02/05/2024

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¿ Qué origen tuvo el zodíaco chino? - por Julia Sun Su-ming

06/02/1983
Según la tradición china, a cada año se le da un nombre de un animal en un ciclo de 12 años, y las personas quedan así ,identificadas de acuerdo con el animal en cuyo año nacieron. Cualquier persona que nazca en este año, por ejemplo, quedará bajo el signo del cerdo, mientras que para el año pasado, fue del perro. Otros animales incluídos en el zodíaco chino son el ratón, el buey, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la oveja, el mono, el gallo, y el perro. La China antigua inventó el zodíaco para poder así adivinar el misterio de su futuro, incluyendo aspectos tales como la fama, la fortuna, el amor y el carácter personal. Aunque el avance de la ciencia y de la tecnología ha puesto de sobra tal almanaque en la vida cotidiana, muchos chinos tadavía lo consultan para sus planes de largo plazo. La mayoría de la gente se casa, por ejemplo, teniendo en mente por lo menos algunos de los consejos recogidos examinando el horóscopo de sí mismo y de su futuro cónyuge. Para tener un mejor entendimiento sobre la manera cómo el zodíaco llegó a ser organizado, NOTICIAS ha coleccionado algunos datos sobre este tema y con gusto los pasa a los lectores en la siguiente historia: Hace muchos años, el Emperador de Jade, el dios del cielo, estaba contemplando el caos que existía entre los animales de la tierra. Cada criatura, desde el astuto ratón hasta el arrogante tigre se proclamaba como el más virtuoso y único. Para restaurar el orden, el Emperador ideó un plan: Celebraría una corrida y el ganador sería declarado como el Primero entre las Criaturas de la Tierra. Se fijó un día, y todos los animales se reunieron en el punto de partida; cada cual estaba seguro de que iba a ser el ganador. El Emperador de Jade inspeccionó el grupo y explicó detalladamente el concurso. Habría un límite de tiempo, dijo, y los primeros doce concursantes en terminar serían honrados con un año dedicado especialmente para ellos en conjunción con el ciclo de las doce raíces del cielo, una posición permanente en el orden divino de las cosas. Todos los animales corrían todo lo posible. El buey iba adelante y pensaba que la victoria era suya. Sin embargo como ocurre muy a menudo, la diligencia y la perseverancia pierden y la astucia y el engaño ganan. El buey ya casi llegaba a la meta final y un bicho pequeño salió saltando del escondite a su oreja y llegó de primero. ¡Era el ratón el que había ganado! El buey movió la cabeza con incredulidad, bufaba furiosamente y arañaba su oreja como si fuera a castigarla. A nada beneficioso conducía; el ratón era el verdadero ganador que se apresuraba a recibir el premio del Emperador de Jade. De tercero llegó el tigre, luego llegó el dragón. Precisamente cuando el dragón puso en el suelo su garra escamosa, un rayo de luz blanca saltó de su cola y llegó en cuarto lugar. Otra vez se hacía uso de engaño:Era el conejo. "¡Aquí estoy!" se oyó un grito. Todas las cabezas se volvieron para ver. .. pero no se veía nada. La perplejidad no duró mucho cuando una cabeza de reptil se asomó por la hierba. La serpiente había llegado en el sexto lugar. El siguiente concursante, el caballo arrivó trotando detrás de la oveja. Después al final, había más conmoción. El mono había llegado y ahora estaba corriendo de un participante al otro, maldiciendo todo el tiempo al tigre. El tigre olfateaba soberbiamente en respuesta, y poniendo su cabeza entre las garras, se durmió. "Pero me amenazó!" chilló el mono. "Dijo que tenía que correr detrás de él, si no me comería! " "Ah! deja de quejarte, mono," exclamó el Emperador antipáticamente. "Sabes que era imposible que hubieras ganado al tigre en el certamen. Y además, ¿no pusiste tú algunas trampas en el camino?" Eso hizo callar al mono. Sabía muy bien lo que había hecho, y andaba poco a poco hacia el amparo del bosque por si acaso algunos de los engañados no fueran tan engañados como él había deseado. Y así ocurrió, que de hecho uno no lo fue. El perro iba saltando a lo largo del camino, e ignorando completamente la meta, corría directamente hacia el mono que a su vez se subió en seguida a un árbol para buscar seguridad. El Emperador de Jade vino a investigar el asunto. Entre gruñidos inarticulados, llegó a enterarse de cómo el perro había sido engañado por el mono -mintiéndole con que allá a pocas millas del camino, estaban escondidas buenas comidas. "Bueno," dijo el Emperador al perro furioso, "Es por tu propia culpa, ya que eres goloso y codicioso. Por eso fuiste engañado. Y mira, ya has sido burlado dos veces." Por cierto, mientras el perro estaba persiguiendo al mono, el gallo había cruzado la línea final y cantaba victoria en el ciclo mágico. El perro, habiendo recuperado sus sentidos, tuvo que darse por satisfecho con quedar detrás del gallo, en el undécimo lugar, el penúltimo en la jerarquía. "Ahora la corrida está casi terminada," anunció el Emperador, "Me pregunto ¿quien será el último en tener su nombre guardado en las estrellas para toda eternidad?" Apenas concluyó estas palabras cuando una nube polvorienta seguida por una multitud de moscas arrivó gruñiendo por el camino. "¡Santo cielo! ¿Qué será esto?" exclamó el Emperador de Jade. Acompañado por el polvo y la hediondez, vino el cerdo, que ni siguiera fue invitado a participar en esta corrida. "Pero no importa," manifestó el Emperador. "Está aquí y ocupa el número doce, dejémoslo así." Entonces con un encogimiento de hombros por los sucesos siempre sorprendentes de la vida cotidiana, el Emperador dio bienvenida al "marrano" como se creía mejor llamarle, para entrar en el panteón celestial. El Emperador no habría estado contento si hubiera sabido el motivo de su participación en la corrida. Volvemos al comienzo, mientras andaba buscando cosas en la basura del cielo, el cerdo se había fijado que todos los otros animales corrían apresuradamente. ¿Por qué? Pensaba el cerdo. Luego de pensarlo varias veces, llegó a la única conclusión que sabía: ¡la comida! Estaban corriendo para conseguir comida. Y con una visión de una fiesta en su mente, corría por los alimentos y en su lugar halló su posición en la eternidad.

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