04/05/2024

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Así nos ven: Lo admirable de un pueblo - Por Mario Antonio SANDOVAL

06/03/1982
-Admiración- respondí.
La pregunta se refería a qué palabra puede resumir las impresiones de alguien que por primera vez visita Taiwán, la isla provincia de la República de China.

Admiración porque la determinación de sus dirigentes y la disciplina del pueblo, han convertido a esa pequeña isla -de tamaño menor que Guatemala- en el tercer emporio industrial de Oriente, en apenas treinta años.

Admiración por la manera en que mantiene sus tradiciones milenarias, herencia de cientos de lustros, y por su adaptación constante a las cambiantes necesidades del mundo moderno.

Admiración por el sentido de responsabilidad con que los taiwaneses realizan el total de sus actividades, a todo nivel; por la seriedad con que se atienden hasta los últimos detalles de su vida.

Admiración porque todo esto ha sido logrado a pesar de que apenas a 160 kilómetros de su costa oriental, un enorme ejército comunista está listo para atacar, en cuyo caso la relación sería aplastantemente desfavorable para Taiwán: mil millones de chinos continentales contra solamente veinte de los nacionalistas.

Finalmente, convencimiento de que sin esas medidas de disciplina, responsabilidad, respeto a sus tradiciones y a su identidad nacional, es imposible que cualquier pueblo pueda progresar, y tal vez ni siquiera sobrevivir en el mundo actual, tan influenciado por todas las ideas, modos de ser y filosofía occidentales.

La ciudad

La capital, Taipei, de dos millones de habitantes, se extiende sobre una planicie al norte de la isla. Es el centro principal de toda actividad y la sede del gobierno. La cruza el río Tan Sue, y está llena de edificios de una altura casi uniforme de seis o siete pisos.

Llaman la atención sus enormes bulevares, construidos a la manera de los de París, Berlín o Londres. Taipei, como ciudad, no se diferencia de cualquier otra en estos años ochentas: embotellamientos de tránsito, contaminación ambiental, ruido, pero en medio de todo eso, hay lugar predominante para sus templos y monumentos.

Si bien el doctor Sun Yat Sen fue el fundador de la República de China, en 1911, con la famosa revolución del 10 de octubre, o "doble diez", es al generalísimo Chiang Kai-shek a quien se le rinde los honores: a su memoria está erigido un enorme parque - monumento, de tamaño equivalente en la zona 1 de Guatemala, a la 5a. 6a. 7a. y 8a. avenidas, desde la 6a. hasta la 13 calles.

En esa área se encuentra el monumento a Chiang Kai-shek, un área comprendida entre enorme construcción de paredes blancas y techo azul, situada al final de una escalinata de 87 escalones, uno por cada año de la vida del héroe. En el interior, la estatua erigida en su memoria, muy similar a la de Abraham Lincoln en Washington: sentado, mirando al frente, con una sonrisa benévola.

Los bulevares tienen como principal característica estar llenos de palmeras, elemento decorativo que no siempre es considerado parte del paisaje chino. En el momento de nuestra visita, los edificios públicos estaban cubiertos por madera pintada de brillantes colores, sobre todo rojo, símbolo de buena suerte, y amarillo, símbolo de poder.

El pueblo

Es proverbial la hospitalidad china, fama merecidamente ganada. No es solamente el buen trato de quienes tienen como trabajo atender a los visitantes, sino también de todas las personas con quienes tuvimos contacto.

La mujer

Una de las principales características de la actual sociedad china es el papel cada vez más importante de la mujer en actividades consideradas masculinas, sobre todo cuando hay miles de años de tradición encima, como un dique que se opone a los cambios en el papel de la mujer en la sociedad.

Las mujeres chinas han logrado esa independencia a base de algo muy simple: calidad. En efecto, una mujer que realiza alguna actividad fuera.

Esa es, en realidad, una manera muy positiva de liberación femenina. Competir a base de calidad, capacidad y darse cuenta de que para triunfar en esa sociedad milenariamente masculina, hay que ser doble o del hogar, lo hace a la perfección, para competir de esa manera con los hombres. Como ejemplo, puedo indicar que los hombres encargados de atender a los extranjeros de habla española, tienen un excelente conocimiento y práctica de nuestro idioma, sobre lo normal, pero las mujeres que hablan español como parte de su trabajo, lo hacen a la perfección. Sin acento, o con algún dejo del lugar donde lo han aprendido, generalmente España. Tienen un dominio casi total del idioma de Cervantes, para que no haya discusión a la hora de emplear sus servicios para la atención de los visitantes triplemente bueno, y además esforzarse el doble o el triple,también.

Los templos

Por último, la quintaesencia de la filosofía de vida en China: el templo, en verdad un mundo dentro del mundo aparte que es Oriente.

Entrar a un templo chino es una experiencia en verdad inolvidable. No es errado: lo rodea generalmente una pared de poca altura; adentro está una edificación en forma de corredor cuadrado y enmedio de este espacio, el templo en sí.

Como característica particular, no están dedicados a una sola deidad. Buda y Confucio comparten los lugares de veneración, las oraciones, las peticiones, el olor de los inciensos.

Como en todo templo de cualquier religión, un anciano de edad incalculable vende incienso, velas y cualquier otra cosa necesaria para la adoración.

El más bello de los templos está situado a dos cuadras del mercado de la culebra. Mientras lo recorremos podemos observar a los fieles en oración, las candelas ardiendo, los pebeteros con incienso ... En un rincón, varios gatitos juegan plácidamente, sin notar que son observados por los ojos fríos de las esculturas de dragones y pavos reales con que se rematan los techos.

Por el poco tiempo disponible, la visita al templo fue el último punto del programa, horas antes de tomar el avión de regreso. Pero resulta mejor así, porque deja en nosotros la sensación de que, a pesar de todo, el pueblo de la República de China Nacionalista, no ha perdido esas características de meditación, paciencia y calma, que lo caracterizaron desde siempre.

En las afueras de otro templo, una exposición de bellísimos bonsais (árboles en miniatura) es admirada por propios y extraños. El templo, entonces, es también un centro de actividades sociales. De ahí emana y se asegura, se afianza, el principal factor de la vida china: la paciencia.

Pocos minutos después, en un mundo extraño, moderno, ruidoso, contaminado, el avión nos espera para iniciar así el largo viaje de retorno a Guatemala, a medio mundo de distancia.
(Adaptación de Prensa Libre de Guatemala)

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