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Tesoros del techo del mundo

26/08/2010
Tazón Kapala. Siglo XIX. Cráneo humano con borde de bronce enchapado en oro e incrustaciones de turquesa, gemas y pe-r-las. 25,5 cm. Museo del Tíbet, Lhasa. (Fotos cortesía del Museo Nacional del Palacio)

Muchos críticos y académicos consideran el arte tibetano una de las formas de arte sacro más avanzadas y sobresalientes en el mundo. La gran mayoría de sus obras, en cualesquiera género que se prefiera, está íntimamente relacionada con la religión y su temática es predominantemente acerca de deidades.

Una deidad que se representa comúnmente es Avalokitesvara, o mejor conocida en tibetano Chenrezig. Con frecuencia se la representa una diosa con miles de brazos que tienen un ojo en de cada mano. Este simbolismo representa que la deidad es compasiva y puede atender a todas nuestras plegarias.

Existe una leyenda acerca del origen pueblo tibetano. La misma narra que el bodhisattva Avalokitesvara (Chenrezig, en tibetano) se transformó a sí en un mono y se casó con una Rāksasi (ogro femenina). De esta unión surgieron muchos hijos, que a su vez siguieron reproduciéndose y finalmente se convirtieron en los antepasados de los tibetanos.

Aparte de dar una explicación acerca del origen legendario de ese pueblo, la narrativa también sirve para demostrar que el budismo ha sido durante mucho tiempo, parte integral de la identidad tibetana. A pesar de ser una secta budista, el budismo tibetano difiere grandemente de las otras escuelas budistas en términos de ritos, iconografía y representaciones artísticas.

Durante siglos, el Tíbet ha estado oculto detrás de un velo de misterio debido a su remota localidad en un amplio altiplano rodeado por las escarpadas cordilleras de los Montes Himalaya y Kunlun. Aislado en su hogar de tierras altas a más de tres mil metros sobre el nivel mar, el pueblo tibetano ha desarrollado su propio lenguaje oral, escritura y coloridas costumbres desde tiempos remotos.

El budismo fue introducido en el Tíbet por primera vez en el siglo VI. En un gesto para mantener buenas relaciones, la corte imperial china durante la dinastía Tang (618-917) envió a la princesa Wen-cheng al Tíbet esposa rey tibetano. la princesa era una devota budista, ella llevó consigo sus escrituras religiosas. Las escrituras sagradas fueron posteriormente traducidas al tibetano, lo que ayudó a que los estudios budistas echasen raíces allí.

La escuela Vjarayana del budismo, conocida también la secta Vehículo del Diamante, se desarrolló en en el siglo IX. Posteriormente, esta forma de budismo se expandió al Tíbet donde se convirtió en una mezcla hinduismo y los elementos folklóricos tibetanos. Hoy, la secta religiosa generalizada es conocida budismo tibetano.

Además de la religión y el arte, el budismo también ha penetrado en otras facetas de la vida diaria de los tibetanos, surgiendo en su literatura, música, danza, educación, e incluso nociones de medicina. Así, el budismo se ha convertido en cuerpo y alma de la cultura tibetana.

Sahasrabhuja Avalokitesvara. Siglos XVII-XVIII. Bronce enchapado en oro con incrustaciones de turquesas, pigmentos y pintura dorada. 77 cm. Norbuling-ka, Lhasa.

A partir 1º de julio pasado hasta el 19 próximo mes, se estará exhibiendo una interesante muestra de arte tibetano en el Museo Nacional del Palacio. Denominada Tíbet—tesoros del techo del Mundo, la exposición especial está dividido en cuatro secciones: “El Imperio Tibetano”, “Tesoros del oro”, “Intercambio cultural” y “Costumbres en de ”.

Las obras y los artefactos que se muestran han sido traídos a Taiwan en calidad de préstamo de las colecciones de museos en Tíbet, Hopei y Pekín; así como importantes monasterios tibetanos, tales como el Palacio de Potala, Norbulingka, Mindroling, así como los monasterios de Sakya, Palcho, Salu y Tashilhunpo.

Por la diversidad de fuentes originales, se ha presentado una riqueza de expresiones, donde los organizadores esperan revelar una buena parte de los misterios budismo tibetano. A la vez, el público tendrá una excelente oportunidad para apreciar lo exquisito y sublime arte tibetano, logrando un mejor entendimiento de la historia y cultura del Tíbet.

En la antigüedad, el Tíbet estuvo dividido en varios pequeños reinos. En el siglo IV, estuvo gobernado por una alianza formada entre tres poderosas tribus: Zhangzhung, Tibet y Sump. Durante el siglo VII, Songtsän Gampo, rey de la tribu Tibet, unió los pueblos de la meseta tibetana y expandió su influencia hasta India y el Asia Central. Al casarse con la princesa Wen-cheng, se afianzó el budismo en el reino, ya que la princesa era una devota budista y trajo consigo imágenes, sutras y monjes budistas.

El budismo tibetano hace énfasis en las prácticas tántricas y las enseñanzas de Buda. Antes de que un monje tibetano pueda convertirse en un maestro calificado, él debe pasar por un entrenamiento y rígidas pruebas. Este tipo de budismo no sólo involucra la adoración de una variedad de deidades, sino que también requiere de una dedicación a la celebración de complejos rituales que encierran una amplia gama de disciplinas. En todo el mundo, posiblemente no existe otra religión que sea devota a tantas deidades y use un tal caleidoscopio de objetos rituales el budismo tibetano.

Entre los objetos rituales que generalmente se usan en el culto budismo tibetano podemos encontrar los vajras, conocidos también bastones de diamante, y campanas vajras. Los lamas generalmente sostienen en sus manos estos dos tipos de objetos cuando cantan los mantras budistas.

Los tibetanos honran los huesos de monjes venerables, y con frecuencia los usan para hacer objetos sagrados con propósitos ceremoniales. Los rosarios hechos con tales huesos son indispensables para ejecutar rituales tántricos. Los rosarios de hueso deben ser llevados en cinco diferentes partes cuerpo devoto: la cabeza, las orejas, el cuello, los brazos y la cintura.

Debido a su compleja interacción con los países vecinos, especialmente , muchas tradiciones hindúes se han integrado en la cultura tibetana, y esto se refleja particularmente en las artes. Así, los cinco budas Dhyani, los ocho grandes bodhisattvas y otras imágenes de fieras deidades que eran veneradas en el budismo antiguo de India, son los temas más comunes de las obras artísticas tibetanas. Los estilos artísticos, por ende, han sido profundamente influenciados por los conceptos estéticos hindúes.

Durante los siglos X y XIII, se introdujo el Tantra Anuttarayoga, que estaba de moda en . Con éste, se trajeron nuevas imágenes religiosas, especialmente muchas deidades femeninas.

El arte budista tibetano maduró después siglo XIII, y se comienzan a observar características étnicas propias en su iconografía y estilo. Desde el siglo XIV hasta el siglo XIX, el arte tibetano comenzó a ser fuertemente influenciado por los estilos chinos, debido a sus frecuentes contactos durante las dinastías Yuan, Ming y Ching (Qing).

Tras su conquista por los mongoles durante la dinastía Yuan; Kublai Khan, fundador de dicha dinastía, nombró a Chögyal Phagpa su consejero espiritual, otorgándole el título de Preceptor Imperial en 1260. A partir de entonces, Yuan apoyó fuertemente el budismo tibetano, asignando con frecuencia monjes budistas a la corte.

La siguiente dinastía Ming (1368-1644) siguió consolidando el proceso de integración que iniciaron los mongoles para crear una nación china multiétnica y unida, adoptando una política conciliatoria hacia el Tíbet.

A inicios de la dinastía Ching (1644-1911), se adoptó la política de “promover de los Lamas y aplacar a los mongoles”. La familia imperial era muy devota budismo tibetano y muchos monjes fueron asignados a la corte imperial. Esos contactos entre las dos etnias fortalecieron ambas culturas, la china y tibetana.

Desde su nacimiento, el budismo se convierte en parte inseparable de la vida de un tibetano. Cada uno de ellos lleva consigo una rueda de orar, así y un gau o altar portátil. Casi todos los hogares tienen imágenes o figuras de deidades budistas, a quienes se les venera.

Aparte de la oración, los tibetanos hacen ofrendas a los dioses, practican la contemplación, y realizan ceremonias y danzas religiosas. Muchos de estos ritos esotéricos sirven exorcismos contra los espíritus malignos. Incluso en la medicina, se integran los conocimientos médicos tradicionales con los tantras de medicina. Así, Bhaisajyaguru, el Buda de , aparece en todos los tankas o enormes pinturas de dioses panteón tibetano. En pocas palabras, el budismo ha penetrado en cada aspecto de la cultura tibetana, especialmente en las artes.

 Texto de Luis M. Chong L.


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