07/05/2024

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Alquimistas del plástico convierten basura en tesoros

16/01/2011
La Eco Arca es una estructura moderna con miras a un futuro en armonía con el medio ambiente. (Fotos de Huang Chung-hsin)

Cuando se escucha en Taiwan la melodía Fur Elise, los ciudadanos atienden el llamado a depositar su basura en los camiones recolectores. Uno de los vehículos es para la basura y otro para los materiales reciclables. La campaña para reducir la cantidad de desechos sólidos va ganando cada vez más adeptos, por lo que un creciente grupo de personas se congrega en torno al camión de reciclables. Además, miles de personas viven recolectando papel, plástico y otros materiales que venden para que sean convertidos ya sea en materias primas u otros objetos. Separar la basura por categorías se ha vuelto una parte indispensable de la vida cotidiana y fuente de riqueza inesperada para muchos taiwaneses.

Por ejemplo, muchas personas se sorprendieron al saber que los uniformes de nueve equipos de fútbol participantes en la Copa Mundial Sudáfrica 2010, entre ellos, el subcampeón Países Bajos, y el destacado Brasil, fueron fabricados por empresas taiwanesas a partir de botellas de tereftalato de polietileno (PET, siglas en inglés) recicladas. Aparte de ser amigable con el medio ambiente, poner en el mercado tela hecha a partir de botellas de PET constituye una exitosa estrategia comercial.

Las botellas plásticas en particular, que pululan en una isla donde el clima tropical invita a tomarse un refresco frecuentemente, adquieren nueva vida gracias a las tecnologías innovadoras desarrolladas en la isla. Con ellas se pueden manufacturar productos de considerable valor en el mercado, empleando las técnicas “de botella a fibra” o “de botella a botella”. También se puede crear algo completamente diferente e inimaginado a partir de una humilde botella desechada.

Según la Administración para la Protección del Medio Ambiente (EPA, siglas en inglés), los habitantes de Taiwan consumen unas cien mil toneladas métricas de PET al año. Si una botella promedio de 600 ml pesa unos 25 gramos, se deduce que se producen unos cuatro mil millones de botellas al año. Hasta 1988, fueron consideradas desechables e insalvables, por lo que tuvieron un grave impacto sobre el medio ambiente.

Las botellas de PET pueden llegar a ser un problema ecológico muy antiestético. (Foto de Chang Su-ching)

Fue en ese año que la Ley sobre Desechos tomó la iniciativa para resolver el creciente problema de las botellas de PET. En abril de 1989, la Asociación de Industrias de Bebidas de Taiwan (TBIA, siglas en inglés) y los fabricantes de botellas de PET se unieron en una alianza llamada “fondo de administración del reciclaje”. La TBIA aportó los fondos y los dos principales fabricantes de botellas de PET, el Grupo de Textiles Far Eastern y el Grupo Shinkong, invirtieron en la construcción de la primera planta de reciclaje de la isla.

En 1997, la EPA inició su programa de reciclaje “cuatro en uno”. Dicho proyecto consiste en reunir a las comunidades, los equipos de recolección de desechos locales, los recicladores y un sistema de fondos para reciclaje, con el fin de buscar oportunidades para reutilizar los recursos de desechos sólidos. Los fabricantes de productos que terminan como desechos sólidos, por ejemplo, carros, motocicletas, contenedores plásticos, bombillos, baterías y aparatos electrónicos, entre otros, pagan una cuota de reciclaje a la EPA, que la usa para subsidiar a las compañías que se encargan del reciclaje.

Los recicladores pueden dar las botellas directamente a la EPA por una módica suma, o comprimirlas y convertirlas en “ladrillos” de 300 a 400 kilos cada uno, que se venden a las fábricas que las reutilizan con muy buenas ganancias. Por lo tanto, animados por las políticas y la demanda del mercado, hay cada vez más inversiones en el área de reciclaje, tanto de botellas de PET como de otros desechos sólidos.

Asimismo, se cuenta con la incansable labor de promoción por parte de entidades no gubernamentales y grupos religiosos para que el proceso de reciclaje funcione cada vez mejor. No debe sorprendernos, entonces, que el índice de reciclaje de las botellas de PET en Taiwan sea del 97 por ciento. El volumen de plástico tipo PET que se recicló en 2009 sobrepasó las 97 mil toneladas métricas, con un índice de reutilización del 83,7 por ciento.

Las botellas recolectadas por una organización caritativa son ahora frazadas donadas que aliviarán a muchos damnificados en el mundo.

La forma más popular de reutilizar las botellas de PET es convertirlas en telas de fibras de poliéster. Las fibras de poliéster pueden fabricarse a partir de material de petróleo “virgen” o “en reverso” de las botellas de PET recicladas.

El proceso tras recibir las botellas del reciclador es primero romper los ladrillos y hacer una revisión con rayos infrarrojos para asegurarse de que no haya ningún otro tipo de plástico en la mezcla. Por otro lado, las botellas se lavan, se quitan las etiquetas, se dividen por colores y una por una, cada botella es molida para obtener escamas de un centímetro de diámetro. Dichas escamas se vuelven a lavar dos veces, se ponen en una solución “a flotación” para remover impurezas, se secan y son así vendidas a las fábricas textiles.

En las textileras, se derriten las escamas a altas temperaturas para producir bolitas de PET, que se hilan en telas para los productos de poliéster. Este tipo de poliéster o “hilo ecológico” produce 54,6 por ciento menos emisiones de carbón y emplea de 40 a 85 por ciento menos energía. El único problema medioambiental es que en las etapas iniciales, las botellas deben lavarse, y ésto toma gran cantidad de agua. No obstante, el eco-hilo es aún la mejor opción para combinar la eficiencia económica con la eficacia medioambiental. Con 70 botellas de PET se puede producir un kilo de eco-hilo, lo que nos da suficiente material para una camiseta de adulto.

Cuando las botellas de PET se convierten en fibras, el hecho de que provienen de un producto reciclado se convierte en una ventaja para las ventas. La propia empresa textil Far Eastern ha provisto por muchos años poliéster reciclado de alta calidad para famosos fabricantes de ropa deportiva como Nike y Adidas.

La otra alternativa para reutilizar las botellas de PET es siguiendo los mismos pasos para hacer la tela, pero convirtiendo las bolitas en botellas plásticas, que se llenarán una vez más de bebidas. Fanny Liao, de la empresa Desarrollo de Recursos Orientales, explica que en Europa y Norteamérica la transformación de botella a botella es una fuerte tendencia, y que los envases así producidos llevan etiquetas especiales que fortalecen la imagen del fabricante y el producto.

Aparte de estos dos enfoques principales, recientemente se ha unido un punto de vista creativo: convertir las botellas en materiales de construcción, que llenen los requisitos de ser resistentes al viento, el fuego y los terremotos.

De los 14 salones de exhibición que componen la Exposición Internacional de la Flora de Taipei, el único construido con el patrocinio de una corporación, la Eco Arca, también conocida como Pabellón de la Nueva Moda, de la empresa Far Eastern, es el primer edificio en el mundo con paredes exteriores construidas con botellas de PET.

Cuesta creer que esta suave bata de baño fue hecha de botellas de PET.

Esta edificación, de 2.186 metros cuadrados y 28 metros en su punto más alto, ha alcanzado varias marcas mundiales, como una certificación LEED platino, y cuenta con el sistema de pared de cortina más translúcido y fuerte del planeta. Su construcción fue grabada en un documental de National Geographic como parte de la serie Mega Estructuras, transmitida a 166 países en 34 idiomas.

El arquitecto responsable de la idea para este edificio fue Arthur Huang, un joven de Taiwan graduado de la Universidad Cornell y con postgrado en Harvard. Al asignársele la misión de construir el Pabellón de la Nueva Moda a su compañía Desarrollo de Energía Sostenible Miniwiz, sacó la idea original de usar botellas a partir de su propio entorno: tanto él como sus colegas tenían en sus manos sendas botellas de PET con bebidas en el salón de reuniones.

Huang pensó que una botella es estructuralmente débil, pero, ¿qué pasaría si se unieran? ¿Existiría mayor fuerza en más de ellas? Tras varios intentos infructuosos, creó un ladrillo de botellas, con forma de hexágono, de 30 centímetros de largo y 17 de ancho, con lados alternadamente cóncavos o convexos para que se trabaran en formas más grandes y estables. Para esta configuración se inspiró en los juegos Lego y las colmenas de abejas.

La manufactura de los ladrillos de botellas sigue casi los mismos pasos que los del eco-hilo. Las botellas se lavan, se muelen hasta formar escamas y luego se derriten para formar bolas o ladrillos de material procesado. No obstante, las botellas empleadas para hacer este material base no necesitan pasar por tantos procesos de limpieza y pureza como los de la ropa, por lo que el proceso de fabricación toma menos tiempo y gasta menos agua.

Para la Eco Arca, Huang optó por dejar las botellas vacías. El aire es el mejor aislante natural, ya que no es tóxico y deja pasar la luz, reduciendo la necesidad de emplear iluminación artificial. No obstante, también pueden llenarse con agua para aislar el sonido. En Xi’an, provincia de Shaanxi, en China continental, se llenaron con arena para hacerlas más pesadas y resistentes al viento, al mismo tiempo que no chocan con el espacio desértico circundante. O se puede poner una membrana que repela el fuego, bloquee los rayos ultravioleta o prevenga la electricidad estática.

Lo mejor es que cuesta menos producir este tipo de ladrillos que cualquier otro material de construcción.

En resumen, la Eco Arca conjuga lo mejor de la creatividad taiwanesa con el propósito de convertir un material que podría ser antiestético o problemático para la salud y el entorno en una valiosa obra a favor del medio ambiente.

Adaptado del Taiwan Panorama por Silvia Villalobos

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