08/05/2024

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Dichos Populares: HUA SHE T'IEN TSU Ponerle Patas a la Serpiente

16/01/1978
Un famoso templo en el reino de Ch'u atraía cada año numerosos peregrinos y era estimado y respetado en toda la región. Sin embargo, con el pasar del tiempo, muchas de sus bellas decoraciones y devotas imágenes habían sufrido deterioro. Reinaba ahora un período de paz y las autoridades del templo decidieron que era tiempo de restaurarlo a su antiguo esplendor. El abad del monasterio a cuyo cuidado estaba el templo reunió a sus consejeros y se decidió poner manos a la obra sin pérdida de tiempo. El estudio de documentos antiguos mostró precisamente qué y cómo se debía reparar. Con ayuda de las autoridades civiles del lugar se contrataron los servicios de tres artífices conocidos por trabajos de esa naturaleza en otros lugares. Los tres eran excelentes y se preciaban de su reputación, por lo que los monjes les encomendaron la tarea con plena confianza en los resultados. Los tres consultaron los documentos antiguos, proyectaron la forma de ejecutar la restauración de cada pieza que lo necesitaba y después de obtener la aprobación del abad comenzaron la tarea. Como además de habilidosos eran buenos trabajadores, las obras progresaban satisfactoriamente. Cada tarde el abad solía inspeccionar el trabajo del día y decía algunas palabras de aliento a los tres artífices. Una tarde, encantado con el bello aspecto que iban cobrando las tallas del techo, las columnas, las decoraciones de los muros y las imágenes sagradas, el abad dijo a los trabajadores que esperaran un momento, y volvió poco después con una pequeña botella de vino y cuatro platitos con algunos delicados bocadillos. El abad conversó un momento con los tres, diciendoles cuánto le agradaba el progreso de la obra, y se retiró en medio de las expresiones de gratitud de aquellos. Pero tan pronto como se encontraron solos, uno de los trabajadores comentó: "Cuánto mejor hubiera sido si se hubiera mostrado más corto en las palabras y más largo en la botella". El segundo añadió: "Si, la botellita no es gran cosa, pero peor es nada". El tercero echó una mirada codiciosa a la botella y dijo: "No alcanzará ni para un trago cada uno". Continuaron así con sus comentarios por algún tiempo. El primero de los trabajadores guardó silencio por un momento y después dijo son una sonrisa maliciosa: "Por qué no hacemos una apuesta? El ganador se lo toma todo. Qué les parece?" . Los otros dos discutieron la propuesta, pesaron las ventajas y desventajas, y terminaron por asentir. Pero el segundo preguntó: "Y cómo hacemos la apuesta?" El primero sugirió: "Dibujemos una serpiente en el suelo, con una tiza. De más o menos un "chih" de largo. El que la pinte primero y mejor se gana la botella de vino. De acuerdo? " Los otros dos aceptaron y todos convinieron en las reglas del juego. A la cuenta de "uno, dos, tres", empezaron a pintar. Cada uno se dedicó a su tarea, pero el primero echaba de tanto en tanto una mirada de reojo para ver el progreso de sus dos compañeros convertidos ahora en contrincantes. Con trazos firmes y experimentados, cada uno iba formando su serpiente en el suelo. No en vano eran artífices de gran reputación. Con esmero añadían detalles y retocaban aquí y allá, y las partes de los reptiles ya pintadas parecían adquirir vida y movimiento. Cuando el primero vió que los otros dos estaban por la mitad de sus serpientes, se dió más prisa y completó la suya con bastante anticipación. "Bah", pensó para sí; yo podría ponerle cuatro patas a mi serpiente antes que estos terminen las suyas". Y dicho y hecho; sin esperar más, comenzó a pintar patas al reptil. Embebido ahora en su nueva tarea que, como cosa nueva requería más atención, olvidó observar a los otros. Cada uno continuó trabajando en silencio. De pronto, el tercero anunció: "He terminado". Conforme a lo acordado, inspeccionaron juntamente las tres pinturas. Cuál no sería el asombro de los otros dos al ver que el primero había pintado dos patas a su serpiente y comenzado la pintura de una tercera. El veredicto fue fácil. El tercero había dibujado la serpiente según las normas establecidas y había acabado antes que los otros dos. La botella de vino le pertenecía. Riendo ruidosamente tomó un buen trago y dijo: "A quién se le ocurre, ponerle patas a una serpiente? Si no hubieras tenido tal idea el vino sería tuyo. Pero ahora tendrás que comer esas cosas con la garganta seca". El segundo se unió a la jarana y así se divirtieron un buen rato a costas del primero. HUA SHE T'IEN TSU: PONERLE PATAS A LA SERPIENTE es un dicho satírico que se asemeja al castellano de "buscarla cinco pies al gato". Se usa generalmente para indicar que alguien es excesivo en detalles o nimio en sus precauciones, etc. Por ejemplo, uno comenta: Fulano me dió tantas explicaciones para llegar a su casa que el fin no pude encontrar el camino; me perdí con tantos detalles. Realmente es un HUA SHE T'IEN TSU. O: Ha puesto rejas de hierro en todas sus puertas y ventanas y ahora ha instalado un sistema de alarma contra ladrones. Verdaderamente le gusta HUA SHE T'IEN TSU!

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