En los últimos años se ha observado la aparición en Taiwan de una generación de jóvenes artistas que, inspirándose en las raíces de la tradición cultural china, abren nuevos horizontes en el mundo del arte moderno. Una de las personas que intenta introducir la cerámica china en las corrientes artísticas modernas es Chen Tien-eheng.
Chen nació en 1940 en Szechwan y de niño tuvo la oportunidad de recorrer los más importantes lugares históricos y culturales de China, apreciando de primera mano la belleza del arte chino. Cuando en 1949 se trasladó a Taiwan con su familia, Chen todavía mantenía en sus recuerdos cuanto había visto en el continente, y al pasar los años pudo percatarse del vacío artístico que había en la isla. Más tarde Chen cursaría estudios en el Instituto Nacional de Artes, aprendiendo las técnicas y el estilo tradicional chino de la pintura, escultura, dibujo, etc. Terminados sus estudios y tras trabajar en una fábrica de imitaciones de objetos de arte chino, Chen se dedicó al mundo de los muebles. Sin embargo, al observar que mientras todo evolucionaba la cerámica permanecía sujeta a la tradición, Chen comenzó a recorrer Taiwan para observar cómo se hacen en el campo los objetos de cerámica. Aprendió las técnicas populares y más tarde se dedicó a visitar museos para observar y apreciar la cerámica tradicional. Estudió y ensayó las diversas clases de arcilla de alfarería, los diversos métodos de vidriado y los múltiples diseños. Logró dominar las técnicas de mezclado de arcilla, los modos de cocción y vidriado, y les aplicó una concepción moderna del papel y sentido de la cerámica.
¿Cómo ve Chen la cerámica? Para Chen una obra de cerámica abarca un todo -arcilla, cocción, vidriado, colores, diseño- cuya relación interna debe expresar una idea, debe transmitir sensaciones al público. Chen establece un diálogo entre el cuerpo del objeto y el vidriado que le aplica. La distribución del vidriado sobre la superficie de la obra, su intensidad y color contribuyen a expresar la idea que el total de la obra pretende comunicar al público. El conjunto de sus obras encierra un mundo que va más allá de la relación cuerpo-vidriado e incluye otros elementos, como tonalidades, colores, diseño y superficie, para constituir un todo cargado de significación.
Chen analizó también la relación entre arcilla, gas, presión y cocción. Tras unos cinco años de pruebas logró desarrollar una técnica propia, mediante un preciso control del horno. El dominio del horno le permite determinar el cuerpo y la tonalidad de los colores de la obra.
El diseño de las obras de Chen es un reflejo de la naturaleza. Da a sus obras la ondulación de la naturaleza. La superficie de sus creaciones es todo menos lisa. Líneas que se cruzan, hendiduras, salientes, pretenden reflejar su propio sentimiento hacia el medio ambiente.
Sus obras revelan una minuciosidad y abstracción totalmente armonizadas. Algunas incorporan la caligrafía china, aplicada junto al vidriado, contribuyendo de esta forma, al diálogo cuerpo-vidriado-forma.
Con sus obras, este joven maestro pretende comunicarse con el público y hacer llegar a todo el mundo un arte antes reservado a la corte.