Taiwan Today

Yo te llamo Taiwán. ¿Me estás oyendo? Es la hora de magia de la sombra cuando el hombre se ha ido; solo en él queda el alma silenciosa y sin par como una lágrima hecha de amor y vino. Siempre Taiwán mi corazón sin sol te está llamando. Trepando el verde gris de tus montañas, cantando como un pájaro en las viejas agujas de tus pinos y rozando en un vuelo nostalgioso la seda de tus lagos. Solitario, sin nadie que comprenda el amor que te tengo amor que fuera un canto que me viene de tí. Las horas de tus luces, las horas de tus rosas y de tus mariposas. Y tus templos opacos y tus bonzos de sombra y su gong misterioso y tu luna de fuego o tu luna amarilla mirando hacia la tierra como si fuera un ojo. Y el susurro elegante de tus altos bambúes y el tifón con sus truenos, broncos, largos nerviosos, mandarín de los cielos con su tono imperioso. Y tus bosques obscuros empastados de verdes con oídos, pupilas y extrañísimas bocas, con lenguaje de alas y espirar de reptiles y coloquios de amores al rozarse las hojas. Todo esto me has dado, con la risa de plata de tus vivas cascadas como vírgenes puras y el latir de tu tierra despertando tan solo al rumor de mi aliento. Disfruté de tus días, renací con tus noches, me envolví en las estrellas con tu té me embriagara recorriendo tu tiempo perfumado de jades, tus palacios inmensos con columnas de laca del color de la sangre y jardines con música de mujer y ciruelo. Y me diste una vida que no fué más que sueño. Todo ha sido Taiwán. Todo ésto ya pasó. Repetir no podemos tan bellísima gracia. Tu rosario de brisa ya no toca mis dedos. Ni mis ojos gastados tocarán tus quimeras. Pero tú estás en mí, mientras viva mi pecho, con tus bosques, tus lagos, con tus lunas y templos, con tus bonzos de sombra, tus palacios inmensos, tus tifones que son mandarines del cielo, tus perfumes de jade, tus columnas de laca tus jardines con música de mujer y ciruelo! Respóndeme Taiwán, ¿me estás oyendo? Montevideo, jueves 31 de julio de 1980