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Polifacético artista mexicano residente en Taiwan

06/10/2010
Resurrección (2,40 cm x 1,20 cm), por Pancho Borboa, 2009.
Con motivo de las celebraciones del Bicentenario de México, la Oficina de Enlace de México en Taipei se dispuso a hacer un inventario de las obras culturales relacionadas con su país presentes en Taiwan. Para su sorpresa, muchas de ellas resultaron provenientes de la mano y el ingenio de Francisco Borboa Valenzuela, o Pancho, como es cariñosamente conocido. Borboa ha sido residente en la isla por varias décadas, ya que su esposa, Anna Liang Lee de Borboa, quien a la vez es su mano derecha y colaboradora artística, tiene raíces acá. Durante su carrera artística, Borboa ha plasmado los colores de México en murales y obras de arte que están repartidos en diversos lugares de Asia, pero la base de su labor creativa está en Taiwan.

Visitamos al artista en su estudio ubicado en Xindian, distrito de Taipei. Los motivos religiosos que han sido predominantes en sus obras se palpan hasta en el lugar que han escogido para vivir y trabajar, ya que su estudio se encuentra dentro de un centro comunitario que gira alrededor de la Iglesia de la Santísima Trinidad. La pequeña iglesia católica ha exhibido varias de sus obras, especialmente en ocasiones festivas. El artista mantiene fuertes vínculos con la comunidad católica de la isla. Prueba de ello lo denota su más reciente exhibición, que se realiza del 1º al 30 de de los corrientes en el Hospital Cardenal Tien de Xindian.

Pancho Borboa, como se le conoce en el mundo artístico, nació en California, Estados Unidos, en 1923. En su niñez, contó con profesores que estimularon su natural talento para el arte. De hecho, recuerda con cariño a un excelente profesor en Los Mochis, que ponía a los estudiantes a trabajar en diversos proyectos guiados. Su talento resultó muy útil posteriormente. Al llegar al colegio en Guadalajara, los profesores no tenían proyectores o computadoras como hoy en día, así que pedían a Pancho dibujar carteles para explicar mejor los conceptos de las lecciones. Borboa continuó su educación superior en la Ciudad de México, siempre atendiendo el llamado de su inclinación artística, en conjunción con su fervor religioso.

En 1959 se traslada a Asia, específicamente a China. Es en Pekín donde una visita a una iglesia católica lo lleva a enamorarse de la pintura china. La dulzura y delicadeza de las imágenes lo cautivan, por lo que empieza sus estudios de las técnicas orientales de pintura. “Primero que nada, la pintura china no tiene bosquejos, hay que pintar directamente”, explica Borboa, resaltando las diferencias principales entre ambos estilos. Como artista, busca en esos primeros años dominar la técnica del agua tinta. Invierte mucho tiempo, concentrando sus obras dentro del estilo de arte asiático, específicamente, en la acuarela china, que será la base de sus estudios florales y paisajes en años sucesivos.

 

Paisaje de Taiwan (75 cm x 55 cm) ilustra el estilo caligráfico aplicado a la pintura de Borboa, 1990. (Imágenes cortesía de Pancho y Anna Borboa)

Poco a poco, se atreve a experimentar partir de esta línea y empieza a plasmar la pintura china con términos mexicanos, o como lo define Borboa, “la técnica china con libertad mexicana”.

Este es un período de transición, que lo pasa concentrado en temas paisajísticos, influenciado por numerosos viajes. Borboa ya contaba en este momento con una compañera de viaje, ya que años atrás había conocido a Anna, quien había viajado a México para estudiar arte. La familia de Anna, de origen cantonés, se trasladó de China continental a Taiwan tras la II Guerra Mundial; y Anna realizó sus estudios en Taichung. Ambos comparten la pasión por el arte y la afición por los viajes, por lo que viajan mucho. Pero ya sea a España, Japón u otros lugares, su objetivo es el mismo: imágenes para sus pinturas. Por ejemplo, en Taiwan, Borboa sube a Alishan y toma cientos de fotos de los troncos enormes, las formaciones de nubes, la vegetación, etc. La pareja pasó un año dedicado exclusivamente a Alaska y el norte de Canadá, basando sus pinturas paisajísticas en estas imágenes.

Es en los paisajes nevados donde la técnica china con ideas occidentales alcanza un hito. En Pekín, Borboa había visto a los maestros de la caligrafía y había quedado asombrado ante su velocidad y la fuerza de sus trazos. Inspirado en estos dos elementos, los integra a la pintura con acuarela. Emplea la técnica del golpe y la fuerza de la mano para denotar árboles y nubes de un sólo trazo. Los paisajes irradian una belleza fuerte y sutil a la vez.

No obstante, por sus viajes sabemos que destaca también como muralista, arte al que ha dedicado 30 años. En su estudio todavía descansan cajas de material para hacer mosaicos. De este estilo de expresión artística destacan sus obras en Japón, Hong Kong y Macao. En Taiwan, en la Universidad Católica Fujen, está La Anunciación, de 20 metros de alto, que tardaron seis meses en montarla. En el Departamento de Medicina de Fujen está Vosotros sois la luz del mundo. En 1987, completó en Taichung el mural Pentecostés, de 7,40 metros de alto, sobre la pared del edificio que alberga el Departamento de Lenguas de la Universidad Providencia. Otras obras en Taipei incluyen murales en la Iglesia Don Bosco y la Catedral de Taipei.

 

El artista en su estudio plasma escenas bíblicas.

Destaca entre estas obras monumentales un via cruxis en hierro forjado, que adorna la Catedral de Borneo. Este fue forjado en Taiwan y trasladado hasta dicha iglesia, para ser ensamblado allá.

Las obras de Borboa, en diferentes técnicas, se encuentran repartidas por Asia, en Hong Kong, Japón, Filipinas, Malasia, Borneo, Brunei, Australia, Taiwan y China continental. También se encuentran obras suyas en España, y hasta se han mostrado en exhibiciones internacionales en Estados Unidos. En México, destacan las exposiciones en Guadalajara en el Instituto Cultural Cabañas y el Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo.

En Taiwan, se realizó una exhibición de las obras de Borboa en 2009 en Taichung, dentro del Centro de Artes de la Universidad Providencia. Titulada Del camino de la Cruz al camino de la Luz, la muestra comprendió 28 pinturas que plasman dos eventos sagrados en dos grupos de 14 obras. Las primeras 14 detallan la pasión y crucifixión de Jesús, culminando cuando su cuerpo es colocado en la tumba. La segunda serie ilustra la resurrección de Jesucristo y sus últimos días en la Tierra, hasta la Asunción de María.

Hay dos elementos presentes en sus obras recientes que llaman la atención del observador. Primero, que están realizadas con la técnica del acrílico, con la que Borboa se encuentra trabajando desde hace varios años. Los colores son vivos, tropicales, brillantes. Lo segundo es que los protagonistas de sus cuadros son “descarados”, como les llama Borboa. “No tienen cara ya que nadie sabe con certeza cómo era el rostro de Jesús”, indica Borboa. Así, puede verlo como quiera, señala el artista, y nos deja con esta máxima “lo que interpretamos a la letra está muy fuera de la letra”.

 

Pancho y Anna Borboa muestran las obras para su más reciente exhibición. (Fotos de Chen Mei-ling)

Sin dejar de lado el interés educativo y misionero, la pareja de artistas también ha participado en la publicación de una serie de libros ilustrados que se refieren a la vida de San Pablo en un estilo similar. Cada pasaje bíblico es ilustrado con un cuadro lleno de colorido, en los que los personajes “descarados” interpretan cada escena. Así se entienden y recuerdan mejor los pasajes. Los libros se publican en una versión bilingüe, chino-inglés, con el fin de facilitar el aprendizaje y la evangelización.

Dejamos al artista continuar su trabajo, enfrascado en una animada discusión con su esposa Anna acerca del color del caballo del Buen Samaritano en un cuadro alusivo a esta parábola. El color es un elemento importante para transmitir el mensaje de esta valiosa lección espiritual, y un artista de la trayectoria de Borboa no deja un detalle sin analizar.

Texto de Silvia Villalobos

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