05/05/2024

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El espíritu chino a través de 305 poemas

16/04/1981
Hemos dicho y sostenido repetidamente que el alma del chino recoge con fruidez y amor, todo aquello que pueda caber en su alma y su espíritu. Poesia, pintura, música, filosofía, arquitectura y religión propia, llenan aquellos preciosos recipientes rezumantes de la influencia recibida de las obras características de esas disciplinas. Así las odas ancestrales que Confucio recomendaba conocer y estudiar para conducir la moral y sentimientos de su pueblo por caminos honorables, humanos y perdurables. Y que por sobre todo aseguraban la paz. Poemas que se improvisaban cumplidamente en actos y reuniones en los que participaban los personajes más altos de los diferentes reinos chinos. El fruto de las Odas nacía de una raíz moral y humana, fuertemente brotadas de la sensibilidad de los hombres de clase intelectual superior que aspiraban a inculcar en la gente del pueblo los principios de amor y corrección en el trato con sus semejantes. Ellas sirvieron de fundamento a Confucio para decir: "Una frase sintetizará a los trescientos poemas (en realidad trescientos cinco) y es: Ten el corazón en su sitio".

Confucio extrajo de ellas su sano humanismo y al efecto decía: "Expongo, no invento nada. He creído y amado las doctrinas antiguas". Con once siglos antes de Cristo, ya las Odas circulaban oralmente en boca de los integrantes de reinos y pueblos chinos. No había imprenta, pero sí, escritura, y a medida que nacían los cantos, se iban escribiendo caligráficamente en los anales guardados celosamente en las consagradas bibliotecas chinas. Y ese correr del canto espontáneo, sencillo y a su manera hermoso, iba redondeando el alma y espíritu: sentimiento y conciencia de los hombres de los dispersos reinos chinos. Se cantaban en los banquetes de los nobles y se difundían por los arrabales. Las Odas fueron útiles para establecer y cumplir un fin moral y a esos efectos, los políticos vieron en ellas el medio mejor para sanear las costumbres y promover el amor del pueblo hacia su patria y sus superiores. Y eran el diálogo entre Gobierno y Pueblo. Había un Ministro escucha de las Odas, que trasmitía a su Rey cuanto se decía por medio de los cantos y luego daba la respuesta del soberano al pueblo. Eran diarios orales. No existía la imprenta. "Además se atendía por medio de aquél, que las Odas estuvieran exentas de aires lascivos que pudieran comprometer la salud ética del pueblo". Hay quienes imputaban a Confucio esta purga, pero estas colecciones existían, siglos antes de que fuera reconocida la autoridad del Gran Maestro y se estudiaban en las escuelas que formaban la nobleza, y otras, populares. No eran poemas elaborados, sino expuestos con la sencillez con que canta el pájaro, sin apretujamientos intelectuales y sin retorcimiento retóricos. Concisos. Rectos y sin empañamientos de escuelas. Totalmente libres -aunque después se rimaron consiguiéndose una mejor memoria de los mismos- pero la esencia del canto no tuvo nunca variaciones. Son cuatro los libros de las Odas. Por su orden: "Aires de los Principados", "Pequeñas Solemnidades", "Grandes Solemnidades" e "Himnos o Laudes".

El Libro 1) Contiene los cantos más populares. En ellos el pueblo expresa lo que ama, lo que detesta y lo que deplora. El Libro 2) Las cantaban en la Corte en solemnidades de segunda clase. Además hay canciones de temas populares agregándose las de intención política y moralizante. Estas Canciones eran también cantadas por músicos ciegos de las Cortes feudales, en sus reuniones y asambleas.

El Libm 3) Son treinta Canciones que celebran la gloria de la Dinastía reinante y se cantaban en la Corte Imperial en asambleas solemnes. En ellas se condensan las ideas de los grandes políticos que fundaran la Tercera Dinastía (1122 a.C.)

El Libro 4) Se supone que algunas de estas Canciones las compuso el Principe Chou, hermano del fundador de la 3a Dinastía, y regente en la minoría de edad de su sobrino.

El Emperador Shill Huang, unificador de China y fundador de la Dinastía Chin, Constructor de la Gran Muralla, dispuso la quema de las Odas, en castigo a las estudiadas por los Letrados Confucianistas, que le cencuraban sus sangrientas conquistas. Fueron recompuestas durante la Dinastía Han (207 a.C.) y como decimos antes, por estar rimadas pudieron conservarse mejor en la memoria.

Son poemas que pasan de los dos mil quinientos años, pero guardan su frescura como el agua en el cántaro; su sencillez fonética, sus metáforas propias del momento de su gestación limpidas y resbaladas como una gota de lluvia sobre los pétalos de un crisantemo, que las hacen perdurables. Las Odas perdurarán el tiempo que pueda vivir el pueblo chino. Ellas vienen en su sangre y una vez reveladas, generación por generación, reiteran el apoyo de su sensibilidad y su conciencia en los cantos que han sido y son sus normas morales e ineludibles para su convivencia y supervivencia.

Un poema de ahora

Tin Weng Chung, poeta de hoy, canta con los mismos módulos de los poetas de las Odas. Y llama desde Long Island, dolorosamente, a su alma que ha quedado en el Continente chino hace cuarenta años, diciéndole desde "Long Island a Medianoche":

"Despertado de mi transoceánico sueño de medianoche/ siento que mi alma vagabundea todavía por cualquier lugar./ Perdido yo me pregunto: -Quién soy? / Desde las ventanas los grillos cantan mi nativa tonada./ Brillando en el cristal veo la misma vieja luna:/ Si Sur en el Yangtze, o si Norte en Hopeh?/ Mi ciudad natal treinta mil millas lejana;/ ya cuarenta años cambiaron el ayer./ No puedo reanudar el sueño quebrado./ ¡Oh mi alma solitaria, vuelve, por favor! Me quedo en Long Island esta noche./ ¿Por qué te demoras más allá del horizonte?"

La misma forma -trasladada a hoy- conteniendo aquellos sentimientos y pensamientos que hicieron nacer crecer y fortificar el espíritu y alma chinas, posándose livianamente sus palabras, calentándolas en sus versos -rimados o no- pero prontos siempre a aparecer, como una mariposa que a pesar de su liviandad y sus alas temblantes, no ha detenido su vuelo en más de veinticinco siglos.

Edison Bouchatón

-(Adaptación de El Día, de Montevideo)

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