Taiwan Today

La suya ha sido una producción generosa, vasta, que capta con agudeza y habilidad marcada, la sensibilidad de la atmósfera y de la naturaleza en sí. Por ejemplo, el ambiente pluvioso de los puertos, el abrasador sol del trópico mientras el mar se estrella contra las rocas, la casi interminable espera de numerosas canoas sobre una playa, el grato tiempo de una danza indigena... En unos sencillos toques, con un color que no alcanza a ser ostentoso, este hombre logra un matiz sentimental que evoca sencillamente los lugares representados, haciendo que el espectador -frente a cualquiera de sus cuadros- sienta como si su retina estuviera viendo realmente esos lugares, esas flores, aquellos campesinos... Estamos hablando de Chen Jea-shong, un artista didáctico, reconocido ahora como un verdadero maestro de la pintura en la República de China. Nacido en 1933, su obra ha ganado numerosos elogios en diversas partes del mundo, lo que se comprobó con su última exposición en la galería 'Apolo' de Taipei. Allí, sus acuarelas demostraron una vez más que Chen -anteriormente maestro de una escuela primaria- sigue siendo el fiel intérprete de sus multicolores paisajes, pintor de callejuelas típicas, de lugares rurales que no pasan con el tiempo, de bosques en que se pierde la memoria. En su trayectoria profesional, Chen ha sido el promotor del Club de Arte 'Chinliu' y miembro de la Sociedad de Acuarelistas de China. Ante todo, sin embargo, es un pintor del mundo interior y exterior del hombre. El equilibrio, misterio, proporción y trazado de sus cuadros, solo demuestra algo que, a cada día que pasa, se hace más cierto en este jóven exponente es un PINTOR DE VERDAD, así, con letras mayúsculas, con el secreto simple de contagiar de entusiasmo a quien observa cada una de sus obras. Ese empuje, esa vitalidad, no se ven todos los días. Una cualidad o una característica sobresaliente de Chen, a quien presentamos orgullosamente en esta edición a los lectores del mundo de habla hispana.