08/05/2024

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Artistas extranjeros en Taipei

26/10/1983
Teresa Berganza a su paso por Taipei, ha dejado un inolvidable recuerdo en aquellas personas que asistieron a su recital. La famosa mezzo-soprano española dio un único recital en Taipei el día 11 de octubre en el auditorio Sun Yat-sen, acompañada del pianista Juan Antonio Alvarez Parejo. Teresa nació en Madrid, donde estudió canto, piano, órgano, armonía, composición y dirección. Desde su primer concierto oficial en el Ateneo madrileño, no ha dejado de cosechar grandes triunfos en los grandes teatros mundiales de ópera: La Opera de París, el Covent Garden de Londres, el Metropolitan de Nueva York y la Scala de Milán. El auditorio Sun Yat-sen, uno de los de más aforo del país estuvo lleno la noche del recital. La primera parte del programa fue a base de autores barrocos italianos y alemanes. La segunda parte la dedicó a autores más contemporáneos como Fauré, Respighi y el brasileño E. Braga. El público quedó tan entusiasmado por su voz, que al final del concierto y tras los continuos aplausos de los asistentes, Teresa tuvo que salir de nuevo a cantar seis canciones más; entre éstas hubo composiciones de los maestros Falla y Granados. Al final del recital, cuando Teresa se retiraba del escenario, los equipos de megafonía del auditorio, informaron que era la primera vez en la historia del mismo, que ante la insistencia de los aplausos y las avalanchas de ¡bravos! , un artista ofrecía al público seis canciones más. Marcel Marceau, el mimo francés, quizás más grande y más influyente de los actores de mímica del siglo XX, realizó recientemente dos presentaciones de su magnífico arte en el Palacio Conmemorativo del Dr. Sun Yat-sen. Maquillado de blanco y vestido con un pullover, pantalón ceñido y un sombrero maltrecho con una flor blanca, marchita Marceau imitó a un cazador de mariposas, a un domador de leones, a un patinador, a un profesor de botánica y a un invitado en una fiesta de alta sociedad. Marceau piensa que: "Las palabras pueden ser falsas, pero la mímica, para ser comprendida por todos, debe ser simple y clara, sin ambigüedad," agregando: "Todo puede ser expresado a través del arte de la mímica, la cual evita las falsas palabras que levantan las barreras de incomprensión entre los hombres." "Nadie puede representar un arte a menos que sienta amor por él. Llegué a ser mimo por mi amor a dicho arte, tan antiguo como el hombre mismo," dice Marceau, añadiendo: "He actuado en muchos países, ante auditorios de muchas nacionalidades; la emoción o hilaridad crece, se expande y se disuelve en un modelo idéntico. Desde que llegué a ser mimo, he encontrado que las risas o las lágrimas son no solamente francesas o alemanas, inglesas o americanas, rusas o ... " Por lo tanto, la pantomima es un arte universal y un motivo de comunión entre toda la gente del mundo que ansía el amor y la belleza.

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