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La visión polifacética de progresista artista china

06/08/2010
Las obras de Lalan (Xie Jing-lan) denotan la influencia de la caligrafía, como en El Grito, de 1964. (Fotos cortesía del NMH)
Lalan (Xie Jing-lan) fue una talentosa artista nacida en China continental que emigró a Francia en 1948. Sus obras vanguardistas son conocidas en el mundo occidental; sin embargo, poco se sabe de su excelente visión estética y polifacética obra artística en los pueblos de ascendencia china. Es por ello que el Museo Nacional de Historia (NMH, siglas en inglés) decidió unirse a instituciones homólogas en Hangzhou, Shanghai y Macau para mostrar al público asiático el legado de una artista interdisciplinaria, que destacó en el estudio de la música, danza y pintura.

La exposición llamada Fragancia de la mente: una retrospectiva de Lalan fue inaugurada en el segundo piso del NMH en Taipei el 9 del mes pasado. La exhibición comprende 60 pinturas al óleo que combinan la estética china y las técnicas occidentales de pintura en estilos únicos creados por la artista durante sus 45 años de carrera. Asimismo, se incluye un nostálgico video de Lalan, bailando al compás de la música compuesta por ella misma, grabado unos meses antes de su lamentable fallecimiento en un accidente automovilístico en 1995.

De esta forma, el público taiwanés puede apreciar las diversas facetas de esta talentosa artista y descubrir los logros más allá de las fronteras de una mujer de ascendencia china.

 

Dos Figuras, obra sugerente de Lalan, data de 1981.

Las obras de Lalan combinan lo mejor de dos culturas, especialmente los estilos de la caligrafía milenaria con las olas más vanguardistas de arte en el París de la segunda mitad del siglo XX. Lalan pertenece a un grupo de artistas chinos, tales como Zao Wou-ki, su primer esposo; Pan Yuliang, Sanyu y Tang Haiwen; quienes, cada uno a su manera, se abrieron camino con estilos originales, evitando copiar literalmente a sus contemporáneos occidentales o refugiarse en la estética de los motivos familiares en la pintura china tradicional. Cada uno generó un estilo distintivo y personal, que parte del intercambio cultural, considerado una base para construir y avanzar, en lugar de un obstáculo o reto infranqueable. Lalan nos habla en cada pintura del diálogo entre el pasado y el futuro, entre la tradición y la creatividad, entre Oriente y Occidente. Su arte exalta esta dualidad con gran originalidad.

Para entender el estilo de Lalan, es importante saber algo de su interesante vida. Xie Jing-lan nació en 1921 en la ciudad de Guiyang, Guizhou, China continental; en el seno de una familia acomodada. Su padre era un amante del arte; por lo que Lalan creció en medio de la poesía, literatura, pintura y música china, que tendrían gran influencia en su arte. Su familia, de ideas progresistas, le permitió estudiar en una escuela de misioneros estadounidenses, donde aprendió a tocar piano. Posteriormente, continuó su educación musical en el Colegio de Arte de Hangzhou. Allí conoció a Zao Wou-ki, un joven artista muy prometedor, quien era profesor en dicha institución. Zao y Xie se casaron, y ella dio a luz un hijo.

En abril de 1948 hicieron un viaje originalmente planificado como una corta gira a Francia. Zao estaba interesado en experimentar de primera mano los nuevos y radicales estilos de arte moderno que apenas se insinuaban en China. Tan corto suponía ser este viaje que dejaron a su pequeño hijo con sus abuelos.

La joven pareja se dedicó a descubrir este nuevo mundo repleto de intercambios artísticos. El París de la posguerra era un centro para la diversión y las artes. Desde un pequeño estudio en Montparnasse llevaban un ritmo de vida acelerado, visitando museos, yendo a la ópera, discutiendo de arte noches enteras. No obstante, cuando los comunistas tomaron el poder, el regreso a su hogar ya no fue posible. Empero, la pareja continuó su exploración artística.

 

La artista en su estudio, junto a sus cuadros preferidos.

Recién llegados, Zao y Xie pasaban la mayoría del tiempo con otros artistas chinos en el exilio, ya que no hablaban mucho francés. Poco a poco, Zao descubrió que podía comunicarse por medio de su arte y comenzó a entablar amistad con artistas que residían en Francia, como Sam Francis, Vieira da Silva y Soulages. En 1950, conocieron a Henri Michaux, quien apoyaría a Lalan en sus metas artísticas.

Durante los primeros ocho años en Francia, Lalan estudió composición en el Conservatorio Superior de París. Inspirada en un documental sobre Martha Graham, tomó lecciones de danza en el Centro Americano. En cuanto a la pintura, Lalan la consideraba el “dominio de Zao Wou-ki”, y se dedicaba a su papel de musa inspiradora, ofreciendo apoyo o críticas según fuera necesario. En aquella época, representaba su papel de esposa tradicional, fiel y de constante apoyo a su marido. Su propia carrera como pintora estaba en un segundo plano.

Sin embargo, en 1952, el interés de Lalan por la música la llevó a conocer al compositor Marcel Van Thienen, de quien se enamoró. Tras un período difícil de dudas, Lalan se separó de Zao en 1956 y se casó con Van Thienen en 1958. Su primera visita a China continental tras su partida se dio en 1957. A su regreso, comenzó a pintar.

En la pintura halló una nueva forma de expresarse a sí misma. Comenzó por pinturas abstractas al guache, con predominante uso del color negro, contrastado por azul o naranja. Estas primeras obras son algo sombrías.

De allí, Lalan comenzó a pintar al óleo, en un estudio que Van Thienen le construyó. Trabajaba día y noche, generalmente aplicando la pintura en el lienzo en forma horizontal al estilo chino. Estos óleos reflejan la mezcla de tradición china y abstracción contemporánea que posteriormente caracterizó su obra como un todo.

 

La Luna con Velo, (1974) de su etapa de escenas panorámicas, revela la inspiración en los paisajes tradicionales chinos de dinastías antiguas.

“Mis primeras pinturas están llenas de lírica y colores extremadamente fuertes; son un tipo de abstracción gestual, cercana a la escritura”, reveló la artista en una entrevista posterior.

Los primeros óleos de Lalan están llenos de expresividad y espontaneidad. Lalan pintaba rápidamente, sin hacer estudios o bosquejos de sus obras. Su primera exposición se dio en la Galerie Creuze en 1960, justamente donde una década antes Zao había mostrado sus obras inaugurales. Mucha de la inspiración para estos cuadros vino de las inscripciones halladas sobre huesos y conchas de tortugas en la China prehistórica.

También están influenciadas por las inscripciones en piedra de la dinastía Qin; así como los motivos grabados en oro en ciertos jades y objetos de arte de las dinastías Qin y Han. A diferencia de sus colegas artistas occidentales, Lalan no rechazaba la tradición antigua, sino que la honraba y revitalizaba con sus cuadros.

En general, se puede decir que su estilo se inició con abstracciones que reflejaban influencias de la caligrafía china. Posteriormente, se transformaron en paisajes de formas tangibles, antes de volver a la abstracción. En 1971, la Galerie Jacques Desbrière en París mostró una exhibición de las pinturas de Lalan titulada Intériour-extérieur, acompañada de cuatro presentaciones de Le Cycle, con música de Lalan y “expresión corporal” de Guillermo Palomares. Esta exhibición marcó el inicio de la serie de paisajes de Lalan, y su esfuerzo por promover la relación cercana entre el escenario y la obra plástica. En sus danzas, se refleja la unidad estética de influencia taoísta, el tipo de unidad que sigue a una comprensión espiritual superior.

La exhibición realizada en el NMH, que culminará el 8 de los corrientes, revela la belleza etérea de Lalan como bailarina y su facilidad para moverse de una a otra dimensión artística con creaciones expresivas. Además, fomenta el conocimiento sobre esta artista de origen chino, cuyo arte hizo honor a su herencia cultural, al mismo tiempo que se mantuvo dentro de los ámbitos más innovadores.

Texto de Silvia Villalobos

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