03/05/2024

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El mágico mundo de los números chinos

06/12/1992
Para los chinos, los números están llenos de un sentido misterioso y semi-mágico. Son significados que van más allá del simple uso en los cálculos. Se convierten en verdaderas cábalas que, por el sólo hecho de nombrarlas, pueden atraer la fortuna o incluso acercarles a la muerte. Otras veces son un recordatorio que anima a las personas a mantener un buen vivir y les recuerda los valores más grandes de su cultura.

Cinco mil años atrás, la gente que primitivamente acostumbraba dejar datos registrados mediante nudos hechos en cuerdas, empezó a usar guarismos no sólo para calcular sino para, junto con las letras, dejar registro de los éxitos, alcanzados en las batallas por ejemplo, y reveses como la pérdida de las cosechas por la salida de un río.

El I-Ching o Libro de los cambios, uno de los clásicos de China, es una compilación acerca de las adivinaciones y las formas de precaverse ante el destino y la mala suerte de la gente en tiempos antiguos y por ello es el de uso más extendido en la actualidad.

En él, cada cifra tiene una significación especial, utilizada quizás, en el comienzo, con función didáctica. Uno, el principio del "Gran Supremo", engendra la dualidad, el dos, que a su vez representa la filosofía de los opuestos, llamados Yin y Yang.

De allí proviene el tres, signo de los tres principios o niveles que se reflejan en la naturaleza: el cielo, el hombre y la tierra.

El cuatro corresponde a las cuatro direcciones cardinales; el cinco indica los cinco estados que existen en la naturaltlza: agua, madera, tierra, fuego y metal; el seis habla de los seis dominios o líneas del hexagrama; el siete, de los principios o reglas de gobierno; el ocho representa los trigramas, figuras básicas de tres líneas en que se apoya la teoría del Libro de los cambios; sigue el nueve, que se refiere a los nueve libros canónicos; y, por último, el diez introduce a las diez gráficas.

Aparte del I Ching, existen otras formas para escudriñar el destino de una persona. Se escruta su futuro, por ejemplo, calculando mediante la cantidad de trazos usa dos en los dos o tres caracteres chinos que componen su nombre.

Otra forma bien corriente es desentrañar el devenir con la ayuda de las cifras del año, el mes y el día de nacimiento.

Los chinos creen que sonidos similares pueden producir los mismos resultados. Y son bastantes las palabras homófonas. Se producen muchos números benéficos, porque suenan parecido a una palabra de buen augurio, o maléficos por evocar un mal.

Es decir, esta "igualdad sonora" ha llegado a ser la base para las bendiciones o maldiciones.

El director de la Sección de Antropología del Museo Provincial de Taiwan, Ruan Chang-ruei, ha dicho que este fenómeno se llama "identificación mágica".

Ocho del éxito

En uno de los dialectos más importantes de China, el cantonés, la pronunciación de los caracteres correspondientes a "ocho" y "éxito" son muy similares. Por esta razón, el ocho tiene una gran significación para el chino que habla este lenguaje. No así para el ciudadano que ve el mismo carácter escrito, pero lo lee en su propio dialecto.

Y aunque no se habla cantonés mayoritariamente en Taiwan, la influencia del continente llegó también -lo que trae buena suerte a otros en Cantón también nos la traerá a nosotros en la isla, probablemente se dijeron- y durante la época del apogeo de la Bolsa de Taipei, la compañía de valores Jihsheng pagó más de 23 mil dólares norteamericanos por una placa de licencia para auto terminada en "8888". Ahora que la Bolsa no tiene el atractivo de antaño, los precios han bajado a poco más de dos mil dólares.

En China continental, la primera vez que en la ciudad de Chungking se pusieron a remate los números de teléfono, el 900-8888, correspondiente a un aparato portátil, fue vendido en 50 mil renminbi (unidad de la moneda al otro lado del Estrecho), que equivalen aproximadamente a diez mil dólares.

Tabú taiwanés

Los taiwaneses tienen un gran tabú relacionado con la similitud existente entre el sonido de las palabras "muerte" y "cuatro" en su dialecto (que sonarían sí y si respectivamente).

Así, dado que en las bodas se habitúa regalar a los novios "sobres rojos" que contienen dinero, es de buen gusto obsequiar una cantidad cuya cifra termine en par. Por ejemplo, NT 1.200 o 3.600 (siglas en inglés con que se nomina la moneda en Taiwan).

Sin embargo, sería muy criticado -por no ajustarse a las buenas costumbres- alguien que en su sobre pusiera NT 4.400 ... porque, aunque es par, aparece el tenebroso cuatro.

En los hospitales y los hoteles, al numerar los niveles del edificio, normalmente se omite el cuarto piso. Los ascensores no lo tienen escrito. Pareciera que se puede ir del tercer piso al quinto directamente. Es porque han corrido los números: el cuatro ha sido cambiado por el cinco, y así en todos los demás.

Tiene tan mala fama que los departamentos ubicados en el cuarto piso llegan a tener un precio más bajo.

Y cuando entran cuatro personas a un restaurante, los mozos, haciendo gala de exquisita cortesía, piden a los ayudantes servicio para los clientes diciendo "son tres más uno", para no atraer la mala suerte.

El cinco no tiene una carga tan fuerte ya sea de mala o de buena fortuna. Pero en las ocasiones festivas se suelen ver carteles que dicen "Que las cinco bendiciones vengan al hogar".

Otro número, el nueve, es usado para significar "una gran cantidad" y lo "eterno". También, por ser considerado un número extremo después del cual todo termina, para las personas mayores es poco auspicioso y no celebran los cumpleaños de las edades cuyo número termina en nueve.

Calles y cultura

Las cifras también ayudan a los chinos a recordar aquellas cosas perennes de su cultura.

La ciudad de Kaohsiung, en el sur de Taiwan, tiene un grupo de calles principales con nombres que comienzan con un número, son consecutivas y están ordenadas de menor a mayor. Y la característica más importante es que todas se refieren a grandes principios chinos.

Comenzando por el sur, están Yi-hsin (un sentir), Er-sheng (los famosos reyes Wen y Wu), Santuo (las tres abundancias: bendiciones, muy larga vida y muchos hijos varones), Ssu-wei (los cuatro principios éticos de cortesía, rectitud, humildad y honor) y Wu-fu (las cinco bendiciones: larga vida, bienestar, salud, amor a la virtud y morir de muerte natural).

Ya en pleno centro de la ciudad, siguen Liou-he (los seis puntos cardinales, incluidos el cenit y el nadir), Chi-hsien (los siete sabios del bosque de bambú), Pa-te (las ocho virtudes cardinales: fidelidad, amor filial, filantropía, caridad, credibilidad, rectitud, ser pacífico y equitatividad), Chiou-ru (los nueve esquemas de bendiciones: perdurable como las montañas, fértil como la tierra de labranza, firme como el acero, erguido como los montes, ancho como las aguas torrentosas, perseverante como la luna, ascendiente como el sol, longevo como las montañas del sur y vigoroso como el pino) y finalmente la calle Shi-chuan (la plenitud).

Esta secuencia de auspiciosos nombres de calles le da a la gente mayor una suave sensación de calor de hogar al recordarle aquellos valores aprendidos desde la infancia. Y los niños compiten en memorizar los nombres de todas ellas.

Los números están en los sentimientos y en la mente de las personas. Pueden usarse para contar. Pero acá, la gente también los usa para superar sus temores y afianzar sus esperanzas.

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