Taiwan Today

Dentro de las festividades que se celebran tradicionalmente en la República de China, además del Festival de la Luna o del Medio Otoño, se encuentra el aniversario del nacimiento de Confucio, el sabio más importante de China, la cual se conmemora anualmente el 28 de septiembre, con un solemne e impresionante ritual durante la aurora de este día, basado en respetadas tradiciones históricas. Confucio, el mayor sabio de la antigüedad, cuyo 2534 aniversario de nacimiento se conmemorará el 28 del presente mes, trabajó en un sistema filosófico que ofrece aún hoy en día una firme base para la conducta de los chinos modernos. No obstante que Confucio no fue sino uno de los muchos filósofos de su época y que sus puntos de vista fueron poco respetados por sus contemporáneos, sus enseñanzas fueron declaradas el credo oficial de China 300 años más tarde y sus escritos clásicos llegaron a ser objeto principal de estudio, tanto para los intelectuales como para los hombres de estado. Desde el Siglo II d. C., hasta nuestros días, el Confucianismo ha sido considerado en China como un sinónimo de aprendizaje. Confucio es el nombre latinizado de Kung Fu-tze o Maestro Kung, como es conocido entre los chinos. Desde la edad de 15 años decidió dedicar su vida a la filosofía, llegando prontamente a desarrollar un sistema basado en la creencia en la propiedad y en un orden social ideal. A través de toda su vida buscó crear una sociedad basada en el amor al prójimo y en el respeto hacia la autoridad, con rituales que sirvieran como un símbolo de este orden recientemente descubierto. Confucio atribuyó todos los males de su tiempo al abandono de los antiguos ritos que según él consideraba, presagiaban un profundo cáos moral y el inicio de una oscuridad espiritual. Luego de haber viajado durante la mayor parte de su vida, Confucio decidió finalmente escribir sus memorias en forma de varios libros que constituyen la base de su filosofía y a la vez forman un código de conducta humana; pero, por sobretodo, fue el reponsable de haber llevado el aprendizaje -que había estado reservado para los templos y palacios- al hombre común y corriente. Los conceptos tradicionalmente chinos como el del amor filial, el humanismo y el sentido del honor y la vergüenza, el respeto hacia la propia familia, el cultivo de la vida personal, la tolerancia y la reciprocidad, todos ellos provienen de las enseñanzas de Confucio y han prevalecido desde hace más de 2.500 años. Las ideas de Confucio han inspirado el desarrollo de la historia china y sus ideas, ejercido una gran influencia en la forma de vida, tanto de los japoneses, como de los coreanos y vietnamitas, así como de los chinos. Actualmente suele preservarse apropiadamente la memoria de un hombre que amó los rituales, con una ceremonia que no tiene rival en Taiwan, por su impresionante solemnidad, así como por su fuerte atractivo y derroche de color. Tal como está prescrito desde los tiempos antiguos, la ceremonia debe iniciarse al amanecer del 28 de septiembre y se celebra en varios templos de Taiwan. El ritual en el templo en honor a Confucio de Taipei es el más famoso y suelen participar en él varios turistas así como los habitantes lo cales que tienen la suerte de poder obtener un boleto de admisión. El formato actual para dicha ceremonia deriva de la dinastía Ming, de acuerdo con los deseos del ex-presidente Chiang Kai-shek. Asimismo este día se celebra también en la República de China, el Día del Maestro, para conmemorar a este antiguo maestro, por lo que se celebra feriado oficial. La ceremonia se inicia con un fuerte redoble de tambores precisamente después del amanecer, luego de los cuales, los danzantes, vestidos con túnicas de color amarillo, los participantes, con túnicas de color morado y los músicos rituales, con túnicas de color rosado, se colocan frente al altar de dicho templo. Para la ceremonia se emplea una variedad de instrumentos musicales, algunos de los cuales datan de épocas muy remotas, mientras que otros han sido construidos más recientemente por artesanos de Taipei, siendo los principales de cuerda, de viento, campanas, tambores y gongs, que combinados, le brindan a la ceremonia un fondo chino por demás original. El sacrificio a Confucio (que se realiza actualmente previo a la ceremonia) es ritualizado por el ofrecimiento de una vaca, un cordero y un cerdo. Al estar los sacrificios ya preparados, se abre la enorme puerta principal de entrada al templo (esto se hace solamente para este día, para dicha ceremonia, permaneciendo cerrada todo el resto del año) y seis participantes, llevando en la mano,hachas, sombrillas y abanicos, esperan en fila para darle la bienvenida al espíritu de Confucio, desde la Puerta de los Ritos hasta la Puerta Ling-sing. En Taipei, el funcionario principal para la consagración, es el alcalde Jackson C. T. Yang, quien es acompañado en la misma por otros funcionarios, vestidos también con túnicas de color azul oscuro. Al elevarse el sonido pentatónico de la orquesta china, los danzantes-jóvenes muchachos escogidos de una de las escuelas locales, quienes pasan la mayor parte del verano ensayando para esta especial ocasión-empiezan a danzar al compás de la música. Esta danza es ejecutada por 64 estudiantes en filas de ocho cada una, formando un cuadro y unidos en forma muy estrecha; cada uno de ellos lleva una pluma de cola de faisán en la mano izquierda y una vara de bambú pintada de color rojo, en la derecha y al ejecutar cada paso de la danza, hacen pausas momentáneas para realzar su efecto dramático. Luego de la tripe consagración es leído un mensaje del Presidente Chiang Ching-kuo, seguido por la quema de incienso por los participantes, como una solicitud hacia el espíritu de Confucio, para la aceptación de dichas ofrendas. La ceremonia finaliza hasta el próximo año, con la quema del elogio escrito y de la seda empleada en la consagración. Sin embargo, la impresión que queda grabada en la mente, es la de una perdurable ceremonia antigua que ha sido preservada hasta la época moderna, quizás con significado especial para las generaciones actuales, para hacerles mantener siempre vivas sus antiguas tradiciones.