28/04/2024

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Dichos Populares: CHIH SSU MI TA Hasta La Muerte

06/02/1978
La linda jovencita miró a su madre con ojos implorantes, en súplica silenciosa. Por más de un año se había prolongado esa contienda, casi sin palabras de su parte, pero abundante en ellas por parte de su madre. La madre había tenida una dura lucha por la vida desde la temprana muerte de su esposo y esperaba poner remedio a su situación con un casamiento conveniente de la chica. Era ya tiempo de poner fin a tantas privaciones. La suerte no la había favorecido y ahora se le presentaba una oportunidad. Los años duros, penosos, habían dejado su marca en ella, y consideraba que hacía un favor a su hija asegurandolo un futuro de comodidad y abundancia. Su tiempo de felicidad conyugal había sido muy breve, demasiado breve. Su jóven y apuesto esposo había contraído muy pronto después del nacimiento de la niña una enfermedad que en poco tiempo lo llevó a la tumba. A la intensa congoja por la muerte de su esposo amado se añadió la destitución casi total en que quedaron madre e hija. Ella había trabajado hasta donde le daban las fuerzas, pero con la niña tan pequeña todo se había hecho más difícil. Ahora la chica ya estaba en edad de casarse. Alguna que otra vez había creído oir en su corazón algún reproche por su decisión, pero los años pasados se presentaban ante sus ojos con toda su tremenda miseria y pronto ahogaba esa vocecita. No, no volverían a sufrir esas miserias. "No, no podemos rehusar esta vez", dijo irguiendose para dar mayor fuerza a sus palabras. El jefe del pueblo ha insistido y quiere que su hijo se case pronto. Dice que el muchacho ya tiene una buena posición y es necesario que forme su familia. El año pasado pudimos dar la excusa de que sólo tenías quince años. Ahora ya tienes edad de casarte ... "Pero madre . . ." comenzó la chica con timidez. "El jefe ha prometido mandarnos diez vacas y veinte cabras, granos en abundancia, y seda, plata y oro como presentes de bodas. Además del honor que nos ha hecho al elegirte, se ha mostrado espléndidamente generoso. No podemos . . ." La chica volvió a decir: "Pero madre ... " sin poder continuar, pues su madre no había concluido. "Ponte el vestido nuevo y algunas flores en el pelo", siguió diciendo sin prestar atención a las lágrimas que rodaban lentamente por las lindas mejillas de la chica. "Probablemente el hijo del jefe vendrá esta noche. Voy a preparar una buena comida y a invitar a algunos parientes. Para el banquete de bodas tendremos a mucha gente . . ." La madre se levantó mientras hablaba. Estaba cerca de los 40, pero su rostro algo agostado por los sufrimientos dejaba entrever aún la belleza que con tanta frescura resplandecía en el de su hija. "Pero madre . . ." La chica insistió, pero con la misma timidez de antes. "Si, ya se", dijo la madre echandole una mirada mitad compasión y mitad reproche. "Todavía piensas en ese vendedor de baratijas de río abajo. Olvidate de ese inútil. El hijo del jefe ha pedido tu mano y estoy segura que te tratará bien. Déjate de tonterías y no me hagas perder tiempo. Debe salir enseguida para preparar las cosas." Abrió el escotillon en el piso que servía de puerta a la pobre casucha erigida sobre postes. Antes de desaparecer, bajando por los escalones que caían en línea vertical, recordó a la chica que se apresurara a vestirse y adornarse para la visita de su pretendiente. La chica intentó otra débil protesta: "Pero madre ... ". Su madre ya había bajado y no le prestó atención. La linda muchachita permaneció sentada en el suelo de bambú, con la cabeza ligeramente levantada, como si oyera alguna voz distante. Después de un momento, canturreó con voz suave y melancólica: "En el bote de cedro en la rápida corriente Espera el jóven con el pelo a ambos lados enmarcando su rostro gentil. Mi amor por él es eterno, ni la muerte lo apagará. Madre, oh madre! Me perdonarás? " Se levantó y miró por la ventana, un corte cuadrado en la pared de bambú. Una sonrisa quitó de su rostro la pena que lo había nublado, viendo un bote pequeño que subía aguas arriba. "Ya viene, mi jóven amado ya viene", cantó su corazón lleno de gozo. Pasos rápidos se aproximaban y el escotillón se abrió apareciendo una cara jóven seguida por un cuerpo ágil. Traía muchos bultos en sus brazos: un cuarto de venado, un gran trozo de sal tallado en forma de caldera, cuatro rollos de seda y cuatro bolsas de granos. La chica lo observó mientras él alineaba en órden esas cosas en el piso, a un costado del escotillón. Después se puso su vestido nuevo sobre el que tenía puesto y fijó dos flores escarlata en el pelo sobre cada oreja. El muchacho la miraba embelesado. Sin decir una palabra bajó por la escalera seguido por la linda chica. Los grandes ojos de la chica brillaron con grata sorpresa al ver un novillo y dos cabras atados al árbol junto a la casa. El jóven le había hecho gran honor trayendo tantos obsequios a su madre. Pocos minutos después estaban sentados en el bote de cedro. El sonido de la corriente rápida parecía marcar el tiempo al canto de la chica: "En el bote de cedro, en la rápida corriente rema el jóven con el pelo a ambos lados enmarcando su rostro gentil. Es mi elegido, ni la muerte lo cambiará. Madre, oh madre Me perdonarás? " El pequeño bote de cedro, con el alto y vigoroso jóven y la chica tan bella y amable, se deslizó velozmente aguas abajo en aquella fresca noche primaveral, hace unos cinco mil años. CHIH SSU MI T'A: HASTA LA MUERTE es una expresión de amor y lealtad eternos, común a todas las lenguas. En la lengua china está adaptada de una oda del Libro de Cantos, que se cree compilado por Confucio.

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