07/05/2024

Taiwan Today

Noticias de Taiwán

La Isla Hermosa - Por Manuel Fraga Iribarne

06/06/1981
Los marinos portugueses, que después del comercio de la India buscaban el de China, la llamaron Formosa, por excelencia. Los españoles, en busca del Japón, lograron que España la ocupara en el siglo XVII, durante una generación; los dominicos continuarán allí una gran labor, por muchos años. Los holandeses también se establecieron allí, pero la China imperial la anexionó definitivamente. Los japoneses la administraron de 1895 a 1945, haciendo de ella una colonia arrocera. China la recupera después de la segunda guerra mundial; el triunfo comunista en el Continente obliga a refugiarse en la isla (que ellos llaman Taiwan) al Gobierno de Chiang Kai-chek y a dos millones de refugiados. Era fácil pensar que aquello no tuviera porvanir, a pesar de la simpatía americana, tras el error de dejar a los rusos manos libres en China. La isla era pobre, y sus ocho millones de habitantes habían estado cortados de China durante el último medio siglo. Pero lo cierto es que, una generación más tarde, el éxito es indiscutible. Los 17 millones de habitantes de la República Nacionalista de China, en un territorio semejante al de Holanda, mantienen un alto nivel de vida, que si fuera el de Asia entera (o simplemente el de la China continental) haría muy distinto el presente y el futuro del Tercer Mundo, sosteniendo un ritmo de desarrollo económico y social fuera de serie que les hace ver con ilusión el porvenir. No se trata de una visión limitada a los barrios buenos de la capital o a los "elefantes blancos" que, como grandes proyectos del Gobierno, figuran inevitablemente en toda visita oficial. Largos recorridos por amplios sectores de la isla demuestran que el progreso es real: autopistas, carreteras, ferrocarriles, comunicaciones, servicios; una agricultura y acuicultura modernas y eficientes; industria pesada en el Sur; buenas explotaciones forestales en el Norte; construcción intensa en todas partes; centrales nucleares muy avanzadas; pesca bien organizada; comercio bien abastecido. ¿ Cuáles son las claves de este indudable éxito? Aquí no existe la "miseria oriental"; ni se percibe la dramática sumisión a un destino trágico, como en otras partes de Asia. En primer lugar es indudable que, entre los dos millones de personas que emigraron del Continente, había unos cuadros excepcionales de dirigentes de empresa, oficiales de Estado Mayor, altos funcionarios, profesionales, etc., que permitieron orientar cuanto antes lo que allá se sigue considerando como el Estado provisional de China. Lo contrario de lo que ocurrió en Cuba, donde la "élite" del país fue desaprovechada y hoy se encuentra en Florida y en otras partes del mundo, pero no haciendo su propio país. Hubo, por supuesto, un cierto apoyo norteamericano (hoy en total declive) y supongo que de grupos chinos de ultramar, pero no en la medida de lo recibido por Israel, cuyo recuerdo paralelo se hace inevitable, sobre todo al visitar la isla de Quemoy y otras zonas próximas al Continente. Otro punto clave es el sistema educativo. Hay nueve años de educación gratuita y educatoria, que desean ampliar a doce. De cinco a catorce años, los chicos y chicas van a unos colegios ejemplares que, sin duda, son la niña de los ojos de la sociedad. Limpios, educados, disciplinados, con sencillos uniformes, está claro que de ellos salen ciudadanos serios y trabajadores. Que es lo que debe ser, digo yo. Da gusto ver esos colegios, situados en los mejores sitios de las ciudades; para ellos no hay escasez ni carestía del terreno; y verlos salir, dominando la calle, con sus correctas filas, que cortan el tráfico con sus banderolas, diciendo sin palabras: "Alto, aquí pasa el futuro". El futuro; el futuro de China. Porque ellos mantienen la ilusión de que son China. Les sería muy fácil despegarse, ser la República de Taiwan; pero piensan que sería egoísta, ahora que viven mejor; que sería renunciar a sus raíces, al futuro de su gran nación, de su gran cultura. Tienen, indudablemente, un sistema político autoritario; no se ve fácilmente cómo podría ser de otra manera, en sus difíciles circunstancias, y es, por supuesto, cien veces más libre que el comunista. La República de China se basa en los principios del doctor Sun Yat-sen; lo cierto es que ha sabido conjugar la tradición de Confucio, las ideas occidentales de la especialización del trabajo y, sobre todo, la de un sistema económico eficaz. . Los chinos son uno de los pueblos más laboriosos del mundo: trabajan duro y largo (muchas horas del día y muchos días del año). Hace falta una enorme anarquía (como la de los años 20) o un sistema económico absurdo (como las comunas de Mao) para desanimarles del trabajo. En el sistema actual han encontrado motivos de esperanza: el que trabaja prospera, sin duda alguna. No han preguntado más, y sus textiles, sus zapatos o mil otros productos de Formosa son hoy competitivos en todo el mundo. ¿ Cuál es el porvenir de esta apasionante experiencia? La cuestión es doblemente importante, porque no sólo afecta al futuro mundial, sino que depende de todos nosotros, de lo que hagamos los demás. España, en particular, no se puede inhibir, porque ha escrito una parte de la historia de este país: no sólo quedan las piedras de un viejo castillo, no sólo el jugo de manzana se llama aquí "sidra", sino que aqui viven más de 300.000 católicos, la mayoría formados por misioneros españoles, y cuyo joven obispo es un chino que pasó siete años en Madrid y habla perfectamente el español. Y aquí siguen docenas de dominicos, de jesuitas, de monjas españolas; muchos de ellos pasados antes por una China continental en la que ahora no pueden actuar, ni siquiera entrar. La solución sería muy sencilla: admitir que hay en la realidad dos Chinas, como hay dos Coreas, como hay dos Alemanias por cierto que con mucho más motivo, porque sin la presión militar rusa, yo creo que no habría dos Alemanias, y si hay dos Chinas es porque los chinos así lo quieren. Cuando se visitan los impresionantes monumentos de Taipeh: el templo-museo de la guerra y sus víctimas, el auditorio dedicado al doctor Sun Yat-sen, creador y primer presidente de la República China, el mausoleo de Chiang Kai-chek (donde figura hasta la Gran Cruz de Isabel la Católica que le concedió el Frente Popular español en mayo de 1936), y otros, no le cabe a uno ninguna duda de que los chinos de Taiwan están decididos a ser el modelo de la gran China del futuro. Ellos confían en la propia eficacia, frente al fracaso económico y a la inestabilidad política del régimen comunista. Pero confían, sobre todo, en que ellos son, en el mundo de hoy, los legítimos continuadores de una tradición milenaria, de una de las más grandes y creadoras civilizaciones del mundo, mientras que el comunismo, que se empeña en destruir sus pilares básicos, tiene que fracasar. Mao ataco inútilmente los dos grandes cimientos de la sociedad china: la familia y la educación. Taiwan se ha apoyado en ellos para una efectiva regeneración. El éxito económico y social ha reforzado la legendaria capacidad de trabajo de los chinos, mientras que el fracaso ha conseguido mellarla en el Continente. España, presente en Formosa desde hace tres siglos, tiene hoy grandes oportunidades de todas clases, que debe aprovechar; es increíble lo poco que hacemos por paliar nuestro actual déficit comercial cuando podríamos vender tantas cosas, empezando por libros en español, de los que hay gran demanda y no se encuentran. No se trata de sacrificar nada en el otro sitio, sino de aprovecharlo todo. La política exterior es un asunto de realidades; otros países lo han entendido, y basta ver los vestíbulos de los cien grandes hoteles de Taipeh para comprenderlo. (Reproducido de ABC de Madrid).

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