06/05/2024

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En Taipei: Fox Butterfield ofreció conferencia

16/12/1983
Fox Butterfield, ex-corresponsal del New York Times en Pekín y autor de "China, vivir en el mar amargo," llegó recientemente a nuestro país por invitación de la Fundación Ming Teh y de la revista, en idioma chino, Commonwealth.

Butterfield, de 43 años, es actualmente director de la oficina del New York Times en Boston y ha estado aquí tres veces con anterioridad, desde que se graduó de la Universidad de Harvard, E.E.U.U. en 1961. La primera vez, llegó para estudiar chino en 1961, regresando posteriormente, en 1967, para recabar información para su tesis de doctorado; en 1969, llegó nuevamente como corresponsal del mismo diario.

Refiriéndose a sus experiencias en el Continente chino durante el tiempo que vivió allí, Butterfield expresó, entre otras cosas: "Más de 30 años de holocausto bajo el régimen comunista chino causaron irreparables daños a la vitalidad, espíritu y herencia cultural de China."

Bajos niveles de educación

Butterfield culpó a los bajos niveles educativos como los causantes del atraso de la sociedad en China Continental, diciendo: "Los comunistas chinos tomaron, hace varios años, la decisión de que la educación no es lo que ellos llaman un factor de producción sino solamente de consumo," por lo que la educación no se encuentra en la lista de prioridades. "Lo que realmente me sorprendió," agregó, "es que los comunistas chinos invierten la cantidad per cápita más baja en educación que cualquier otro país del mundo."

Sociedad altamente estratificada

Al referirse a la sociedad clasista de los comunistas chinos, Butterfield dijo que los trabajadores están divididos en ocho clases diferentes y los 40.000.000 de miembros del partido están divididos también en 18 clases diferentes y según la clase a que pertenezcan, así son los privilegios que gozan.

Vida rural lúgubre

Al definir el panorama de la población rural, Butterfield pintó un cuadro sombrío, diciendo que de cada 1.000 hombres jóvenes que viven en el campo, solamente uno puede salir de allí y que la única oportunidad que podría presentársele sería uniéndose al "Ejército de Liberación del Pueblo." Para las mujeres campesinas, las perspectivas son un tanto más brillantes, puesto que una de cada 250, tiene la oportunidad de abandonar las aldeas de vida miserable en que vive, al casarse con un soldado que preste servicio en el ejército.

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