En la atención de diseño, construcción de buques cisterna, cargueros, petroleros, embarcaciones de recreo y hasta de guerra, el astillero (de Kaohsiung) mantiene en operación 3500 ingenieros y técnicos, en un área de labores igual a los 220.000 metros cuadrados.
Tanto la acería, como el astillero, constituyen un fuerte impacto de progreso para nuestras pequeñas y subdesarrolladas mentalidades tropicales.
Economía
Al lado de la industria pesada, florecen la pequeña y mediana industria. Los relojes, los calculadores, ropas, zapatos, joyas y todo lo que pueda conseguirse en el más caótico y moderno mercado persa, Taiwán lo produce en grandes cantidades. No tiene nada de raro que los chinos compren en Nueva York, en Roma o en Tokio, manufacturas aparentemente extrañas, que en alguna esquina digan "made in Taiwán". La presencia del capital extranjero, especialmente norteamericano, ha permitido esa variadísima producción, y debido al bajo precio de la mano de obra, las mejores marcas de electrodomésticos, de ropas o de vehículos, son confeccionados en la isla.
Esa estructura económica ha arrojado números verdaderamente increíbles: 98 por ciento de la población tiene empleo, las exportaciones ascendieron a $ 2300 millones en 1981; las importaciones llegaron a $ 1600 millones en igual período; solo a Estados Unidos le vendieron $ 850 millones y le compraron por valor de $ 300 millones; el índice de precios tuvo un incremento fuerte de 1979 a 1980, pero se ha mantenido bastante estable hasta la fecha. La moneda (nuevo dólar Taiwanés) se mantiene firme frente al norteamericano, con una relación de 38 por $ l. El ingreso per cápita es de $ 600, cifra que ni por broma vamos a comparar con la nuestra.
Ya no más comida
Yo hubiera jurado que el español es el pueblo que más come en el Mundo. ¡Ya no! . La prueba la tuve al canto: mi compañero Sánchez Alonso, un español casi puro (porque está medio aticado), llegó en un momento -frente a la pantagruelica comida mongólica- a exclamar: ¡ya no más comida!
Los chinos tienen la más abundante y una de las ricas comidas del mundo. No solo por su cantidad y su variedad, sino también por la exquisitez de su presentación y la ciudadosa mezcla de sabores.
Comer para los chinos es todo un rito. Hay que tomarse su par de horas y prepararse para inesperados manjares. Por dicha que no tienen la costumbre, -como los japoneses- de quitarse los zapatos para comer. Y es lógico. Después no habría manera de ponérselos.
Las comidas tienen el estilo propio de las regiones de procedencia. La cocina cantonesa, proveniente de Kwangtung, es más dulce y colorida, abundante en pastelitos. La de Szechwan es picante y muy condimentada. La originaria de Pekín es más suave y con suficiente arroz y la propia de Taiwán es abundosa en mariscos y pescado. En todos los casos hay que preparse para muchos platillos distintos. Quienes se asustaron en España porque había dos platos y postre, en China tendrán que abrir estómago para por lo menos seis o siete platos por sentada. Además hay que dejarle espacio a la botella de cerveza, a la copita de vino, a la sopa y al arroz masudo que cierra la ceremonia. No se sorprendan, el postre se come a mitad de la comida. Cuando el arroz llega a la mesa, es señal de que hay que largarse. La comida de Mongolia fue una de las experiencias más exquisitas y extenuantes. Todo (verduras, condimentos, carnes, frijoles, pescados, etc.) lo cocina uno mismo en un gigantesco caldero que está sobre la mesa y que parece un zamovar ruso. Se van comiendo los componentes con los tradicionales palillos chinos y al final se consume el caldo colectivo producido en el recipiente. Sopa exquisita que parecía al final de la ceremonia; pero que no era más que uno de los cinco platillos de entrada. Después vino el "chop suey" a la parrilla, que uno mismo se prepara con 28 comestibles diferentes y 17 salsas diversas. Ahí fue donde mi amigo dijo: ¡ya basta!
Así es la comida china, abundante, pimientosa, rica en proteínas, cargada de vegetales y claro que nada tiene que ver con nuestro "chop suey", platillo de emergencia californiana que ya muchos saben de dónde salió.
Y ya para cerrar. Es tan importante la comida en la cultura china, que al saludarse entre ellos, no se preguntan ¿cómo has estado? sino ¿comiste bien?
- ¿Ni hao shiffá?
- Muy bien por dicha, ¿y usted?