenidos con la venta de narcóticos son aplicados para afianzar la infiltración, la subversión y la propaganda del frente unido. Como dice Chang Tse-min: "no es de extrañar que la presencia de narcóticos de los comunistas chinos en una región sea acompañada por la infiltración política". La distribución de una cantidad de narcóticos sirve para carcomer las fuerzas físicas y morales de muchos y también para manipular a los afectados, haciéndolos perturbar el orden y la paz social, degradando las costumbres y fomentando la subversión política y la rebelión armada. Se da también la intriga económica, que consiste en enviar grandes cantidades de narcóticos al exterior para conseguir monedas fuertes y cubrir los déficit financieros y engrosar no poco sus recursos fiscales. Por último, la intriga estratégica, en la que utilizan los fondos de la venta de narcóticos para comprar materiales, con el objeto de apoyar a los partidos comunistas de distintos países, que intentan conquistar el poder por la fuerza "dando otro paso hacia su fin último de la 'revolución mundial' ". Luego de la caída de Indochina, que encerró a Vietnam, Camboya y Laos dentro de la cortina de hierro, el famoso "Triángulo dorado" se convirtió en la base de drogas para ayuda al exterior de los comunistas chinos. Pero al enemistarse éstos con los vietnamitas, el "Triángulo dorado" quedó bloqueado. A partir de 1981 esta ruta se reactivó. Las grandes cargas de estupefacientes que pasan por esa región tienen por destino los grandes mercados de EE.UU. y otros menos importantes de Europa y Asia. Los comunistas chinos han cultivado adormideras en forma científica durante los últimos años, sembradas en diversas regiónes en estaciones apropiadas. Hay estimaciones de que existen actualmente más de 9 millones de acres con plantaciones de adormideras en el Continente chino, cantidad que representa alrededor del 0,5 por ciento de toda la superficie plantada. Según datos conocidos, existen en el continente chino 101 fábricas de estupefacientes, en las que se procesa el producto de unos 221 departamentos en los que se cultivan en forma oficial las adormideras. En estas fábricas se preparan tres clases de narcóticos: opio, morfina y heroína. Del opio elaboran 33 marcas de narcóticos, mientras que de la heroína 27 y de la morfina 13. Chang Tse-min dedica una parte de su libro para exponer un buen número de acusaciones que varios países han hecho desde hace muchos años sobre los millones de dólares anuales que China comunista obtiene con la venta de los estupefacientes, demostrando o dejando entrever el temor de los mismos hacia las tres intrigas mencionadas anteriormente. Estas acusaciones fueron recopiladas de documentos oficiales, noticias periodísticas, libros y declaraciones, tanto de EE.UU. como de Canadá, México, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica, la URSS, Japón, Filipinas, India, Hong Kong y Macao. Tales acusaciones, así como los documentos internos de los comunistas chinos (que el autor logra fotocopiar), demuestran que ellos siguen ahora, como hace muchos años, cultivando, elaborando y vendiendo narcóticos ilegalmente y utilizando el dinero de su venta para financiar la subversión en procura de su fin último de subyugar a todo el mundo. El propósito del libro es el de poner en alerta a los países para vigilar estrechamente el tráfico marítimo, terrestre y aéreo, originado del Continente chino. "Las naciones libres deben cooperar para la imposición de las tres medidas siguientes: a) Castigos rigurosos por cualquier delito relacionado con los narcóticos: cultivo, elaboración, transporte, comercio y uso; b) Intensificar la colaboración y enlace entre los departementos policiales de investigaciones criminales internacionales para impedir que los comerciantes de narcóticos sigan en libertad; c) Hacer acuerdos de extradición de todos los delincuentes en cuestiones de narcóticos, para negarle asilo en cualquier país a esos criminales y facilitar así su captura".

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