Su primera exposición se realizó en 1937, luego de la graduación en el Colegio de Artes de Shanghai. Posteriormente vino la guerra con el Japón y Tien se alejó un poco de su oficio de pintor para servir en el Ejército y más tarde como profesor en varios colegios y hasta editor de un periódico.
Pero, la pintura no podía esperar y este hombre, trajinado como pocos, regresó a los pinceles, hasta lograr una inmensa colección de ilustraciones en blanco y negro, y en color. Sus pinturas se bastan a sí mismas como testimonio de vivencias personales ante lo natural. Un pájaro que vuela o que recoge ramas para construir un nido, una flor abandonada o una cara evocando a los clásicos, son las mayores honduras de su que hacer plástico.
Hay algunas de sus obras donde cierta parte está tratada como pintura con manchas y en otros sectores hay únicamente línea, dibujo. Pero, todo es revelador. Su obra, en resumen, es testimonio viviente de lo que la naturaleza es por dentro.