03/05/2024

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Día Nacional de la República de China: Mensaje del Presidente Chiang Ching-kuo

16/10/1983
La Revolución Nacional de 1911 despertó al pueblo chino, derrocó a la despótica Dinastía Manchú y produjo la fundación de la República. Por lo tanto, el Doble Diez simboliza el sonoro llamado de la independencia y eleva el nivel de libertad de los chinos. Al celebrar hoy nuestro día nacional, no solamente estamos conmemorando este glorioso día de la Revolución sino también demostrándole al mundo que estamos marchando hacia el camino de la victoria sobre el comunismo y hacia la recuperación nacional. Desde su fundación, la República de China se ha esforzado, luchado y peleado por el cumplimiento de una sola meta -la construcción de una moderna nación del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. El camino ha estado repleto de dificultades, duros trabajos y además, amarguras. Sin embargo, hemos aceptado los desafíos y vencido los obstáculos con perseverancia y confianza sin par, mientras realizamos la misión de reconstrucción nacional en todas y cada una de sus etapas. La República de China siempre ha sido un país de voluntad inquebrantable e insuperado coraje. Ningún peligro es demasiado grande para socavar nuestra devoción y evitar nuestra determinación de realizar el ideal de los Tres Principios del Pueblo en toda China y a través del mundo. Desde un principio, el padre fundador de nuestra República, Dr. Sun Yat-sen, dirigió la Revolución Nacional con un espíritu intrépido e indomable y en la creencia de que cuando existe voluntad, existe un medio. Así, aunque durante la Revolución, sufrió no menos de diez derrotas, intentó una y otra vez, hasta alcanzar la victoria final. Durante toda su vida, nuestro ex-presidente Chiang Kai-shek también se enfrentó con terribles enemigos fuera del país y distintos traidores dentro del país para salvaguardar nuestra independencia, libertad e igualdad nacionales. Su persistente dedicación tuvo éxito al mantener la dignidad de la nación china, practicar la democracia constitucional y mejorar la vida de nuestro pueblo. Realizó todo esto con la misma determinación y se encaminó con la misma confianza hacia el éxito final. Estamos conscientes que la firmeza y la fe inquebrantable proporcionaron la fuerza de voluntad para sobreponerse a los apuros y dificultades. La República de China posee fuerza de voluntad en cantidad ilimitada. La rebelión de los comunistas chinos ha traído calamidades a la nación, distorsionado el curso de nuestro tiempo y aplazado la realización del ideal de reconstrucción nacional. Pero también ha alentado nuestra voluntad anticomunista y nos ha hecho estar imbuidos en nuestra determinación por la salvación nacional y ha reforzado también nuestra convicción de que los Tres Principios del Pueblo vencerán finalmente al comunismo. Como lo ha visto el mundo entero, los hechos han demostrado que lo único que el sistema comunista despótico y perverso ha traído al pueblo del continente chino no ha sido más que pobreza y miseria, esclavitud y persecución. Mientras tanto, las directrices nacionales de los Tres Principios del Pueblo han seguido su curso natural y se han acomodado ellos mismos a las necesidades del ser humano. Están sirviendo -desde este bastión de recuperación nacional- de faro de esperanza para todos los chinos. Sin importar cuáles sean sus conspiraciones de las tácticas del frente unido, los comunistas chinos nunca serán capaces de cambiar el contraste absoluto entre la superioridad de los Tres Principios del Pueblo y la inferioridad del comunismo. Los comunistas nunca escaparán al destino de su destrucción final. Todos los chinos que viven libremente, dentro y fuera del país, están conscientes que los mil millones de compatriotas en el continente chino son nuestros parientes y amigos, de la misma carne y de la misma sangre. Esta relación no nos permite mirar a través del mar y observar con indiferencia sus aflicciones. Debemos buscar la ocasión oportuna y actuar rápidamente con todas nuestras fuerzas para propagar el buen gobierno y la política humanitaria de los Tres Principios del Pueblo en el continente. Debemos liberar de sus sufrimientos y tribulaciones, lo antes posible a nuestros hermanos y hermanas que viven allí y garantizar que la gloria de nuestra bandera nacional resplandezca sobre toda China. Pero lo más importante, de todo, debemos seguir hasta el final y no hacer nunca compromisos con el enemigo en el transcurso de nuestra lucha anticomunista. Sólo al hacerlo así, podremos asegurar nuestra victoria final. Caminemos, luchemos y esforcémonos juntos para cumplir la misión de nuestro tiempo: reunificar China a través de la ejecución de los Tres Principios del Pueblo. Ahora, unámonos a las aclamaciones del día: ¡Que vivan los Tres Principios del Pueblo! ¡Que viva la República de China!

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