04/05/2024

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Las maravillas del arte chino - Por Bernardo Acevedo

06/05/1981
El autor del presente artículo es un misionero colombiano que ha vivido en China 41 años, conviviendo con la gente hechos históricos tales como la invasión japonesa, la Segunda Guerra Mundial, la usurpación comunista del continente y, posteriormente, la construcción de la República de China en Taiwan. En la actualidad reside en Taipei y forma parte del equipo de jesuítas que se dedica a la elaboración del diccionario español-chino.

Maravillas inapreciables son las riquezas artísticas en la paciente historia de China. En porcelana, en el más puro jade, en filigrana de oro, en pintura y caligrafía, en esmalte. . .tesoros que proporcionan infinidad de materiales para museos. En nuestros días se hacen asombrosos descubrimientos que remontan más hacia las auroras de la historia humana, la civilización china. Y estos descubrimientos son precisamente en la línea del arte.

El arte chino, en todas sus manifestaciones, ha sido notable ya desde su lejana cuna. Este sentido de lo bello es tan connatural al alma china que aún sus mismos libros de filosofía y teodicea (estudio de la existencia de Dios) están embebidos en el arte.

El principe de sus filósofos y más despierto ingenio de China, Chuan Tzu, nos presenta sus profundos estudios siempre en ropaje de naturaleza con sus aforismos, comparaciones, anécdotas, en un lenguaje que aunque entonces no era perfecto, si tenía un raro frescor de poesía y concisión. Así trataba de hacer entender al pueblo ideas de suyo esquivas y profundas.

Lo importante es que esa rara disposición para el arte, existe con naturalidad en la masa china. Son abundantes los objetos artísticos que se encuentran por todas partes en su extensísimo territorio y aún, las principales naciones del mundo, han venido a buscarlas, llevándoselas no pocas veces, a precios irrisorios.

En cualquier casa, por humilde que sea, siempre se encuentra un rincón del arte: serán las curiosas macetas, o arbolitos que se hacen crecer a voluntad, dándoles caprichosas formas, de preferencia curvas, porque la línea curva es la expresión gráfica de la sicología china, bien clara en su arquitectura, en su lengua, en su pintura, en su ornamentación y en su fraseología de etiqueta. El chino inventa un jardín en cualquier rinconcito que dispone, u obliga a las calladas piedras a dar verdaderas formas de arte en los patios interiores de las casas o jardines públicos.

Si esculcamos la bolsa escolar de los chiquillos, con no poca frecuencia encontramos el cuaderno en que va dejando sus ideas pasajeras del día. O lo encontramos también junto a las fuentes y jardines, haciendo sus esbozos de pintura, sin la menor preocupación por los curiosos transeúntes.

Por la mera escritura de los caracteres chinos, es puede decir que todo chino es un pintor. Es muy frecuente ver, verdaderas joyas de arte en una sencilla inscripción. Los extranjeros nos quedamos con frecuencia largos ratos admirando una inscripción, carácter por carácter, rasgo por rasgo. Para escribir bien los caracteres chinos -y los chinos empiezan desde niños- se necesita una gran serenidad interior, un sentido grande de armonía, un equilibrio notable de nervios, una gran percepción de la proporción.

Los caracteres a pincel negro, que se inician en un apoyo firme sobre el papel para terminar en filigrana exquisita, o empiezan por ella para terminar en un grueso noble y firme, hablan y se mueven y danzan creando el mundo de las ideas gráficas: Arte. Los grandes calígrafos chinos antes de escribir, junto a la mesa, se colocan en un ambiente de serenidad y concentración, como quien va a hacer una obra de arte.

Estábamos admirante una hermosa catleya, una de las más vistosas orquídeas de toda la riquísima familia y que es precisamente la flor colombiana y un amigo chino que estabe al lado y que es un empedernido entusiasta de la orquídea, como bien lo demuestra su abundante colección, me dijo, mostrándome una pequeña orquídea blanca de bastante ordinario aspecto, pero muy perfumada: "Aqui está la gran difrencia entre ustedes los extranjeros y nosotros los chinos, Para ustedes la Catleya es una flor maravillosa, para nosotros esas carnaciones pronunciadas y esos vivos colores son más bien una manifestación vulgar, común. Para nosotros hay más belleza en esta perfumada flor." Y prosiguió. "Paralelamente a esto, es el criterio de ustedes y el nuestro para juzgar a la mujer, sobre todo la mujer que ha de ser la compañera de la vida. Una bella mujer, no son precisamente unos hermosos ojos, con una boca proporcionada. Es mucho más hondo que eso".

Entonces comprendimos un proverbio chino que hasta entonces nos había parecido materialístico y abusivo: "que una mujer sea de bello aspecto o no, poco importa. Lo esencial es que sepa pasar los días".

Es decir, un conjunto de armonía que supera la hermosura de la carne que se agosta y que perdura al paso de la vida.

Según nuestro modesto juicio, después de mucha reflexión a lo largo de los muchos años en China, el principio fundamental del arte es diferente para chinos y extranjeros.

El arte del cincel y del pincel, desde las admirables estatuas de Fidias y Praxiteles, hasta los genios de los últimos siglos, son una fidelísima transcripción de la expresión humana. Se dice que Miguel Angel, contemplando su célebre Moisés, le dijo suavemente con el cincel diciendo: "¿Por qué no hablas?" Desde la meticulosa traslación de la realidad al mármol y al lienzo de los renacentistas, hasta el impresionismo genial de Velásquez que con unos descuidados brochazos pinta una preciosa mano de mujer sobre el pecho de la virgen (Coronación de María Reina), los pintores captan la realidad de los modelos con gran maestría.

Para nosotros el artista chino tiene por vulgar la simple traslación de la realidad por vehemente que sea. Para eso está la fotografía. El pintor chino se come y se bebe el paisaje al contemplarlo largamente antes de pintar. Luego de paso y asimilado por su alma, lo pinta. Por eso nos preguntamos: ¿Dónde hemos visto esas raras montañas retorcidas, esos valles embebidos en neblina mañanera, rodeados de cascadas fantásticas? En ninguna parte. Ese es el arte chino: una verdadera creación con elementos muy positivos y reales en la Naturaleza.

Dice Shih T'ao (siglo 17): "El hombre puede tomar estas funciones que vienen de la Naturaleza y mantenerlas; y no es que la montaña se las entregue al hombre ... La finalidad (de la pintura) es crear con desenvoltura energía vibrante. Las colinas y los ríos me han designado a mí para que hable por ellos.

Si un lugar concreto tiene colinas y picachos y el artista se limita a cambiarlos, esto será una restricción laboriosa del talento del artista ... cuando se mueve la muñeca con genialidad, la obra sobrepasará la mente humana; y cuando se mueve con espíritu, tanto las colinas como los ríos, ofrecerán toda su alma. . ."

Lo más notable es que esta manera de interpretar la realidad no solamente se extiende a los paisajes, sino a la pintura misma de tipos humanos. Con frecuencia se ven en las casas de abolengo pinturas de varios siglos atrás, de una especie de santones de ojos misteriosos, grandes cabelleras y con enormes báculos, que jamás se ven en la realidad. Lo mismo se dice de la rica iconografía de las pagodas y de los grifos y animales exóticos.

Un tema digno de estudio, por lo aficionado que son a ello los chinos, es el del bambú. Pinturas delicadas y admirables parecen reflejar el alma del bambú, apenas con unos brochazos firmes y decididos, sin esmerado detalle y con contornos huidizos. El buen pintor chino recoge su alma y medita antes de lanzarse, porque el brochazo que va a dar sobre el absorbente papel de arroz, no va a admitir retoque alguno.

La escenografía en las representaciones teatrales, a excepción de los trajes de color y forma, es sencillísima, casi inexistente. El artista simplemente al actuar, va creando su escenografía.

Por ejemplo, un simple lazo en la mano, con el pelo desgreñado, nos dice que el hombre acaba de llegar a caballo. Levanta un poco el pie derecho, con lo cual denota que ha pasado el dintel alto de la puerta. Sólo hasta entonces habla con el hombre que de suyo tenía delante, pero que imaginativamente estaba dentro de su cuarto. Si el actor omite este gesto de entrada, hay un murmullo de desaprobación en la audiencia.

A veces en medio de una escenacosa intolerable para el gusto extranjero por un motivo cualquiera, entra un hombre que no tiene que ver con ella, para poner una silla que se había olvidado u otra cosa de poca importancia, el público no se inmuta. Tanto el actor como el espectador van más hondo, más allá de una realidad objetiva en la que se apoya apenas su evasión espiritual. Hablamos naturalmente de un arte más popular y por ende más profundamente radicado en el alma del pueblo. No nos referimos ya a una escenografía más moderna, más tocada del influjo de fuera. Para decirlo de una vez, el chino es artista por instinto, porque lo humano prima en sus acciones. Es la gran objeción que ponen a la cultura occidental: le falta elemento humano, es decir, que ante todo aparezcan los intereses del hombre y libere el interior para la expresión artística. El demasiado apego a la exactitud del minuto, a la forma externa, a la ley fria que esclaviza al hombre y corta la inspiración artística. Por eso la mayoría de las obras artísticas de gran perduración de los chinos están hechas pacientemente, a través de muchos años, a veces.

La verdadera poesía (es decir, no la simple versificación al alcance de cualquier aficionado) es una de las más hondas y delicadas expresiones del arte.

Los poetas son, casi siempre, los artistas más evidentes de cada nación porque es un arte menos costoso, al alcance del alma humana, sin demasiada necesidad de medios físicos exteriores. El alma pinta sus ideas, cincela sus expresiones con luz y gracia, sin resistencia y vulgaridad de materia.
(Adaptación de Ventana Colombiana, revista de El Colombiano, Medellín, Colombia.)

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